Ramón SOLA

El duelo por Sololuze se acompaña de exigencia de responsabilidades

La identificación vía ADN de los restos de Alberto Sololuze permite a su familia acelerar el duelo, pero no atenúa la exigencia de responsabilidades, sino al contrario. Tanto allegados del trabajador fallecido como el Ayuntamiento de Markina-Xemein, Zaldibar Argitu, Zero Zabor o sindicatos inciden en ello. El más señalado, el consejero Arriola.

Como hacían presagiar efectos personales hallados entre el amasijo impenetrable del viejo vertedero, resultados de pruebas de ADN confirmaron ayer a primera hora que los restos hallados el domingo en Zaldibar son los de Alberto Sololuze. La familia fue informada inmediatamente y la noticia corrió como la pólvora generando un torrente de muestras de duelo y apoyo a la familia.

Helene Alberdi, que durante estos casi 200 días ha puesto varias veces cara y voz a la angustia de la familia, agradeció todo el respaldo y explicó en Twitter: «El dolor será para siempre, pero desde hoy podremos empezar a hacer el duelo como es debido. Espero que pronto los familiares de Joaquín puedan decir lo mismo y que se acabe haciendo justicia», añadió la sobrina de Sololuze.

Efectivamente, el duelo empieza para esta familia, no todavía para la del otro trabajador sepultado, Joaquín Beltrán. Las labores de búsqueda continuarán ahora con más precisión, pero sin asegurar resultados.

Por un lado, Beltrán no estaba cerca de Sololuze al desencadenarse el terrible derrumbe. Por otro, el hallazgo de los restos de este último ya ha sido tremendamente dificultoso. Los lixiviados acumulados en la zona a temperaturas de hasta 70 grados han hecho desaparecer las partes blandas, según explica la Ertzaintza, y convertido en irreconocible la tela de lo que se supone era la ropa de Sololuze. Tras el derrumbe similar del vertedero gallego de Bens en 1996, nunca se lograron encontrar los restos de una persona allí desaparecida.

Según detalló ayer la viceconsejera de Medio Ambiente, Elena Moreno, la búsqueda continuará removiendo unos 2.500 metros cúbicos en esta zona denominada B1, lo que supone alrededor de metro y medio de altura de residuos. Cabe recordar que según el viceconsejero de Seguridad, Josu Zubiaga, los restos de Sololuze han aparecido 23 metros más abajo de donde se encontraba entonces el suelo del vertedero, en perpendicular bajo la zona de la báscula. Las dimensiones del derrumbe no dejan de sobrecoger.

En caso de que no se localizaran ahí restos de Joaquín Beltrán, Moreno dijo que habrá que abordar trabajos en la plataforma de la báscula, en la parte superior, donde hay 300.000 metros cúbicos de residuos, lo que obligaría a un descabezado del talud para evitar riesgos de nuevos deslizamientos.

Moreno visitó la zona para participar en una reunión de la mesa técnica de la búsqueda. Y lo hizo junto al consejero, Iñaki Arriola, sobre el que se concretan muchas de las exigencias de responsabilidades.

Zaldibar Argitu y otros

Es el caso de Zaldibar Argitu: «Que hayan encontrado e identificado a Alberto Sololuze es un avance después de estos seis meses largos y agónicos», indica para añadir que «pudo haber evitado, si no fuese por repetidas prácticas negligentes y el afán del negocio sin escrúpulos. Las responsabilidades políticas siguen sin ser esclarecidas. El modelo de gestión de residuos necesita urgentemente un cambio de dirección para que nunca vuelva a repetirse».

Zero Zabor Bizkaia apunta que «el accidente no fue fortuito, sino resultado de un sistema de gestión de residuos deficiente, que prioriza la obtención de los beneficios empresariales frente a la salud y protección del medioambiente». Exige que «se prohíba el vertido de aquellos residuos que no hayan sido tratados previamente» y que, mientras los vertederos existan, se garantice «la gestión y el control público y transparente». Para Ekologistak Martxan, fue «un hecho nada fortuito, sino más bien consecuencia de una gestión de residuos deficiente que prioriza la obtención de los beneficios empresariales frente a la salud y el medio ambiente».

Desde la parte sindical, LAB reclama «depurar responsabilidades y llegar hasta la últimas consecuencias», citando tanto a Verter Recycling como al Gobierno Urkullu y más concretamente a Arriola: «Tiene una responsabilidad política directa. Más aún si tenemos en cuenta la relación personal y directa entre varios cargos de la empresa y algunos cargos políticos»

Para ESK, Arriola «no puede volver a ser consejero del Gobierno Vasco tras lo ocurrido. Lo único que esperamos de esta persona es la dimisión inmediata como parlamentario».

 

La jubilación truncada del «pastor Joanes» de Markina-Xemein

Tras una vida intensa de trabajo, Alberto Sololuze soñaba con llegar a la jubilación, este próximo mes de enero, y poder disfrutar de sus aficiones: el monte, los perretxikos... No pudo ser; el derrumbe se lo llevó por delante sin haber llegado a cumplir los 63 años.

Lo más doloroso es que se trató de una tragedia perfectamente evitable, si el vertedero no hubiera sido sobreexplotado hasta reventar y si se hubiese atendido a los avisos que llegaban del suelo –en forma de grietas– en los días previos. De hecho, consta que Joaquín Beltrán intentó avisarle por teléfono cuando notó la masa de escombros moverse bajo sus pies, pero no pudieron ponerse a salvo.

Sololuze trabajaba en la zona de la báscula, y es ahí donde han aparecido sus restos, pero a una altura ocho pisos inferior a la que el lugar tenía en la mañana de aquel trágico 6 de febrero.

Helene Alberdi evocaba ayer a su tío con una imagen juntos. El retrató más sencillo y a la vez cariñoso de Alberto Sololuze lo escribió precisamente el padre de la triatleta y cuñado del fallecido, Pedro Alberdi, comparándolo con el pastor Joanes de ‘Garoa’, la novela tradicional vasca de Txomin Agirre (1912).

Igual que Joanes, explicó Alberdi, Alberto Sololuze estaba «completamente enamorado del monte», conocía todos sus sonidos, animales, plantas y escondites: «Mila aldiz entzun zituen urrutiko trumoiaren orroa, ekaitz haizearen durundia, egurgilearen aizkorakada, behorren irrintzia, mozoloaren oihua, basahuntz beldurtiaren zalaparta; abere-arranen dulun-duluna, ardien bee negartia, beleen garrasi latza, zozoaren txortxorra, txori kantari askoren txiotxo alaia, errekastoen pol-pola, zuhaitz hostoen pir-pir biguna, eltxo gogaikarrien zunburruntxoa… Bazekien non eta noiz jaiotzen ziren gibelurdinik gozoenak eta zein tokitan zeuden kamamila, belatxeta, karraskila eta beste horrelako belar mota osasungarriak. Bazekizkien baso guztietako laster bideak eta bost ordu bide inguruko harkaitz zulo eta aterpe denak», narró su cuñado en una carta pública.

A Pedro Alberdi le resultaba especialmente injusto y cruel que las autoridades estuvieran presentando el derrumbe como una especie de catástrofe de la naturaleza: «No, al trabajador Alberto Sololuze no lo ha matado el monte, sino la sed de dinero del ser humano», remarcó en este emotivo mensaje.

Sololuze había nacido en Eibar aunque residía en Markina-Xemein. Deja una hija, Nahia, que vive en Azpeitia y que detalló el sufrimiento de la búsqueda en una entrevista al medio local ‘Uztarria’. «Puedo decir que estoy viviendo estos meses pegada al teléfono», expresaba Nahia, en un tiempo que el confinamiento hizo además especialmente terrible y triste.

«Despediremos a aita como es debido, pero solo lo podremos hacer si aparece», apuntaba Nahia Sololuze en esa entrevista a ‘Uztarria’. Y reconocía que «lo que me da miedo es que no lo encuentren». También añadía que «al principio les dije a los responsables de emergencias y demás que no me trajeran trozos de huesos de mi aita, pero, una vez pasado el tiempo, sí quisiera al menos recibir eso».

La familia dio gracias en una nota, «de todo corazón», a quienes han peinado estos 190 días esa zona tan inestable y peligrosa: «Nuestra enorme gratitud a todas las personas que han intervenido en la búsqueda y hallazgo de Alberto. A pesar de las circunstancias excepcionales que nos ha tocado vivir, no han cesado en su empeño. Hemos sido testigos de su esfuerzo y voluntad para que llegase a buen puerto».