Aritz INTXUSTA

El trabajo de los rastreadores navarros, visto desde dentro

La meta diaria de los rastreadores es conseguir localizar a todos los «contactos estrechos» de los positivos a lo largo de la jornada y citarles a todos para hacerse la prueba PCR al día siguiente. Siempre lo han logrado hasta ahora.

 El ‘pull’ de Refena es capaz de gestionar unas mil llamadas diarias. (Idoia ZABALETA/FOKU)
El ‘pull’ de Refena es capaz de gestionar unas mil llamadas diarias. (Idoia ZABALETA/FOKU)

El número de rastreadores que cazan nuevos positivos en Nafarroa varía según el día. Casi sería más apropiado hablar de rastreadoras porque, como casi siempre desde que empezó la crisis del covid, la primera línea contra el virus la conforman mujeres de forma muy mayoritaria. Suele haber una treintena de rastreadores por turno, pero depende del número de positivos que se hayan detectado. Si ha habido un pico, como el 16 de agosto, cuando se detectaron 160 positivos en menos de 24 horas, necesitan ser más.

«Estamos a tope. Somos 158 profesionales de rastreo. De ellos, 58 pertenecen al equipo que estamos de 9 de la mañana a 9 de la noche en dos turnos, y luego tenemos otros 110 formados que nos dan apoyo. Son enfermeras de Primaria, fundamentalmente. Con estos brotes de los últimos días estamos tirando de todos estos refuerzos. Los que estamos aquí pertenecemos al Servicio Navarro de Salud, nadie viene de empresas privadas. Esto es importante», explica Paula López, la responsable de equipo navarro de rastreo.

Al inicio, todos eran sanitarios, médicos (principalmente para ocuparse de las bajas) y enfermeros. Ahora hay más perfiles. El jueves 20 de agosto, se incorporaron dos trabajadores sociales por turno. También disponen de mediadores, a los que se recurre cuando existen barreras idiomáticas y culturales. La composición detallada actual del equipo es: 5 médicos, 12 enfermeros, 12 trabajadores sociales y 29 auxiliares administrativos.

«Aquí recibimos el contacto de un paciente a través de Salud Pública o de Microbiología, que es donde se analizan las pruebas PCR. A partir de ahí, nos ponemos en contacto con él y empezamos la investigación del caso. Que por qué se le pidió la PCR, que si ha sido contacto estrecho de alguien, que si tiene síntomas, que cómo se encuentra... Resolvemos sus dudas, le explicamos cómo ha de realizar el aislamiento, etc. Una vez resuelto todo esto, pasamos a pedirle sus contactos estrechos», indica López.

El protocolo, que es común en Hego Euskal Herria, describe que un «contacto estrecho» es toda aquella persona que haya estado más de 15 minutos sin las debidas precauciones con un positivo dos días antes de que haya manifestado síntomas –o del día en que le realizaron la prueba PCR en caso de que se trate de un asintomático–. Todo contacto estrecho debe aislarse desde que recibe la llamada del equipo de López. Hasta el viernes 7 de agosto, el aislamiento duraba 14 días a contar desde el último encuentro con el paciente positivo. A partir de entonces, se acortó a diez días.

Después de aislarse, los contactos estrechos son citados a realizarse la PCR en menos de 24 horas. Salga positiva o negativa esta prueba, estas personas deben aislarse sí o sí. Esto es así porque puede que la infección vírica no sea detectable en la PCR si se les ha pillado con la suficiente prontitud.

A estos contactos no se les realiza otra prueba hasta que vence el aislamiento (o sea, pasados los diez días). Si en esa segunda prueba dan negativo, pueden volver a su vida normal. No hay que relajarse con un primer resultado negativo, López advierte que es muy habitual que la gente dé negativo en la primera prueba PCR y positivo en la segunda. En estos casos, «volvería a aplicarse un aislamiento de otros diez días, acabando el aislamiento por contacto e iniciándose el aislamiento por enfermedad».

Es importante entender que los rastreadores se ocupan de la investigación y de pedir las dos pruebas PCR de inicio y fin. Lógicamente, las personas han enfermado pasan a ser atendidas por su propio médico de Atención Primaria que será quien les dé el alta, o siendo hospitalizados… o muriendo. La pandemia es así de dura. El equipo original de rastreadoras y rastreadores lo conoce de primera mano. López y los demás, antes de empezar con el sinfín de llamadas, venían de las Urgencias Extrahospitalarias y vivieron lo que hacía el covid de forma directa. Esto, remarca la responsable, les ha hecho tomarse la tarea más en serio si cabe.

Reacción tras la llamada

«La actitud de la gente depende un poco de la situación personal de cada uno. Hay quien se lo toma bien, que es responsable, que sabe que es una pandemia y que solo quiere no contagiar a nadie. Una gran cantidad de gente es así y nos hace las cosas muy fáciles. Pero existen también otras realidades familiares y sociales y ahí cuesta mucho más», prosigue López.

La rastreadora remarca que se encuentran, a veces, con «miedo laboral» o «miedo familiar» que hace que algunas personas no quieran dar su lista de contactos. «Ahí tenemos también una tarea de empatía y de tratar de relajarles, decirles que la baja les corresponderá desde el primer día, que la remuneración es igual… Eso tranquiliza bastante».

Esta problemática es la que explica la necesidad de incorporar perfiles de trabajadores sociales y mediadores. Para los casos más extremos, el Gobierno ha habilitado la residencia Fuerte Príncipe que es adonde llevan a realizar sus aislamientos a quienes no tienen dónde pasarlo por los motivos que fuere. Allá van tanto los casos positivos como los contactos estrechos. Resulta chocante, pues pareciera que los primeros pudieran contagiar a contactos que no fueron infectados de inicio. López remarca que los aislamientos son individualizados y que, por tanto, la medida es adecuada. «El recurso del albergue lo estamos usando a menudo. Nos facilita mucho las cosas».

El volumen de llamadas y, en consecuencia, de datos recabados por el equipo es enorme. El pull de Refena –desde donde trabaja el equipo de rastreo– es capaz de gestionar unas mil llamadas diarias. Allí trabajan de lunes a domingo y cada vez tienen que llamar a más gente. Conforme la montaña de datos se agranda, cruzar informaciones se vuelve más complicado. La capacidad de encontrar nexos que unan casos de personas que se desconocen entre sí y buscar focos de contagio va mermando. Aquí es donde entran los informáticos del Gobierno, que mantienen una relación continua con los equipos de rastreo y les van dotando de herramientas y mejorando los programas. La importancia de la labor de los informáticos gana peso por momentos.

En el cuestionario a los positivos (no es el mismo que el de los contactos estrechos) se incide mucho en los puntos de mayor riesgo: lugares de trabajo, bares, fiestas o encuentros familiares, piscinas, centros sociosanitarios, medios de transporte como trenes… «De lo que se trata es de sitios cerrados donde la gente no hace uso de las precauciones, de la mascarilla y la distancia social. Esos son los puntos clave», remarca López.

El trabajo de los rastreadores, asimismo, está ligado a Microbiología, el servicio de Osasunbidea que realiza las pruebas PCR a las muestras. El Gobierno no ha externalizado estos análisis, por mucho que se lo han demandado desde centros privados, con apoyo de UPN. El Servicio Navarro de Salud se va bastando y Nafarroa ronda las 130.000 PCR acumuladas. Es la segunda CCAA que más pruebas ha realizado con respecto a su población. Sus números solo los supera la CAV.

Uno de los indicadores para ver la efectividad de los rastreadores y comparar unos territorios del Estado con otros es la media de contactos que se detectan por caso. Nafarroa y la CAV destacan con respecto a Catalunya y Madrid, donde no dan abasto. López no lo ve tan relevante. «Nos está dando tiempo a hacer los cuestionarios a todo el mundo. Estamos localizando todos los contactos y los estamos citando en menos de un día. Se está formando a más gente porque la enfermedad va a más, pero de momento contamos con gente suficiente. Hay días que hemos localizado a todos los contactos por la mañana y se les ha citado a todos por la tarde».

Como responsable de los rastreadores, López observa la pandemia desde un ángulo muy particular. Preguntada por la explicación del aumento de contagios pese a todo el esfuerzo de su equipo cortando cadenas de transmisión con los aislamientos, López apunta a un mayor contacto social debido a las vacaciones y el buen tiempo, unido a un evidente relajamiento de las medidas como responsables del repunte. A tenor de lo que cuenta, una persona poco concienciada echa por tierra el trabajo de diez personas responsables. «Mucha gente tiene contactos abundantes. Tenemos casos de una o dos personas y tenemos casos de 20 o 30 contactos estrechos en solo dos días».