La calle Río Arga de Arrotxapea ha quedado dividida en dos mitades para acoger la salida de la Vuelta. Dos carriles han sido ocupados por los autobuses y los coches de carrera de los equipos, y para que los ciclistas fueran calentando, mientras los otros quedaban libres.
En el aparcamiento de Corralillos se encontraba el escenario por el que han ido desfilando los distintos equipos participantes para ser presentados por el speaker bajo la atenta mirada del público que se agolpaba en la zona próxima.
El extremo de la calle Bernardino Tirapu con Río Arga era donde más gente se había congregado y donde la distancia de seguridad sonaba a quimera. Siguiendo el recorrido de esta última vía, los aficionados se iban distanciando para contemplar en directo cómo los equipos iban desplegando las bicicletas, las iban preparando y los corredores hacían acto de presencia para acudir a la presentación.
Aunque la zona se veía bastante concurrida, en los bares no había una gran afluencia. Como comentaban los responsables del bar Arga y del Louisiana, tenían «la clientela habitual, poco más, salvo algún que otro guardia civil que se ha tomado un café».
Ambos ponían cara de preocupación cuando se les preguntaba por su inminente cierre, decretado el pasado lunes por el Gobierno de Nafarroa. El camarero del Louisiana se mostraba resignado, «no queda otra opción», pero otros hosteleros no están tan conformes.
De hecho, desde las inmediaciones de este local ha partido una pequeña manifestación de hosteleros que seguían una pancarta en la que se podía leer ‘#SOShostelería Basta ya, Aski da, Empatía’. Además, varios de los participantes portaban carteles en los que ponía ‘Busco trabajo, experiencia en hostelería’.
«No somos los culpables»
Los manifestantes han seguido el recorrido de la calle hasta llegar a la rotonda con Bernardino Tirapu, ya en las cercanías de la salida, donde un cordón de los omnipresentes antidisturbios no les ha dejado continuar. Entonces han arreciado con sus mensajes a través de un megáfono, gritando «Nosotros no somos los culpables», en referencia a su cierre para intentar frenar la propagación del coronavirus.
Se han quejado de que el cierre decretado para mañana «está matando al pequeño negocio» y sobre todo se han sentido agraviados porque antes de que se aplique esa medida, se haya permitido la salida de la etapa de la Vuelta. Así, en otro cartel, se señalaba que ‘El ciclismo está bien, pero la caña en el bar es otro rollo’.
«Si no podemos trabajar, cómo son posibles estas aglomeraciones», se quejaban amargamente, mientras recordaban que en el sector se cumplen con las medidas sanitarias establecidas por el Ejecutivo y a pesar de ello se cierran «miles de negocios, con miles de personas en ERTE. Esto es la ruina».
No han faltado los aplausos de buena parte del público presente, que respaldaba y apoyaba la protesta, que ha continuado ya al otro lado de la carretera, cuando un grupo ha aparecido con carteles y silbatos coreando las mismas consignas.
Después los aplausos ya han sido para los ciclistas, cuando finalmente han tomado la salida desde Arrotxapea en dirección a Alde Zaharra siguiendo el recorrido del encierro antes de tomar camino hacia Lekunberri.
Entre los presentes y acompañada por su hijo pequeño se encontraba Maite, quien comentaba que a pesar del miedo por el coronavirus, le hacía ilusión presenciar la salida de la etapa. «Si organizan todo esto, ¿luego pretenden que no vengamos a verlo?», señalaba contundente. Está claro que era lo que pensaban todos los que se habían congregado en el lugar.
Con la etapa ya iniciada, en algunos puntos se ha registrado una nueva protesta, en este caso protagonizada por miembros de Internazionalistak auzolanean y para mostrar su rechazo a «la presencia de Israel en la Vuelta a través del equipo que recibe su patrocinio», según han señalado a través de una nota.
Lo han hecho portando banderas palestinas y pancartas con las que denunciaban que «mientras bombardea y estrangula Gaza, Israel intenta maquillar su política de apartheid y colonialismo con ejercicios de marketing en eventos como la Vuelta o Eurovisión». Y poniendo de relieve que «la empresa vasca CAF se hace cómplice violando el derecho internacional y su propio código de conducta con su participación en el proyecto ilegal de la tranvía que une Jerusalén con los asentamientos en territorio ocupado de Cisjordania».