Iurre Bidegain
Entrevista
Lurdes Zabalza
Hermana de Mikel Zabalza

«A mi hermano lo mataron esta noche, mi primo oyó los gritos... y luego ya nada»

Este jueves hace 35 años detuvieron a Mikel Zabalza en Donostia. La familia ya nunca lo vería vivo. Su hermana Lurdes está segura de que lo mataron esa primera noche. Y que su cadáver solo apareció en el río por la presión popular.

Lurdes Zabalza, hermana de Mikel Zabalza. (Iñigo URIZ | FOKU)
Lurdes Zabalza, hermana de Mikel Zabalza. (Iñigo URIZ | FOKU)

Actos el sábado y domingo recordarán a Mikel Zabalza, detenido un día como hoy de hace 35 años en Intxaurrondo. Con la perspectiva que dan los años, Lurdes Zabalza revive lo ocurrido en esta entrevista de Iurre Bidegain en ‘Kazeta’ (aquí en su versión en castellano). Añade el desprecio a la familia durante años y la percepción de que aún hará falta tiempo para que reconozcan la verdad, dado el poder de la Guardia Civil.

¿Qué ocurrió el 26 de noviembre de 1985?

Detuvieron a mis dos hermanos en Orbaitzeta. La Guardia Civil vino por la mañana y se los llevó a Iruñea. Los dejaron libres a la tarde. Tras hacer los trámites, decidimos llamar a Mikel, pero en su casa no contestaba nadie. Llamamos al trabajo y nos dijeron que tenía que haber aparecido a las 17.00 pero que no había ido. Llamamos a casa de su novia y entonces nos dijeron que Idoia estaba detenida y por tanto pensamos que Mikel habría sido arrestado igualmente.

Al día siguiente, mi madre y un hermano fueron a Intxaurrondo y les dijeron que no estaba allí. Fueron entonces a su casa [en Altza, Donostia] y unos vecinos les dijeron que se lo habían llevado detenido. Entonces mi madre volvió a Intxaurrondo y le repitieron que no estaba allí. Pero además un guardia civil añadió: ‘Si su hijo se ha perdido, vaya a la oficina de objetos perdidos’.

Un par de días después salió la versión oficial, diciendo que había un zulo y que Mikel había ido allí con tres guardias civiles, y que en el túnel del tren en Endarlatsa se había arrojado al río desde un agujero que había en la pared. Era ya increíble que hubieran ido a ver un zulo con tres guardias civiviles, cuando para cualquier cosa movían un ejército. Pero es que además mi hermano no sabía nadar.

Empezaron ahora las labores de búsqueda de Mikel. El sindicato clandestino de la Guardia Civil sacó una nota diciendo que no le buscaran, que lo habían matado en Intxaurrondo. Pero tú, en tu cabeza, prefieres pensar que se ha escapado. Miramos en todos los montes. La Cruz Roja de la Guardia Civil también anduvo mirando en un pantano. Rastreamos todos los rincones.

Mientras tanto, un guardia civil vino a nuestra casa diciendo que Mikel estaba en Iparralde. Nos dijo incluso que estaba en Hendaia. Fuimos, pero no estaba. Y cuando la Cruz Roja de Donostia acabó con las tareas de búsqueda, de ahí a dos días, la Guardia Civil lo encontró justo en el mismo lugar. Entonces fue cuando el gobernador civil de Nafarroa me llamó diciendo que habían encontrado el cuerpo esposado.

¿Cuántos días pasaron sin ver el cadáver de Mikel?

Veinte días. Apareció el 15 de diciembre. Hacia el mediodía nos llamó Luis Roldán [entonces gobernador civil, que les dijo ‘¿quién va a ser pues?’]

¿Cuál fue exactamente la versión de la Guardia Civil?

Dijeron que Mikel les confesó que había un zulo y que fue allí con tres guardias civiles. Dijeron que allí le había dado a uno de ellos una patada en los testículos y que se escapó por el agujero en la pared. Nada más. A mi madre le negaron que estuviera en Intxaurrondo.

¿Qué pasó? Había mucha presión mediática, así que el 15 de diciembre lo echaron al Bidasoa. La gente salió, nadie se creía aquello. Con esa presión el tema llegó al Parlamento español y le preguntaron al ministro, [José Barrionuevo] dijo que aparecería o lo encontrarían. El ya sabía algo.

¿Cómo vivió todo aquello la familia?

Con desesperación. No lo encontrábamos. Pensábamos que estaba muerto, pero al mismo tiempo no queríamos creerlo. El primo que detuvieron con él lo escuchó gritar y vomitar en comisaría. Idoia, su novia, lo vio con una bolsa de plástico en la cabeza y que por la forma del cuerpo supo que era Mikel. Y nos dijeron que en otro momento lo llevaron a una camilla y oían repetir a la gente ‘se nos ha ido’.

El ministro dijo que fue un error, que no tenía relación con ETA. Los demás fueron liberados sin cargos, el primo vino a casa y le dijo a mi madre ‘tía, Mikel no está vivo’. Oyó sus alaridos y tras ello tenía claro que Mikel no tendría fuerzas para nada.

La misma noche detuvieron a Ion Arretxe y en su libro ‘Intxaurrondo, la sombra del nogal’, en 2015, contó qué le hicieron. Pienso que a Mikel le habrían hecho lo mismo pero no tuvo fuerzas para aferrarse a la vida.

¿Cree que lo mataron en Intxaurrondo?
Sí. Y aquella noche. Al amanecer. Mi primo oyó aquellos gritos... y luego ya nada.

Cuando el cadáver apareció veinte días después, ¿por qué decidió la familia pedir una segunda autopsia?

La autopsia oficial no estaba bien hecha, hicieron un desastre. Una forense de Dinamarca [Karen Heweg] lo remarcó. Entre otras cosas, para haber estado el cuerpo tantos días en el río como decían, no tenía marcas de mordiscos de peces. También tendría que haber estado desnudo y descalzo, pero salió vestido. Nos costó mucho pero al final decidimos verle, lo vimos. Y estaba entero, sin marcas de peces, vestido... Mikel no estuvo veinte días en el río.

¿Aparecieron señales de torturas?

No. Si te meten la cabeza en el agua, ¿qué señal vas a tener? Si te asfixian con una bolsa hasta perder el conocimiento, ¿qué marca te van a dejar?

Judicialmente, ¿qué recorrido ha tenido el caso de Mikel?
Pasó por las manos de cinco a seis jueces. Se recopiló un montón de documentación pero iban cambiando el juez sin tiempo siquiera de leerla.

¿Cómo ha marcado su vida todo esto?
Completamente. Los miedos y tristezas de aquel momento siguen ahí. Aunque pase el tiempo y vayas echándote a la espalda todo ese sentimiento e intentes hacer una vida normal, el impacto es fuerte. En aquel momento teníamos miedo y hoy también ver un verde nos provoca escalofríos.

Es algo que siempre ha estado presente, pero de lo que no se ha hablado en la familia. Hemos hechos homenajes en los aniversarios, pero entre tanto si había noticias de los tribunales ni siquiera las mencionábamos. Nuestra defensa ha sido callar el tema en casa. No comentarlo. Hemos hablado muy poco.

A mi padre y mi madre los mató aquello. Mi madre pasó una depresión terrible. Mi padre decía que quería morirse para ir con Mikel. Sobre él se dijeron muchas mentiras: que era violento, que era de ETA...

Se rieron de nosotros, diciendo que estaba en Iparralde. Organizaron todo para tenernos callados y archivar el caso. En mi opinión, la respuesta de la gente fue muy importante. Gracias a ello sacaron el cuerpo, en caso contrario no hubiéramos sabido nada nunca, sería otra persona desaparecida.

Oficialmente, ¿no hay culpables?
No. El juzgado dijo que la versión oficial no era verdad. Pero no hay culpables. Lo duro es ver que los guardias civiles de Intxaurrondo fueron condecorados, que los premiaron por hacer lo que hicieron, y no solo a mi hermano.

¿Qué es la justicia para la familia?

Aquí no existe justicia. En el Estado las trampas tiene mucha fuerza y ETA se usa de excusa para justificar cualquier cosa. ¿Quién hace los informes para el Juzgado? La Guardia Civil. Los culpables hacen los informes.

¿Qué pide hoy, 35 años después?
Verdad, pedimos verdad. Para nosotros ese reconocimiento sería suficiente. Dicen que no se puede hacer el duelo sin conocer la verdad. Nosotros estamos así 35 años después, sin poder pasar la página.

¿Cómo afrontan los homenajes de estos días?
Es algo triste pero al mismo tiempo no podemos dejar que se olvide. Tras tantos años es importante hacer recordar lo que ocurrió para ver si la verdad nos llega desde algún sitio.

¿Se reconocerá la verdad algún día?

No lo sé. La Guardia Civil tiene mucho poder. No creo que yo llegue a conocerla.