Maitane Aldanondo
Donostia

Comerciantes y hosteleros, ante un Santo Tomás «muy descafeinado»

Los y las profesionales de la hostelería y del comercio viven meses de ansiedad provocada por la incertidumbre de las restricciones así como por lo imprevisible de su propia situación. En este ambiente enrarecido tienen claro que un día grande como Santo Tomás pasará sin pena ni gloria.

La Plaza de la Constitución, epicentro de la fiesta, está este año vacía sin los tradicionales puestos de txistorra. (Jon URBE/FOKU)
La Plaza de la Constitución, epicentro de la fiesta, está este año vacía sin los tradicionales puestos de txistorra. (Jon URBE/FOKU)

Ni Ximona, ni Gilda, ni Potxola... La feria de Santo Tomás no tendrá este año protagonista de nombre más o menos curioso que descanse en la plaza de la Constitución, ajena al gentío que peregrina para verla. Tampoco la acompañarán los baserritarras en sus puestos de frutas y verduras, ni los estudiantes con sus puestos de txistorra. Nada será como siempre. El epicentro de la fiesta que precede a las navidades estará vacío, sin sus elementos habituales, al igual que los nuevos espacios que se han ido incorporando en los últimos años. Otra muestra más de que este 2020 ha sido una año cuando menos atípico, que ha reducido al mínimo, si no suprimido, muchas celebraciones.

Ha habido varias semanas para mentalizarse, aunque no por esperada la decisión anunciada por el alcalde de Donostia Eneko Goia a mediados de octubre provocó menos pena en aquellos que tienen marcado este día en el calendario. No serán pocos los que se resistan a renunciar a Santo Tomás vistiendo falda, toquilla, blusa o txapela; eso sí, con la mascarilla como complemento.

De estas prendas tradicionales sabe mucho Marian Telleria. Desde 2008 está al frente de la mercería TK en la calle Matía del barrio del Antiguo. De las perchas que rodean el pasillo de la tienda cuelgan faldas y blusas que confeccionan las hermanas Telleria, entremezcladas con otras industriales. En las baldas, tienen telas para quienes se animan a coser. Sus clientas habituales son chicas de entre 10 y 16 años a las que «les gusta ir guapas» y «nuestros trajes les sientan mejor».

Sin embargo, este año han vendido especialmente trajes para los más pequeños. «Para sacarles fotos y por tener una ilusión. Aunque sea para ir de casa a la ikastola o a hacer la compra», apunta. Los primeros encargos empiezan a llegar en setiembre, y los días previos a Santo Tomás suelen ser fechas de mucho trabajo, pero en las últimas semanas apenas hay movimiento. «Este año lo de los trajes está un poco parado. Otros años ha sido una locura y éste está todo más tranquilo, muy flojo, ha empezado un poco a mediados de mes», reconoce.

Mantener las tradiciones

En la misma calle, está el bar Trikuharri. Al igual que para el resto de la hostelería, para su responsable, Aitzol Irazusta, este 2020 ha sido un año para olvidar. Ayudas que tardan en llegar, trabajadores con problemas para cobrar el ERTE... «Más allá de la parte económica, está la incertidumbre; el no saber cómo hacerle frente a la situación ni qué vendrá después. Y el enfado, porque las decisiones no se están tomando bien», opina el propietario.

Tras el último cierre, han levantado la persiana porque tenían ganas de estar con la gente, con los clientes; pero considera que es «una irresponsabilidad» por parte de los dirigentes, dado que la situación no es propicia. «Lo dicen los datos. No es una buena medida abrir los bares, menos aún a partir de un fin de semana. Iremos a peor y además nos echarán la culpa a nosotros. Las decisiones políticas tienen consecuencias y los primeros responsables de ellas son los dirigentes, no las personas».

Además, este año echará en falta el ambiente de Santo Tomás para alegrar un poco estos meses tan negros. Es un día especial, con mucho ambiente desde primera hora en el Antiguo. «Solemos dar desayunos desde la mañana, huevos fritos, txistorra, patatas... Viene mucha gente a tomar fuerzas para encarar el día. No es la Parte Vieja o Gros, pero es un ambiente muy bonito. En ese sentido, es un barrio muy rico». Muchos clientes de ese día son precisamente quienes hacen el recorrido de ida o de vuelta a esos focos de la fiesta. Faltarán muchos y esa será otra ausencia a sumar. Irazusta prevé que económicamente les afecte. «De todos modos, algo haremos. Nosotros seguiremos ofreciendo pintxos a nuestros clientes».

Otro que mantendrá la tradición de obsequiar con txistorra a quienes consuman en su establecimiento es Pablo Loureiro, propietario «Este año hemos vendido especialmente trajes para los más pequeños. Para sacarles fotos y por tener una ilusión. Aunque sea para ir de casa a la ikastola». Marian TELLERIA Mercería TK de Casa Urola. Considera que el de Santo Tomás es uno de los días clave de la Parte Vieja, junto con otros «emblemáticos» como la víspera de la Virgen, regatas y, por supuesto, el día de San Sebastián. En todos repiten esquema, clientela de Donostia y de la provincia que lleva años comiendo en esas fechas señaladas en este restaurante de la calle Fermín Calbetón. «Son las mismas mesas, las mismas caras. Comen y hacen una sobremesa larga. Ese día les dejamos el restaurante un poco para ellos», apunta el cocinero. Este año no podrá ser así, será una fiesta «muy descafeinada». Loureiro está resignado. «Esperar que pase y que llegue Santo Tomás del año que viene y el Donostia de dentro de dos. Que vengan las fiestas de verdad».

Incertidumbre y ansiedad

De cara a las Navidades, han introducido el «take away», a la espera de lo que pueda venir. Reconoce que este es el año más difícil que le ha tocado vivir desde que reabrió el restaurante en 2012. «Está siendo bastante complicado para poder hacer las cosas como nos gusta y sobre todo el no saber qué pasará dentro de quince días. No tener seguridad de nada. Esa incertidumbre es la que nos está minando a los hosteleros». Los bares y restaurantes del barrio se han llevado la peor parte, pero el comercio también acusa la situación.

Oihane Oronoz, de la tienda Enbata comparte que lo más complicado es el no saber. «Está siendo largo y duro. Sobre todo por la «Está siendo bastante complicado para poder hacer las cosas y sobre todo el no saber qué pasará dentro de quince días. Esa incertidumbre nos está minando a los hosteleros». PABLO LOUREIRO Casa Urola incertidumbre y la ansiedad que eso genera». Santo Tomás es tradicionalmente el inicio de la época de compras navideñas, au que no cumple un patrón concreto: a veces es un buen día de ventas y otras veces no. «Si es entre semana, da igual; si es en fin de semana, nos hace más daño que beneficio, pero sin dramas», aclara la responsable de la tienda de la calle Mayor donostiarra. Habitualmente abren medio día, alargando un poco la mañana, y aprovechan para juntarse en la tienda con conocidos y visitas. Este año, será otro día más. Espera salvar las Navidades, con la vista puesta en lo que puede traer el año nuevo. «Lo que más miedo nos da es febrero-marzo. Está claro que pasadas las navidades habrá nuevos cierres y no sabemos ni cómo ni cuánto nos afectarán».

De momento, el otoño ha sido algo mejor que el verano, dentro de lo malo. El puente de diciembre han notado movimiento, pese al confinamiento perimetral, con lo que han aumentado las ventas. «Estamos sorprendidas. Psicológicamente la gente funciona distinto, suponemos que se notará cuando tengan vacaciones». También notan el apoyo de su clientela. «Algunos comerciantes hemos hecho público cuál es nuestra situación y la gente está apostando por el comercio local, al menos en nuestro caso, y mucha gente nos lo dice».

Agradece también la iniciativa de los bonos, pero le enfada que se anuncien ayudas, que no acaban de llegar, pese a que se dé a entender a la ciudadanía de que sí.