Dabid Lazkanoiturburu

El FBI criba a la Guardia Nacional llegada a Washington para descartar trumpistas

Las agencias de inteligencia estadounidenses controlan a los miembros de la Guardia Nacional para asegurar su fidelidad durante la ceremonia de investidura del presidente electo, Joe Biden, el próximo miércoles.

25.000 soldados de la Guardia Nacional vigilarán el Capitolio y las inmediaciones. (Andrew CABALLERO-REYNOLDS/AFP)
25.000 soldados de la Guardia Nacional vigilarán el Capitolio y las inmediaciones. (Andrew CABALLERO-REYNOLDS/AFP)

Durante el asalto al Capitolio del 6 de enero, cuando seguidores del presidente saliente, Donald Trump, invadieron la sede del Congreso de EEUU, hubo policías que confraternizaron con los asaltantes e incluso les abrieron el paso.

Se han conocido asimismo los lazos de algunos manifestantes –en el pasado e incluso en la actualidad– con el Ejército estadounidense, entre ellos no pocos veteranos.

El general Daniel Hokanson, que dirige la Oficina de la Guardia Nacional, fue entrevistado por la cadena CBS News y preguntado sobre si los militares han sido controlados antes de su llegada a Washington.

«En coordinación con el Servicio Secreto y el FBI, todos los militares que han llegado han pasado una criba», ha confirmado el general.

Soldados en cada esquina, alambres de púas e imponentes vallas...  Joe Biden será investido el miércoles en una capital irreconocible, transformada en un campamento militar.

Entre 21.000 y 25.000 miembros de la Guardia Nacional han sido desplegados en Washington D.C., a los que hay que sumar los que custodian los Capitolios de los 50 estados de la Unión.

La Guardia Nacional no es equiparable a los distintos cuerpos de la Armada estadounidense y está formada preferentemente por militares de reserva y voluntarios que se movilizan en circunstancias excepcionales como las que se viven estos tiempos en EEUU.

En una carta a todas las tropas estadounidenses, los jefes de los estados mayores de la Armada han señalado que los disturbios del 6 de enero son «incompatibles con el Estado de derecho» y han pedido a los soldados «que encarnen los valores e ideales de la nación»

«Ante cualquier tipo de escenario»

El equipo de Biden ha reconocido «preocupación» de cara a la investidura del nuevo jefe de la Casa Blanca este miércoles, aunque ha asegurado también estar trabajando para estar preparado de cara a «cualquier tipo de escenario».

«Estamos en tiempos volátiles, por lo que estamos haciendo preparativos», ha dicho quien será la próxima directora de comunicación de la Casa Blanca, Kate Bedingfield, en un diálogo con la cadena ABC.

Tras la advertencia del FBI sobre posibles «protestas armadas» estos días,  el fin de semana se ha saldado con pequeños conatos de protesta de decenas de hombres armados en al menos cinco estados (Michigan, Texas, Utah, Oregon y Ohio). Se resolvieron sin incidentes notables y con la detención cerca del Capitolio de Washington de una mujer que se habría hecho pasar por policía y de otros dos hombres armados en tres incidentes separados en la misma zona.

Sin embargo, por ahora no se ha confirmado que ninguno de los tres detenidos tuviera una intención clara de provocar nuevos episodios de violencia o que sean siquiera seguidores de Trump.

En el Distrito de Columbia, donde se encuentra Washington, está prohibido llevar armas en público si no están ocultas.

Perfil de los detenidos

El FBI, que ha establecido una oficina específica para evaluar posibles amenazas, ha identificado hasta el momento a unos 200 sospechosos de participar en el asalto y ha detenido a otro centenar.

Entre los detenidos se encuentra Lonnie Coffman, acusado de conducir hasta Washington desde su casa en los bosques de Alabama una camioneta llena de cócteles molotov y otras armas, como un rifle de asalto, varios machetes, bombas de humo, pistolas e incluso una ballesta, han detallado los medios estadounidenses.

El bajo perfil de Coffman, un hombre de 70 años sin antecedentes penales ni redes sociales en las que dejar constancia de sus intenciones, representa una de las grandes dificultades a las que se enfrentan estos días las agencias de seguridad, las cuales lo tienen menos complicado con los grupos de extrema derecha, más acostumbrados a publicar su intenciones a través de Internet.

Precisamente algunos de sus recientes mensajes instan a sus seguidores a «no caer en la trampa».

Algunos expertos creen que los ultras podrían haber abandonado sus planes inmediatos para centrarse, en cambio, en una campaña de desestabilización a más largo plazo.

El hecho de que los grupos fascistas y supremacistas hayan comenzado a coordinarse en aplicaciones encriptadas de mensajería como Telegram puede haber complicado sus planes, aunque también dificulta que el FBI les siga la pista.

La red social Parler, que empleaban muchos de esos grupos y que quedó fuera de servicio hace casi una semana tras su expulsión de los servidores de Amazon, volvió a funcionar este domingo tras conseguir que la alojara una nueva plataforma, llamada Epik.