La actuación policial se inició tras el aviso del ataque de un perro suelto a una persona. Después de que el animal fuera capturado, los agentes comprobaron que carecía de chip de identificación y vacuna antirrábica obligatoria.
Según fuentes policiales, en el transcurso de la investigación localizaron a su propietario en una parcela ocupada ilegalmente y en la que tenía otra perra que también carecía de chip y vacuna.
En el mismo terreno existía además un corral clandestino con tres gallos de raza inglesa y una gallina. Uno de estos gallos presentaba una amputación de la cresta, barbillas, orejas y tenía afilados los espolones, preparación que se suele realizar para peleas ilegales de gallos.
El mismo animal sufría la pérdida del ojo derecho y su propietario no pudo justificar por qué se le habían realizado esas mutilaciones, por lo que fue arrestado como presunto autor de un delito de maltrato de animales.