En Euskal Herria este 40 aniversario de febrero de 1981 es más evocado por la muerte de Joxe Arregi torturado en comisaría o la del ingeniero José María Ryan a manos de ETA que por el asalto al Congreso. Pero en el marco estatal, llegados a 2021 la fecha da pie al revisionismo de las tesis oficiales que presentan aquello como algo pasado ya superado y que paralelamente exaltan el papel de Juan Carlos de Borbón aquella tarde-noche.
Sobre lo primero, a la irrupción de Vox en las Cortes españoles o ahora el Parlament se le suman los conocidos pronunciamientos militares contra el Gobierno de coalición PSOE-UP, trasladados incluso a Felipe de Borbón por carta, o el chat de mandos retirados en el que se hablaba de «fusilar a 26 millones» de españoles «hijos de puta». Visto todo ello, no parece que el golpismo sea una tentación enterrada en el Estado español.
En cuanto al papel del entonces monarca, en el «juancarlismo» se atisban divisiones crecientes una vez aflorados los escándalos de los que ha decidido ponerse a salvo en Emiratos Arabes Unidos. Esta dicotomía se refleja en dos voces especialmente locuaces dentro del PSOE: la de Alfonso Guerra, que apenas año y medio después de aquello sería vicepresidente del Gobierno español, y la de otro peso pesado como José Bono, expresidente del Congreso y exministro de Defensa.
Guerra mantiene la línea intacta: Juan Carlos de Borbón «salvó la democracia» con su aparición televisada para marcar distancias respecto al «tejerazo», aunque fuera ya de madrugada y con todo el pescado vendido. A su juicio, dudar de ello «es fruto de la malevolencia. Todos sabemos que si el entonces rey Juan Carlos hubiese mostrado la menor inclinación de apoyo a los golpistas, estos hubiesen triunfado, haciendo retroceder a España a una dictadura con una grave represión política y social».
«Mezclar sus asuntos financieros con el servicio a España y a la democracia que rindió el rey en la noche del 23 de febrero apoyando la Constitución es utilizar un bulo lanzado entonces por los golpistas en un intento de implicar al rey, y que curiosamente ahora hacen suyo algunos de la extrema izquierda», ha dicho el número dos de Felipe González en entrevista a Efe.
De paso, Alfonso Guerra minimiza el riesgo actual de golpismo que traslucen algunos mensajes: «Son ejemplo de la utilización de las redes sociales para descargar la ira y el descontento de unos pocos con la democracia, sin que comporte riesgo real de pronunciamiento». Y también de paso, carga contra el líder de UP y vicepresidente como él, Pablo Iglesias, por estar cuestionando públicamente que España sea un Estado de Derecho: «Su declaración no es más que la infamia de un ‘figurón’. España vive en una democracia como la de los países de mayor calidad; claro que toda democracia es mejorable, pero no fue esto lo que dijo el vicepresidente».
Resultó que el rey «no esperaba disparos»
En el otro lado puede situarse la revelación, nada inocua, de José Bono en el libro de memorias presentado en 2019 (sí, ese en el que cuenta cómo ensayó con el emérito el modo de saludar enfadado al representante de Amaiur Xabier Mikel Errekondo). Sobre el 23F, Bono habla por boca de un tercero, pero no de un tercero cualquiera: Sabino Fernández Campo, considerado muchos años la persona más cercana a Juan Carlos de Borbón.
Afirma Bono que Fernández Campo le contó que el rey se había reunido antes del golpe con el capitán general de Valencia, Jaime Milans del Bosch, y que intuyó que estaban de acuerdo en que «había que hacer algo» ante la situación política, muy marcada por la acción de ETA. Llegado el 23-F, sigue Bono hablando por boca de Fernández Campo: «El rey lloró cuando escuchó el tiroteo en el Congreso, y me dijo que no esperaba tiros. No esperaba disparos, pero ¿esperaba algo? Yo creo que esperaba algo acorde con la ley, porque Alfonso Armada le había llevado un escrito de un famoso catedrático de Derecho Constitucional que proponía que el rey se presentara personalmente en el Congreso de los Diputados y, después de un discurso en el que destacase la mala situación de España, propusiera un Gobierno presidido por un independiente, previsiblemente Armada. Al rey no le gustaba tener que ser él quien se presentara ante el Congreso. Le advertí de que se trataba de una proposición contraria a la Constitución, ¡menos mal que estaba yo allí!».
Sobra decir que Bono acaba matizando que él no sabe si aquello es verdad o no... y elogiando el papel del rey en general. Pero por si acaso lo ha puesto por escrito, como al parecer le encargó Fernández Campo. Y para Iñaki Anasagasti (PNV), que vivió los años posteriores en las Cortes españoles y lo ha recogido en su blog, el pasaje «no tiene desperdicio. Refleja bien que Juan Carlos de Borbón, lejos de ser el hombre que paró el golpe de Estado, fue quien lo alentó».