La pandemia lleva en remisión a nivel mundial desde la semana del 11 al 17 de enero. Se habla de múltiples factores, pero ninguno se revela como el hecho diferencial. Sí que se descarta que la bajada tenga relación con la campaña de vacunación, dado que el grado de población mundial inmunizada así es ínfimo, no llega al 1%. El pionero es Israel y solo ha vacunado a un tercio de su población (excluyendo a los palestinos de la campaña).
Una explicación muy cabal de este fenómeno es la que hace un paralelismo con la gripe. El virus de la influenza tiene una ventana de menor impacto sobre la población humana que se produce durante esa especie de migración que hace de un hemisferio a otro en busca del invierno. Así, cuando ni en el Norte ni en el Sur hace demasiado frío, la gripe toca suelo.
Esto, sin embargo, no puede dar una explicación completa. Basta mirar un año atrás para darse cuenta de que, en estas fechas fue, precisamente, cuando el coronavirus empezaba a correr como la pólvora. La cepa más antigua que se ha hallado de forma documentada en la Península es la que entró por Gasteiz entre el 5 y el 14 de febrero. Su llegada se diferencia en días con respecto a otros linajes que entraron por Madrid y Valencia.
Inmunidad
Otra de las causas razonables que se aportan es la existencia ya por fin de cierta inmunidad entre los humanos. Tampoco esto puede bastar. Si bien la inmunidad no es la misma que cuando todo esto empezó, países muy densamente poblados apenas cuentan con inmunidad, como por ejemplo China o incluso India. De hecho, existe un puñado de países, pequeñas islas del Pacífico y alguna del Caribe, que siguen sin haber registrado un solo caso.
India merece un punto y aparte. Por mucho que se le impute no tener un buen sistema de detección del virus y que, en consecuencia, no reporte el volumen real de casos, lo que ha sucedido allá es fascinante. Ayer registró 14.199, una séptima parte de los que encontraba a mediados de setiembre.
Los que más casos reportan siguen siendo los mismos. Ayer lideraban la lista EEUU (55.000) y Brasil, con 47.000. El gigante sudamericano sigue estancado, pero para los estadounidenses supone un hito pues superaron la barrera de los 300.000 en enero. Europa, a su vez, notifica la mitad de casos que a inicios de noviembre.
Otra posibilidad, esta ya mucho menos razonable, es que quien flaquee sea el propio coronavirus. No parece plausible porque los cierres fronterizos han hecho que cada país tenga un ecosistema de variantes circulando muy distinto. Y es más, las variantes que sí están logrando saltar de un país a otro son, precisamente, aquellas que son capaces de infectar a más gente. De ahí que el virus, en lugar de hacerse más débil, esté ganando en infecciosidad.
Demografía
Existe, además de todo, un factor puramente demográfico. La humanidad no está repartida uniformemente. En el Hemisferio Norte vive el 87% de la población mundial. Y el pico de población, en función de la latitud, se encuentra alrededor del Trópico de Cáncer. De ahí que una mejoría climatológica estacional en estas latitudes repercuta a nivel mundial.
Por otro lado, aunque las herramientas de contención no han variado (distancia, mascarilla, confinamientos...), la humanidad sí que parece haberle tomado la medida al covid y, tras meses de errores, los países han aprendido a emplear medidas de contención más acertadas para atajar, cada uno, su ola.
Lamentablemente, la OMS y grandes epidemiólogos insisten en que esta mejoría, sostenida por pilares endebles, será temporal. Dicen que es un tregua.