A las seis en casa
En Ipar Euskal Herria cada vez son más las voces que reivindican la territorialidad, el sentimiento de injusticia es cada vez mayor, ya que las decisiones ligadas al covid-19, que nos afectan todos los días, están tomadas desde París, sin tener en cuenta la situación del territorio. En muchos aspectos de la vida, el centralismo del Estado francés es manifiesta, y las decisiones que se toman a 800 kilómetros desde una perspectiva parisina sin incontables, pero en el caso de las medidas sanitarias esto está quedando en evidencia de una manera mucho más abrupta y directa. Y es que, entre otras medidas, hay que estar todos los días en casa a las seis.
La diferencia de la presencia del covid-19 entre los territorios del Estado es enorme, pero no los son las medidas; mientras la incidencia a nivel estatal es de 222 y en la región de Nueva Aquitania de 122, en los tres territorios del norte de Euskal Herria está por debajo de 50 (según la página web Covicarte, que se basa en los datos ofrecidos por Sanidad, sería de entre 20 y 50). Pero aún así, el toque de queda sigue siendo el mismo que en las zonas que se encuentran en 347, como en Seine-de-Marne.
Durante toda la pandemia las medidas restrictivas se han aceptado en mejor o peor medida entre los ciudadanos, pero en general se sabía por qué se estaba limitando el contacto social y contra qué se estaba luchando. Pero teniendo en cuenta la situación actual, el toque de queda tan restrictivo es más difícil de aceptar. Ahora que los días se van haciendo cada vez más largos, el tiempo primaveral está ya con nosotros y mirando alrededor son pocos o nulos los casos de covid-19 que se conocen, es un trago más difícil de pasar. Sobre todo cuando se oye a Emmanuel Macron decir que esta medida se alargará todavía entre cuatro y seis semanas más.
Por supuesto, la del toque de queda no es de la única medida, aunque sea la más restrictiva. También están cerrados todos los centros culturales y la hostelería desde octubre. Las reivindicaciones de estos sectores están en la calle. Este miércoles los hosteleros han llevando su protesta ante la comisaría de Baiona, y el jueves será el turno de los actores culturales, y es que están prohibidas incluso las actuaciones en lugares abiertos, al aire libre.
Las especificidades territoriales, en cambio, sí se están teniendo en cuenta en el otro sentido, ya que las medidas no son las mismas en la zona de Niza o de Dunkerque, en donde se ha impuesto un confinamiento también el fin de semana, por las altas tasas de incidencia, e incluso se está estudiando establecerlo en todas las zonas de vigilancia reforzada.
Es decir, la territorialidad es una herramienta considerada y utilizada desde el Gobierno, pero desde París se ha decidido no usarla en las zonas de poca incidencia, a pesar de que malestar social es cada vez más patente y el sentimiento de injusticia resulta cada vez mayor. Así lo subrayó este martes en la Asamblea Nacional el diputado bretón Paul Molac, que pidió que se retrasase el toque de queda hasta las ocho, y recordó que la zona del suroeste del estado y la zona de bretaña, se han visto mucho menos afectadas durante toda la pandemia.
Ante la petición del diputado, el Ministro de Solidaridad y de Sanidad Olivier Véran reconoció que había una «heterogeneidad» entre los territorios, en un estado en el que la «homogeneidad», y la «igualdad» que establece el sacrosanto lema de la República Francesa es inviolable. El malestar social es uno de los parámetros que también se tiene en cuenta a la hora de establecer las medidas, pero parece que desde París esta «heterogeneidad» no es merecedora de la demandada concertación con los electos de las zonas con una baja presencia del virus.
Las referencias a las bases de la República establecidas durante la Revolución francesa se dejan oír, cuando en la lucha entre los jacobinos y los girondinos ganaron los primeros imponiendo un estado altamente centralista frente un estado más federalista defendido por los últimos. En estos momentos de crisis, lo que se reivindica en primer lugar y con mayor vehemencia son unas medidas coherentes y lógicas con la situación territorial, lo que deja en evidencia los perjuicios de la centralización.
Es por ello que cada vez se oyen más alto en estas zonas «periféricas» las voces a favor de la descentralización. Incluso entre las personas que no ponen en entredicho la unidad y la entidad del Estado francés, se reivindica que las decisiones se puedan tomar en casa y no desde París.