Mikel Insausti
Crítico cinematográfico

La soledad y el abandono en la vejez

EL AGENTE TOPO
Chile. 2020. 90’. Dtora y guion.: Maite Alberdi. Prod.: Marcela Santibañez/ Micromundo Producciones/ Motto Pictures/ Volya Films/ Malvalanda/ Sutor Kolonko. Int.: Sergio Chamy, Romulo Aitken, Berta Ureta, Petronila Abarca, Sonia Pérez, Zoila Gonzalez, Marta Olivares, Rubira Olivares.

La directora chilena de origen vasco Maite Alberdi, a por un Óscar. (NAIZ)
La directora chilena de origen vasco Maite Alberdi, a por un Óscar. (NAIZ)

Aunque Maite Alberdi es chilena de nacimiento, en Euskal Herria estamos muy pendientes de sus opciones para llevarse el Óscar al Mejor Documental porque la cineasta mantiene el vínculo con la tierra de sus antepasados, tal como lo reflejó en su cortometraje ‘Yo no soy de aquí’ (2016), protagonizado por Josebe Echaveguren, una octogenaria natural de Errenteria.

Por su temática ya conectaba con su aclamado largometraje ‘El agente topo’ (2020), pues también se desarrollaba en una residencia de ancianos, donde la señora vasca sufría de Alzheimer, lo que le llevaba a recordar su niñez, antes de que su familia se fuera al exilio chileno huyendo de la Guerra del 36.

El círculo se cerró en cierta forma cuando en el SSIFF 68 la más premiada de sus películas recibía el Premio del Público, al que después se ha sumado el Goya a la Mejor Película suramericana.

A mi modo de ver, ‘El agente topo’ (2020) es una docuficción antes que un falso documental. Maite partió de un anuncio en el diario ‘Mercurio’ en el que se ofrecía un trabajo para un anciano, lo que dejó atónito a Sergio Chamy, quien acaba de enviudar y necesitaba de terapia ocupacional, algo tan difícil a una edad avanzada.

Debía infiltrarse en el centro geriátrico El Monte para investigar un posible maltrato a una de las residentes, misión que requería un adiestramiento previo por parte del detective Rómulo Aitken, consistente en aprender a usar tecnología y los típicos gadgets que venden en la tienda del espía.

Bajo la apariencia de una comedia de espionaje, la historia se va reescribiendo a sí misma a medida que se ahonda en la realidad interna del lugar, hasta convertirse en un drama de denuncia sobre la soledad y el abandono que se sufre en la vejez, con lo que la responsabilidad última pasa del personal sanitario a las propias familias, que se olvidan de sus mayores.