Ekaitz Esteban Martín

El futuro de Chad está en juego

La inquietud e incertidumbre provocadas por la muerte en combate del recién reelegido presidente chadiano, Idriss Déby, ha provocado el temor a un aumento de la inestabilidad no solo en el país, sino en toda la región.

El fallecido presidente chadiano, Idriss Déby Itno, junto a su hijo y sucesor, el general Mahamat Idriss Déby. (STR / AFP)
El fallecido presidente chadiano, Idriss Déby Itno, junto a su hijo y sucesor, el general Mahamat Idriss Déby. (STR / AFP)

«El mariscal acaba de dar su último aliento defendiendo la integridad territorial en el campo de batalla», fueron las palabras pronunciadas por Azem Bermandoa Agouna, portavoz del Ejército de la República de Chad. Estas fueron las primeras declaraciones oficiales para confirmar que el presidente, Idriss Déby Itno, había fallecido en el campo de batalla en su lucha contra el Frente para la Alternancia y la Concordia de Chad (FACT).

Este grupo entró en territorio chadiano el 11 de abril, día en el que se celebraban las elecciones en el país lanzando un ataque en las regiones de Kanem y Tibesti. Aquel día comenzó una lucha encarnizada entre este grupo rebelde y las fuerzas gubernamentales, con especial crudeza en el norte del país.

Tras la muerte de del ya expresidente ha sido su hijo Mahamat Idriss Déby quien se ha hecho cargo de la situación no sin antes disolver el Gobierno y el Parlamento. Este dirige el Consejo de Transición Militar que ostentará el poder durante 18 meses antes de convocar elecciones libres.

Antecedentes
Déby tomó el poder en diciembre de 1990 tras una rebelión contra su predecesor, Hissène Habré. Desde entonces Déby gobernó el país con puño de hierro, ganando hasta en seis ocasiones diferentes los comicios; los últimos, los celebrados el pasado día 11 de abril.

En estos casi 30 años de mandato el fallecido presidente tuvo que hacer frente a numerosos intentos de golpe de Estado, uno de los cuales estuvo a punto de derrocarle en 2008, cuando los rebeldes llegaron hasta la capital, N´Djamena.

Las rebeliones internas y la creciente amenaza del yihadismo, especialmente en los últimos 10 años también han sido una constante.

A pesar de contar con amplias reservas de petróleo, la corrupción endémica del país y la volatilidad del entorno en el que este se encuentra han contribuido a su bajo desarrollo. Según datos de la ONU, alrededor del 80% de los chadianos vive bajo el umbral de la pobreza.

Por un lado, la situación comenzó a crisparse aún más a partir de febrero, cuando Déby se postuló de nuevo como candidato para las elecciones. La crispación se trasladó a las calles, donde se realizaron numerosas manifestaciones que fueron reprimidas por la Policía y en las que hubo numerosos heridos y detenidos. 

Por otro lado, una oposición ya de por sí débil y dividida, que además no fue capaz de articular un frente común, sufrió una dura represión que derivó en detenciones e hizo que algunos de los principales candidatos opositores se retiraran de la contienda electoral.

Esto hizo que la reelección de Idriss Déby no peligrase en ningún momento, independientemente del creciente descontento entre la población. A pesar de que el resultado era relativamente claro de antemano, la Comisión Electoral Nacional Independiente no hizo público hasta el 18 de abril el candidato gubernamental había ganado con el 79,32% de los votos.

Ofensiva
Como ya se ha indicado, la ofensiva rebelde liderada por el FACT que ha culminado con la muerte del presidente comenzó el mismo día en el que se celebraban los comicios. Este grupo, formado al parecer en su mayoría por toubous, penetró en Chad desde Libia, donde tiene su base de operaciones.

El FACT ha sido apoyado por la Unión de Fuerzas de la Resistencia (UFR), que ha puesto en jaque al país en dos ocasiones. La primera, en 2008, cuando solo un bombardeo francés le privó de derrocar a Déby tras haber llegado hasta la capital. La segunda, en 2019, cuando sus fuerzas fueron bombardeada por aviones franceses al entrar en Chad desde Libia.

A pesar de que en un primer momento el ministro chadiano manifestó que la situación militar estaba controlada por el Ejército, los diferentes países con embajada en Chad pidieron a sus ciudadanos y al personal no esencial que lo abandonasen ante el temor a una escalada en la ya grave situación.

Debido a lo complicado del terreno y al aislamiento de determinadas zonas, la información que ha llegado durante estos días ha sido contradictoria, y no se conoce a ciencia cierta lo ocurrido y cuál es la situación real.

A pesar de lo contradictorio de las informaciones, el FACT aseguró haber tomado toda la región de Kanem. Posteriormente, el 18 de abril, y, al parecer, ante el avance de los rebeldes hacia la capital, el Ejército se desplegó en los puntos más importantes de N´Djamena. Ese mismo día. el FACT se replegó hacia el norte tras sufrir numerosas bajas en combate en la región de Kanem.

Tras unos días de lucha la última noticia que cabía esperar era la de la muerte de Idriss Déby, que ha supuesto una auténtica sorpresa y ha caído como un jarro de agua fría entre sus partidarios. Una muerte que se produjo la decisión del presidente  de comandar al Ejército chadiano en el mismo frente de batalla, aunque no se conocen las circunstancias exactas de su fallecimiento.

¿Y ahora qué?
El futuro de Chad es incierto. Déby ha sido un fuerte y fiel aliado de las potencias occidentales, especialmente de Estados Unidos y de Francia, que ha calificado a Déby como un «amigo valiente» y ha manifestado, en un comunicado, que «Chad pierde a un soldado y presidente que ha trabajado por la seguridad del país y de la región incansablemente durante 30 años». El presidente francés, Emmanuel Macron, tenía pensado acompañar a su homólogo en Chad, lo que le ha valido que diferentes medios de comunicación le hayan acusado de ser el garante de un régimen depredador y corrupto.

Las potencias occidentales encontraron en Déby a un luchador incansable contra el yihadismo. En los últimos años, el Ejército chadiano ha mantenido numerosos enfrentamientos en los alrededores del lago Chad contra Boko Haram y el Estado Islámico de África Occidental, además de con filiales de Al-Qaeda en la zona del Sahel. Se presupone que Mahamat Idriss Déby seguirá los pasos de su padre en materia de lucha contra el yihadismo, pero no queda claro si los socios occidentales tendrán la misma confianza en él que en su progenitor y predecesor.

Otra cuestión a tener en cuenta es como afectará esto al G5 del Sahel, al que Chad aporta tropas y que ha mostrado su apoyo a la «transición en curso» dirigida por los militares. Este marco de cooperación regional está siendo cada vez más cuestionado por París y Washington, al ver que la violencia no disminuye, sino que aumenta con el paso del tiempo. Puede que la muerte de este hombre fuerte haga que estos países se replanteen cuestiones como la de si es rentable seguir manteniendo desplegados a soldados en lugares tan recónditos, y más con resultados tan discretos.  

Asimismo, su situación geográfica es complicada. Chad se encuentra totalmente rodeado de países muy inestables con diferentes conflictos en los que N´Djamena, de forma más o menos directa, está implicado.

Al norte limita con Libia, donde colaboró con las fuerzas del LNA que luchaban por el mariscal Khalifa Haftar. No es la única influencia que ejerce sobre Libia, ya que también actúa como tapón para frenar a los migrantes que pretenden llegar hasta ese país y utilizarlo como puente hacia Europa.

En el este se encuentra Sudán, y más concretamente la inestable región de Darfur, de donde provienen más de un millón de refugiados que residen en suelo chadiano.

Al sur aparece la República Centroafricana, un país desangrado por un conflicto civil que dura ya años y donde soldados, rebeldes y mercenarios chadianos han participado, en uno u otro momento, en los enfrentamientos.

Al suroeste Camerún y Nigeria. El primero de ellos inmerso en una batalla en la zona anglófona de Ambazonia y el segundo, sumido en una lucha contra la insurgencia islamista en las zonas fronterizas con Chad.

Por último, está Níger, en el oeste de cuyo territorio Chad tiene numerosas tropas desplegadas y ha sufrido ya decenas de bajas.

Libia, República Centroafricana y Nigeria han puesto a sus tropas en máxima alerta en las fronteras que comparten con Chad.

Todo esto, unido a los desafíos que ha propuesto la pandemia del covid-19 pueden dar al traste con años de intento de pacificación de la región. Si esto ocurre podemos estar ante un escenario muchísimo peor que el que se ha podido ver hasta ahora y convertirse en una especie de autopista para los diferentes grupos yihadistas y criminales de todo tipo.

Por lo pronto, además de la disolución del Parlamento y del Gobierno, se acordó establecer un toque de queda que ha sido reducido a entre las 20:00 y las 05:00 horas y durante un día se cerraron las fronteras aéreas y terrestres.

La primera reacción del Frente por el Cambio y la Concordia en Chad fue anunciar que va a continuar con su ofensiva sobre N´Djamena y que derrocará a Déby, una ofensiva a la que también se ha unido el Consejo de Comando Militar para la Salvación de la República, otro grupo rebelde asentado en Libia.

En cuanto a la oposición interna, los principales partidos, integrados en la coalición Alternance 21, y la Unión de Sindicatos de Chad denuncian un «golpe de Estado institucional» y «la toma del poder por las armas», rechazan un traspaso de poderes «monárquico» y reclaman una transición dirigida por civiles a través de un diálogo inclusivo.