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Madrid blinda la frontera de Ceuta tras el desafío migratorio de Rabat

El Gobierno español blindó la frontera sur de Europa en Ceuta tras el desafío migratorio de Marruecos en plena crisis diplomática a raíz de la hospitalización del presidente saharaui, Brahim Ghali. Unas 8.000 personas entraron de forma irregular a Ceuta, y 4.000 fueron devueltas de forma inmediata.

Soldados y guardias civiles vigilan para que no haya nuevas llegadas de migrantes a la blindada playa ceutí del Tarajal. (Antonio SEMPERE/AFP)
Soldados y guardias civiles vigilan para que no haya nuevas llegadas de migrantes a la blindada playa ceutí del Tarajal. (Antonio SEMPERE/AFP)

La llegada masiva de personas migrantes de toda edad y condición desde Fnideq (Marruecos), para atravesar la frontera terrestre con Ceuta continuó ayer por segundo día consecutivo ante la mirada impasible de la Policía marroquí y el silencio oficial de Rabat. A nado o a pie bordearon el espigón vallado que hace de frontera. El lunes por la noche un joven murió ahogado.

En 24 horas se registraron unas 8.000 entradas irregulares y el Ministerio español de Interior informó de que a media tarde se había tramitado ya la devolución inmediata de unas 4.000 personas y se había habilitado un sistema de gestión para agilizar los trámites, acompañado de un aumento de efectivos policiales.

Diversas organizaciones humanitarias y muchos ciudadanos daban asistencia a los que llegaban, la mayoría jóvenes y menores que arribaban con lo puesto, ya que la crisis migratorias es también una crisis humanitaria. Mientras, unidades del Ejército de Tierra se desplegaban con tanquetas en la playa del Tarajal y en las calles de Ceuta para impedir, incluso con gases lacrimógenos, la entrada irregular de más personas y, junto a decenas de policías y guardias civiles, devolver en caliente a los migrantes –cerca de 2.000 menores– procedentes de Marruecos que buscan asegurarse un futuro.

Lo sucedido en Ceuta en las últimas horas, además de poner el alerta también a Melilla, es, según analistas, un toque de atención de Marruecos al Estado español motivado por la cuestión del Sahara Occidental, prioridad absoluta para la diplomacia alauí y el prisma a través del cual ve sus relaciones con otros países.

La irritación de Rabat ha aumentado desde la llegada a Logroño en abril de Brahim Ghali, presidente de la RASD y líder del Frente Polisario, para ser hospitalizado por covid-19, y a quien ayer el juez de la Audiencia Nacional española Santiago Pedraz abrió una segunda causa por «crímenes de lesa humanidad».

Madrid alegó razones «estrictamente humanitarias», pero Rabat lo consideró «muy hostil» y pidió explicaciones, lo que provocó una crisis diplomática.

«No se pueden aceptar»

La propia embajadora marroquí en Madrid, Karima Benyaich, convocada ayer por el Ministerio de Exteriores español  y llamada luego a consultas por su Gobierno, aseguró que en las relaciones entre países hay actos que tienen consecuencias «y se tienen que asumir», en velada referencia a la decisión de prestar atención a Ghali. «Hay actitudes que no se pueden aceptar», sostuvo.
Las autoridades marroquíes advirtieron de que podría utilizar la carta migratoria como medida de presión si el Gobierno español no reconsideraba esa decisión de acoger a Ghali.

Parece que así ha sido, aunque Madrid se resiste a vincular públicamente ambas cuestiones, y que Ceuta está pagando esa crisis, ya que no es posible un flujo migratorio como el que ha llegado a la ciudad desde Marruecos sin que Rabat mire a otro lado. «No es una casualidad, miles de personas no entran así de forma espontánea», dicen los expertos.

La portavoz del colectivo Caminando Fronteras, Helena Maleno, señaló que los migrantes marroquíes que cruzaron a Ceuta a nado sabían de antemano que habría una relajación de la vigilancia de la frontera del lado marroquí y que varias fuentes le contaron con antelación que esa situación «se podía dar».

El presidente de Ceuta, Juan Jesús Vivas (PP), denunció la «pasividad cómplice» de Marruecos.
Según Efe, la actitud de la Policía marroquí era cambiante: unas veces permitían a los emigrantes pasar y atravesar el vallado metálico, por abajo o por arriba, mientras que otras trataban de impedirles acercarse, pero se veían superados por la multitud.

La amenaza de la «carta migratoria» en manos de Rabat, que los españoles creían que se había jugado en Canarias desde finales de 2019, se ha materializado ahora en el norte de Marruecos, en las costas del Mediterráneo.

Para algunos analistas, la presencia de Ghali no es más que un «pretexto» y, desde que EEUU reconociera la soberanía marroquí sobre el Sahara Occidental en diciembre, Marruecos presiona a Madrid y París para que cambien su posición. Y sin la colaboración marroquí, es difícil frenar la inmigración irregular.

En este sentido, el representante del Frente Polisario para el Estado español, Abdullah Arabi, pidió al Gobierno de Madrid «no caer en la trampa de Marruecos», tras señalar que la actual crisis en Ceuta «nada tiene que ver» con la hospitalización de Ghali. Recordó que es una política de presión que Marruecos siempre ha utilizado para «condicionar a los demás». A su juicio, el Estado español y Europa deben abrir un «proceso de reflexión profunda sobre la conveniencia de tener a Marruecos como socio y garante de sus fronteras».

El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, viajó ayer a Ceuta y Melilla. Prometió la «máxima firmeza» para el retorno a la normalidad de la ciudad norteafricana y sus fronteras. «Mi prioridad –añadió– es garantizar el control del tránsito en la frontera con Marruecos y dotar a Ceuta y Melilla de los medios necesarios para hacer frente a la crisis humanitaria y proceder a la devolución inmediata de todo aquel que haya entrado irregularmente». Pero insistió en considerar a Marruecos «un país socio, un país amigo de España».

El propio ministro español de Interior, Fernando Grande-Marlaska, desvinculó esta crisis de las tensiones diplomáticas de las últimas semanas. «Tenemos una relación con el Gobierno de Marruecos absolutamente fructífera en materia migratoria», dijo.

Bruselas expresó su solidaridad con el Estado español y pidió a Marruecos, a través de la comisaria europea Ylva Johansson, que evite las «salidas irregulares» desde su territorio, al tiempo que insistía en que los migrantes sin papeles deben ser «devueltos de manera ordenada y efectiva».ye