NAIZ
Nueva York

La pandemia de covid ha contribuido al mayor aumento del hambre en el planeta en décadas

La pandemia ha desencadenado el mayor aumento del hambre en décadas, disparando el porcentaje de personas subalimentadas hasta casi el 10% de la población mundial, tal como consta en un informe presentado este lunes por varias agencias de Naciones Unidas. No es cuestión de falta de alimentos.

Varios niños caminan junto a un vertedero en Libreville, la capital de Gabón. (Steeve JORDAN/AFP)
Varios niños caminan junto a un vertedero en Libreville, la capital de Gabón. (Steeve JORDAN/AFP)

Si en 2019 un 8,4% de la población mundial sufría subnutrición, ese porcentaje alcanzó el 9,9% en 2020, con continentes especialmente afectados como África, donde el hambre llega a afectar a uno de cada cinco habitantes (21%).

El aumento del hambre el pasado año ha sido cinco veces mayor que la subida más importante registrada en los dos últimos decenios, según ha destacado el director general de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), Qu Dongyu.

En total, se calcula que entre 720 y 811 millones de personas en todo el mundo sufrieron hambre en 2020, unos 161 millones más que el año anterior, en lo que el documento considera un «empeoramiento espectacular» de la situación alimentaria a nivel global.

El informe avisa de que, sin grandes cambios, será imposible cumplir con el objetivo de acabar con el hambre para 2030, una de las principales metas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) pactados por la comunidad internacional. Una meta que en estos momentos se antoja irrealizable.

«Un problema mucho mayor»

El estallido de la pandemia y la crisis económica que ha generado fueron los principales catalizadores del aumento del hambre en 2020, pero la evolución ya era mala desde hacía años.

El documento de la ONU subraya que el coronavirus es «solo una pequeña parte de un problema mucho mayor» y apunta a otros factores, como la crisis climática, los conflictos o unos sistemas alimentarios muy ineficientes.

«La covid-19 ha empeorado las cosas y ha dejado clara la conexión entre desigualdad, pobreza, alimentación y enfermedades», ha señalado el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, en un comunicado en el que comenta el informe.

Ha recordado que, a pesar de que la producción de comida se ha incrementado un 300% desde mediados de la década de 1960, la malnutrición sigue siendo un problema muy importante.

El diplomático portugués, que ha convocado una cumbre internacional sobre alimentación para el mes de setiembre, ha indicado que en un mundo con tanta abundancia de alimentos como el actual no debería permitirse que haya «miles de millones de personas sin acceso a una dieta saludable».

En la misma línea, el jefe del Programa Mundial de Alimentos (PMA), David Beasley, ha insistido en que el mundo cuenta con recursos de sobra para evitar que nadie pase hambre y ha puesto como ejemplo el hecho de que durante el año pasado, en plena crisis de la covid-19, se crease un nuevo ‘milmillonario’ en el mundo cada 17 horas.

«Hay una riqueza de 400 billones de dólares en el mundo hoy. No debería haber un solo niño (...) con problemas de nutrición con toda la riqueza y todo el aumento de patrimonio financiero en los últimos 12 meses», ha subrayado durante un acto virtual para presentar el documento.

Hay fórmulas para darle la vuelta la situación

Beasley y otros líderes de agencias de la ONU que han participado en el informe, como la directora ejecutiva de Unicef, Henrietta Fore, han advertido de que, sin cambios profundos, será imposible cumplir con la meta de acabar con el hambre para 2030.

De hecho, la previsión es que 660 millones de personas sigan sufriendo hambre en 2030 y solo «en parte por los efectos de la covid-19», que añade unos 30 millones a ese cálculo.

Para contrarrestar el aumento del hambre, el informe plantea la necesidad de medidas como consolidar la paz en las zonas en conflicto, aumentar la resiliencia al cambio climático y a las adversidades económicas de los más vulnerables, intervenir en las cadenas de suministro para reducir el precio de los alimentos nutritivos, hacer frente a la pobreza y a las desigualdades estructurales, y modificar las pautas de consumo para que sean más nutritivas.

«Si no se da respuesta a estos asuntos de una forma muy seria, vamos a ver hambrunas masivas y una desestabilización de países y migraciones en masa», ha augurado Beasley.