Decenas de familiares y amigos han recibido a Agustin Almaraz Larrañaga esta mañana de lunes en el exterior de la cárcel de Basauri, última estación de un periplo carcelario de más de un cuarto de siglo que refleja toda la dureza de la política aplicada estas décadas.
Hay tres daños reseñables, además de la duración del cautiverio. Por un lado, la mayor parte de la condena la ha cumplido en la otra punta de la Península, en Puerto de Santa María (Cádiz). El 98% lo ha pasado en primer grado, puesto que solo se le concedió la progresión a segundo hace pocos meses, en febrero. Y en esa comunicación Instituciones Penitenciarias reconocía explícitamente que Almaraz había cumplido las tres cuartas partes de la condena en 2014, por lo que ha pasado siete años preso de modo indebido, a causa únicamente de la excepcionalidad aplicada a los miembros de EPPK.
Almaraz, natural de Santutxu, fue detenido por la Ertzaintza en Navidades de 1995 en Gasteiz acusado de formar parte del «comando Araba» de ETA. En la misma redada resultados capturados Iñaki Alonso y Nerea Bengoa.
Allí comenzó un recorrido carcelario que le ha llevado por Carabanchel, Valdemoro, Ocaña, Burgos y Puerto (destino principal de cumplimiento). En la dinámica de acercamientos emprendida por el Gobierno español, entrado este año fue llevado a Estremera (Madrid); un segundo bote a Zuera; y finalmente a Basauri.
No ha dispuesto de permisos, como está ocurriendo con la mayoría de los presos, aunque el segundo grado los permite legalmente. Desde hoy está al fin libre, en casa.