Martxelo Diaz
Aktualitateko erredaktorea / redactor de actualidad

Una postal de la ciudad que tenemos

Palos y golpes en Arrotxapea contra quienes pretenden autoorganizarse al margen de la jerarquía institucional, barra libre al descontrol y al consumismo en Alde Zaharra.

Enrique Maya, alcalde de Iruñea, en el salón de plenos del Ayuntamiento (Jagoba MANTEROLA/FOKU)
Enrique Maya, alcalde de Iruñea, en el salón de plenos del Ayuntamiento (Jagoba MANTEROLA/FOKU)

El jueves pasado Iruñea nos ofreció una imagen casi distópica de la ciudad que se está construyendo en los últimos tiempos. Por un lado, era el segundo día en el que se implantaba la OTA en la Txantrea (y en Sanduzelai y Arrotxapea Norte), a pesar de que una buena parte del vecindario considera que no es necesaria y reclama un proceso participativo que hasta el Defensor del Pueblo ve con buenos ojos. Pues no. Despotismo ilustrado. El Ayuntamiento sabe lo que es bueno y decide sin consultar a los afectados. Ya dijo Maya que sin OTA la Txantrea sería «un infierno».

Por la mañana en Arrotxapea y por la noche-madrugada en Alde Zaharra se nos mostró gráficamente cuál es la oferta para la juventud. Palos y golpes en Arrotxapea contra quienes pretenden autoorganizarse al margen de la jerarquía institucional, con imágenes tremendas que llegaban a recordar lo sucedido con Elhadji Ndiaye. Barra libre al descontrol y al consumismo en Alde Zaharra, alfombra roja al desfase tras años de convertir un barrio en un parque temático olvidando que hay personas que viven en él. Hay quien se queja de que la juventud no se implica, pero luego se golpea la cabeza de quien lo hace.

Y en medio de todo ello, para completar el modelo de ocio del bueno, del no participativo, del no autogestionado, del contemplativo, comienza el evento hípico en la Ciudadela. Otro ejemplo de gestión opaca y oscurantista que puede acabar incluso en los tribunales, según avanzan. Una cosa es beneficiar a los amigos para que muestren a la plebe qué bien montan y otra cosa es que haya que forzar la legalidad para hacerlo.

Esta es la postal de Iruñea, pero en otras ciudades es similar. Desapego institucional hacia la ciudadanía e intentos de criminalización de la protesta. Por cierto, si alguien piensa que algún partido controla al movimiento vecinal de un barrio como la Txantrea o la juventud de otro barrio como Arrotxapea es que está más alejado de la realidad de lo que muestran las declaraciones de perogrullo.