Más de 1.500 ONG ecologistas presentes en 130 países pidieron ayer formalmente que la Cumbre del Clima (la COP26) de Glasgow, prevista para las dos primeras semanas de noviembre, se posponga. No porque esta reunión anual que tiene lugar bajo el paraguas de la ONU no sea importante –estas ONG suscriben que es «urgente» tomar medidas frente al cambio climático–, sino porque el reparto mundial de las vacunas ahonda todavía más en las diferencias entre ricos y pobres en la política internacional.
Todas las cumbres del clima que organiza la ONU se venden como muy importantes o trascendentales. En la mayoría de los casos, casi todo es propaganda, pero esta Cumbre del Clima, la COP26 de Glasgow, de verdad trae visos de ser relevante. Por esto la ONU respondió que va a seguir adelante.
Las COP se celebran todos los años saltando de país a país, pero los grandes acuerdos, como en cualquier otro foro internacional, siempre se dan en países ricos y poderosos. Baste recordar que los documentos a revisar en la COP de Glasgow son el Protocolo de Kyoto (Japón) y el Acuerdo de París.
La COP26 llega con un año de retraso debido a la pandemia y, además, después de seis años sin pisar un país de relevancia. No lo ha hecho desde París, en 2015. Las últimas COP tuvieron lugar en Marrakech, Fiji-Bonn, Katowice (Polonia) y Madrid. Aunque la de Madrid tiene trampa, pues el verdadero organizador era Chile, que tuvo que desistir de acoger al Cumbre debido a las protestas populares contra el presidente, Sebastián Piñera. Para colmo, la COP de Madrid salió rana y su resultado fue calificado de «débil» por los propios organizadores. En realidad, la COP de Madrid fue un paso atrás. Donald Trump ni siquiera acudió. Fue el primer inquilino de la Casa Blanca que se pasó de la cita olímpicamente.
Por tanto, la COP26 llega con un año de retraso debido a la pandemia, con un presidente de EEUU más sensible a la crisis climática y con una moderada esperanza derivada de la importancia de la sede, Gran Bretaña (Escocia). ¿Por qué entonces se oponen las grandes ONG ecologistas a la celebración?
Se oponen por la desigualdad de armas derivada de la pandemia. No es que la lucha contra el covid obligue a aparcar la lucha contra el cambio climático, sino que los países del Sur y los activistas procedentes de países de rentas medias y bajas ni siquiera podrán acudir. O no les van a dejar entrar al país o los costes de asistencia serán inasumibles.
A fin de cuentas, los niveles de vacunación que existen en Euskal Herria y la percepción de cierta cercanía del final de la pandemia son un espejismo. Tal y como recoge el comunicado de la red Climate Action Network (CAN), la red que agrupa a estas 1.500 ONG, mientras en Europa se ha vacunado a un 57% de la población, en África solo se ha inmunizado a un 3%.
Dicho de otra manera, a la discriminación ya existente se va a sumar la discriminación derivada de las restricciones de entrada en Gran Bretaña para personas provenientes de países con bajas tasas de inmunización.
«Nuestra preocupación es que los países más afectados por la crisis climática y los que sufren la falta de apoyo de las naciones ricas en la provisión de vacunas queden fuera de las conversaciones y brillen por su ausencia en la COP26. Siempre ha habido un desequilibrio de poder inherente en las conversaciones de la ONU sobre el clima, entre las naciones ricas y las pobres, y esto se agrava ahora con la crisis sanitaria. Si observamos el calendario actual de la COP26, es difícil imaginar que pueda haber una participación justa del Sur Global en condiciones de seguridad y, por lo tanto, debería posponerse», declaró ayer Tasneem Essop, Directora Ejecutiva de la Climate Action Network.
En opinión de esta portavoz de las principales ONG ecologistas del planeta, «nuestra lucha por la justicia climática y nuestros esfuerzos por responsabilizar a los gobernantes no pueden desvincularse de las causas profundas que siguen perpetuando esta desigualdad e injusticia. Las conversaciones sobre el clima son importantes, pero en el contexto actual de apartheid de vacunas no pueden seguir adelante dejando fuera las voces de aquellos que necesitan ser escuchados especialmente en este momento».
Una vacuna popular
No es la única voz que cuestiona cómo se plantea la cumbre. «Reino Unido ha sido demasiado lento en la entrega de sus vacunas de apoyo a los delegados en los países vulnerables y sus requisitos de cuarentena vienen con algunos costos de hotel de saltar las lágrimas. Algunos delegados se encuentran con que no pueden acudir porque muchas de las principales agencias de viajes están cerradas y los costes de los viajes alternativos quedan fuera del alcance de los Gobiernos más pobres y de las organizaciones de la sociedad civil más pequeñas. Si la COP26 sigue adelante tal y como está prevista, me temo que sólo podrán asistir los países ricos y las ONG de esos países», manifestó Mohamed Adow, de Power Shift Africa, con sede en Nairobi.
Asimismo, Jennifer Morgan, directora internacional de Greenpeace (también incluida dentro de la red CAN) se posicionó claramente a favor de que la cumbre se posponga, por temas de equidad y representatividad en los foros internacionales. «La construcción de la confianza multilateral necesaria para el éxito de la COP26 también implica el apoyo a la exención de los ADPIC para una vacuna popular, el cumplimiento de los compromisos de financiación del clima para los países más vulnerables y la eliminación de los combustibles fósiles de la política de una vez por todas».