Marion Cotillard se ha visto sorprendida por la intensidad de los aplausos del público, por la larga ovación. Eso, unida a la sorpresa de ver a su amiga Penélope Cruz dispuesta a entragarle el Premio Donostia, ha hecho que se haya emocionado. Acto seguido se ha fundido en un largo abrazo con Cruz. «No esperaba emocionarme tanto», ha confesado.
Tras saludar con un ‘gabon Donostia’, ha agradecido el reconocimiento de Zinemaldia, que llega en un momento en que se inicia en la faceta de productora. «Estoy muy agradecida por este premio honorífico, que al mismo tiempo me permite compartir con vosotros mi último documental», ha señalado.
Se ha despedido con un «eskerrik asko Donostia», todo un clásico en el festival.
Discreta y elegante, Marion Cotillard se ha mostrado amable y cercana en el encuentro mantenido con la prensa pocas horas antes de recibir el Premio Donostia.
Ha acudido acompañada por la directora Flore Vasseur, autora del filme ‘Bigger than us’, proyecto en el que Cotillard ha participado como productora. El filme se ha proyectado hoy en Zinemaldia –se verá también en la gala inaugural de esta noche–.
En la película la realizadora viaja alrededor del mundo mostrando el trabajo que realizan numerosos activistas, todos ellos muy jóvenes frente a realidades que niegan sus derechos más elementales a colectivos como las mujeres y los refugiados, entre otros. Es un viaje a través de Malaui, Río de Janeiro, Lesbos, Bali... de la mano de la activista Melati Wisjen.
«Siento la necesidad de ayudar a alzar la voz sobre asuntos importantes, la necesidad de usar mi fama para mostrar la labor que realizan los activistas. No lo siento tanto como una responsabilidad. Preferiría no tener que hacerlo».
Se ha referido a su país y se ha congratulado por «la suerte de tener una gran riqueza cinematográfica y nos beneficiamos del apoyo del Gobierno. La cultura es necesaria, a través de ella celebramos la vida y cuestionamos el mundo», ha explicado, al tiempo que ha señalado la querencia de los franceses por «cuestionarse todo».
«Cuantos más papeles haya para mujeres más cambiará la mirada sobre cosas que antes se toleraban», ha afirmado en referencia al movimiento Me Too. «Desde hace unos años la subordinación de la mujer es algo que no se puede defender públicamente. Ahora se ha liberado la palabra y asistimos a una verdadera revolución. Me congratulo por poder vivirla. Ahora nos cuestionamos el sistema patriarcal y la mujer juega el papel que merece».
Se ha reconocido admiradora de Greta Garbo –«era la actriz favorita de mi madre», ha contado–, especialmente de ese binomio femenino-masculino que encarnaba en sus personajes, algo que me conmovía. Creo que del equilibrio entre lo femenino y masculino llegaremos a un mejor entendimiento entre las personas.
Ha reconocido que el Óscar por ‘La vie en Rose’ –su interpretación de Edith Piaf asombró al público y a la crítica y la convirtió en la primera intérprete en obtener el galardón en idioma francés – le abrió puertas en Hollywood. «Crecí viendo películas anglófonas, formaba parte de mi cultura. Nunca soñé con tener una carrera fuera de mi país, pero el Óscar me acercó a aquellas personas con las que podía entrar allí. Mi sueño, simplemente, se amplió», ha contado.
También ha confesado su lucha consigo misma por «estar a la altura» de los directores que la contratan, así como de los personajes a los que encarna.
La actriz nacida en el extrarradio de París –«nací en el Bronx de París», suele contar– ha conseguido hacerse un sitio en Hollywood sin dejar de lado el cine europeo. Ha trabajado en títulos independientes –‘De rouille et d'os’ (Jacques Audiard, 2012) eta ‘Deux jours, une nuit’ (Dardenne anaiak, 2014), entre otros–. También ha participado en grandes producciones de la industria americana, ‘Origen’ (2010) y ‘The Dark Knight Rises’ (2012), dirigidos ambos por Christopher Nolanek; ‘Midnight in Paris’ (Woody Allen, 2011), y ‘Allied’ (Robert Zemeckis, 2016), entre otros.