Empieza el realizador: «Se me propuso hacer la adaptación de un libro titulado ‘Undercover’, una lectura que debo decir que me apasionó. Lo que más interesó de él fue su estilo de escritura; la manera cómo conjugaba el relato al que se aferraba cada personaje. Tenía muy claro que mi película iba a tratar sobre esto. Debo aclarar que no quería hacer un tratado extenso sobre el narcotráfico, o sobre la corrupción en las altas instancias del Gobierno. Lo que me interesaba era plasmar cómo cada parte en la lucha contra el narcotráfico, articula su propio discurso».
Y nos da más detalles: «En este sentido, también quiero resaltar que, a pesar de que mi película se exprese a través de la dramatización, prácticamente cada diálogo que se escucha en ella se dio en la vida real. A partir de aquí, nos corresponde a nosotros determinar si se nos contó la verdad o no».
Muchas de las preguntas giran, precisamente, alrededor de la bondad o maldad con la que pueden interpretarse las acciones de los personajes. De Peretti sigue dándonos claves: «Cuando doy vida a una persona en pantalla, siempre intento que esta me haga entender la complejidad de la realidad a la que se enfrenta. No me interesa el juicio de valores con el que podemos analizarla, sino más bien las luces y las sombras que emanan de sus actos».
Vincent Lindon comparte sus opiniones al respecto: «Siento que últimamente me cuesta mucho distinguir a los héroes de los villanos. Para entendernos, creo que puede haber héroes que hagan cosas malvadas y villanos que hagan buenas acciones. Me gustan los personajes complejos, que piensan, que te hacen pensar. En el caso del que me toca encarnar [un alto cargo policial al frente de la lucha contra el narcotráfico] lo único que puedo decir es que me parece alguien muy profesional. O sea, que es seguramente la persona indicada para el cargo. ¿Le convierte esto en bueno? No puedo asegurarlo».
Preguntado sobre su metodología a la hora de preparar una actuación, Lindon contesta: «Si antes he dicho que me cuesta distinguir entre el Bien y el Mal, también debo decir que cada vez me cuesta más saber cuándo estoy trabajando y cuándo no. Considero que un actor tiene que estar empapándose constantemente de todas sus vivencias, porque nunca sabes cuándo vas a tener que usarlas». Por ejemplo, comenta entre risas, «no sé si en unos años voy a aparecer en una película en la que me meta en la piel de un actor que presenta su película en Zinemaldia».
Y sigue en su conquista de la parroquia: «Si me preguntas por la investigación del mundo policial que hice antes de interpretar a un policía, te recordaré que en mi vida me ha tocado visitar muchas comisarías». Y ya serio, añade: «Lo realmente increíble del asunto es que, como ha dicho Thierry, esta película está basada en hechos reales. Es decir, que todos los personajes existieron realmente: os lo creáis o no, yo conocí, años antes de que empezara la producción, a la persona a la que posteriormente me tocaría interpretar».
Thierry de Peretti retoma la palabra: «En términos narrativos, me preocupaba la cuestión de la temporalidad y la fluidez. Quería también que, sin llegar a tirar de espectacularidad, el film fuera apasionante. Para ello, tuve muy en mente a referentes del género como ‘Todos los hombres del presidente’, de Alan J. Pakula o ‘Zodiac’, de David Fincher, estupendas piezas de investigación».
Y por último, un par de puñales: «En la película hay una evidente dimensión política que no podía obviarse. En ella hablamos, entre otras cosas, de cómo muchos estados democráticos han recurrido a órganos policiales paralelos para luchar por sus intereses, para defenderse de los ataques recibidos. En este sentido, creo que no descubro nada si, en un momento del film, incido en las historias paralelas del Estado español y el francés a la hora de recurrir a este tipo de herramientas».