El fútbol estadounidense se ha visto convulsionado esta última semana por el «caso Riley». El medio digital «The Athletic» publicó la semana pasada un reportaje con las futbolistas Sinead Farrelly y Meleana «Mana» Shim en el que no sólo denunciaron haber sufrido abusos verbales y sexuales por parte de Paul Riley, sino también el hecho de que ni los equipos implicados ni la NWSL hubieran actuado al respecto aun teniendo conocimiento de lo sucedido. El escándalo se salda, de momento, con el despido del propio Riley, técnico de North Carolina Courage desde 2017, la comisionada de la NWSL Lisa Baird y la abogada general de la competición Lisa Levine y el parón que ha sufrido el torneo el fin de semana en señal de protesta, aunque esta misma noche se retomaba ya.
Paul Riley comenzó hace más de tres lustros su andadura en el fútbol estadounidense, participando en las diferentes ligas profesionales hasta la creación de la actual NWSL, a la que llegó en 2013 para sentarse en el banquillo de Portland Thorns. En 2015 no renovó su contrato, aparentemente por el bajo rendimiento del equipo, y firmó con New York Western Flash, franquicia que posteriormente se convertiría en North Carolina Courage, con la que ganó los títulos de 2018 y 2019 y de la que ya no se separó hasta el pasado 30 de septiembre cuando, publicado el artículo en «The Athletic» fue despedido por el club y también la Federación le retiró la licencia.
En este, Farrelly, que estuvo a las órdenes de Riley en Philadelphia y Thorns, y Shim, que compartió vestuario con ambos en Portland, denunciaban las actuaciones delictivas del entrenador, que les habría obligado a besarse en su presencia, habría realizado comentarios homófobos, les habría enviado fotografías de carácter sexual e incluso Farrelly aseguró haberse sentido forzada a mantener relaciones sexuales con él durante su etapa en Independence, cuando apenas tenía 22 años.
Las reacciones comenzaron en cuanto el medio estadounidense –que envió un cuestionario a Riley aunque este sólo contestó que las acusaciones eran falsas– hizo público el artículo, con las futbolistas, empezando por las estrellas de la selección estadounidense, a la cabeza. También la de Lisa Baird, comisionada de la NWSL, que se mostró consternada ante el «descubrimiento» de lo que había sucedido.
Alex Morgan, que jugó a las órdenes de Riley en Portland, no tardó en dejarle en evidencia a través de Twitter, asegurando que «la Liga fue informada de estas acusaciones varias veces y se negó en varias ocasiones a investigar las acusaciones. La Liga debe aceptar la responsabilidad de un proceso en el que no protegió a sus propias jugadoras de este abuso« y adjuntando la copa de dos correos electrónicos en los que se denunciaban los hechos, fechados la pasada primavera. La posición de Baird fue insostenible y antes incluso de que presentara su dimisión, fue la propia NWSL la que destituyó a la comisionada, así como a la abogada general Lisa Levine.
Y es que la denuncia de las futbolistas no se refiere exclusivamente a los hechos delictivos que pudiera haber cometido Paul Riley, sino al tupido velo que se ha ido corriendo sobre éstos. Los propietarios de Thorns conocían las acusaciones de las futbolistas y, sin embargo, esperaron a que acabara el contrato del técnico que, simplemente, no fue renovado por «bajo rendimiento deportivo». De la misma manera se mantuvo en la franquicia en la que ha entrenado hasta la semana pasada pese al malestar y las denuncias de las futbolistas.
Todos los equipos se han disculpado ahora públicamente por lo sucedido pero todos permitieron que Riley siguiera entrenando. El propietario de Portland Thorns Merritt Paulson se disculpó el lunes con Farrelly y Shim y reconoció que en 2015 «hicimos un anuncio opaco sobre la no renovación del contrato de Riley, en lugar de decir explícitamente que estaba siendo despedido», así como que «el público creía que fue destituido por los malos resultados y no por su comportamiento». Paulson aseguró, en cualquier caso, que se llevó a cabo una investigación y que los resultados se trasladaron a la NWSL, entonces con Jeff Plush como comisionado. También bajo la supervisión de este, Riley fichó por WNY Flash meses después y pasó igualmente a NCC cuando la franquicia se mudó.
Es probable el nombre de Plush vuelva a la primera plana en breve porque son cinco las investigaciones oficiales que se han puesto en marcha después de que «The Athletic» desvelara el escándalo. Portland Thorns, el US Center or Safesport, la propia NWSL, incluso la FIFA y la Federación de Estados Unidos, que ha encargado el proceso a la exfiscal general adjunta estadounidense Sally Yates.
Silencios, sospechas y certezas
El de Riley no es el único caso que ha sacudido el fútbol estadounidense en los últimos tiempos. De hecho, también la semana pasada Washington Spirit despedía a Richie Burke y se ganaba un par de sanciones por no haberlo hecho antes. Esta vez había sido el Washington Post el que había revelado en una serie de informes el abuso verbal y «ambiente tóxico» generado por Burke en el club. Spirit entonces se limitó a recolocarlo dentro del club el pasado mes de agosto pero tras la investigación de la Liga, ha tenido que hacer las maletas. No es el único. Hoy mismo, el propietario mayoritario de la franquicia Steve Baldwin ha dimitido como director ejecutivo y socio gerente, después de que 27 jugadoras se lo hubieran solicitado por carta.
Si las marchas de Baldwin, Burke y Riley deja algunas certezas, hay otros adioses recientes, más silenciosos, que a la luz de los últimos acontecimientos se ven rodeados de sospechas. Confirmada ya, en el caso de Farid Benstiti, que fue «invitado a salir» del OL Reign en verano por los malos resultados del equipo. En prensa se manejaban hipótesis diferentes y el director ejecutivo del club, Bill Predmore, ha explicado que el técnico «hizo un comentario dirigido a todo el grupo, no a un jugador individual» durante un entrenamiento. Se informó a Predmore de lo sucedido,Benstiti fue suspendido de inmediato y, tras hablar con las jugadoras, «decidí que no le era posible quedarse. Le pedí su renuncia el jueves y la anunciamos un día después».
La sospecha también se cernía, y crece ahora visto el oscurantismo con el que se tratan estos temas por parte de los clubes, sobre Christy Holly, el entrenador de Racing Louisville despedido el pasado mes de agosto sin más motivos, aparentemente, que los deportivos.