Osasuna sigue imparable a domicilio, ni siquiera rendir visita a un feudo tan complicado como el Bernabéu –no se puntuaba ahí desde hacía casi 16 años– ha podido frenar la sobresaliente imbatibilidad foránea que acumula la escuadra navarra esta temporada.
Junto al Athletic, el club rojillo es el único que no ha perdido todavía fuera de casa y es también el que más puntos ha cosechado lejos de su estadio (13), cifra que comparte con su última víctima, el Real Madrid, y que dobla a los que han logrado los de Arrasate en El Sadar (6).
Unos guarismos que hablan por sí solos de la solidez como bloque que Osasuna exhibe una jornada sí y otra también cada vez que ejerce como visitante, pero que no ha terminado de reconocerse a nivel general hasta que se ha visualizado en un escaparate tan mediático como es el campo merengue.
Independientemente de que, como suele suceder en estos casos, se ponga el énfasis más en los deméritos del equipo grande que en las virtudes del más modesto, no parece casualidad alguna que los rojillos hayan ligado en Primera una trayectoria histórica a domicilio de tal calibre.
Con el de ayer, es el quinto envite del presente ejercicio en el que Osasuna mantiene su portería a cero, prácticamente la mitad de los duelos que ha disputado hasta el momento, una estadística de la que muy pocos equipos de la máxima categoría pueden alardear.
Y la condición previa y necesaria para que el equipo esté en todo momento en disposición de hacerse con los tres puntos, como lo demuestra el hecho de que buena parte de los triunfos obtenidos a domicilio se hayan producido en el último tramo del encuentro, lo que habla muy bien de la entereza física del grupo.
En clave táctica y física
Parte del éxito también encuentra explicación en que Jagoba Arrasate, quien lógicamente tiene a sus futbolistas favoritos, ha utilizado prácticamente a toda su plantilla, algo que no solo permite oxigenar a sus integrantes, sino también hacerles ver a los menos habituales que ocupan un lugar importante en la tarea de alcanzar los objetivos que se marca el equipo.
Sin olvidarnos de la habilidad del técnico de Berriatua para realizar una lectura correcta del planteamiento que su escuadra debe llevar a cabo sobre el césped en función del rival. El duelo del Bernabéu dejó buena muestra de ello, con once jabatos creyendo en la idea de su entrenador y desquiciando al adversario.
Porque Arrasate supo interpretar a la perfección lo que el envite requería, dejando el dominio del esférico a un Real Madrid que no sabe atacar en estático y que vive de los espacios que le deja el contrario, una situación que en pocos momentos pudo explotar por la espartana disposición táctica de los rojillos.
Sin apenas tiempo para disfrutar del valioso punto cosechado, Osasuna vuelve a tener en apenas 48 horas otra prueba de fuego en el Sánchez Pizjuán –solo un empate en las últimas doce visitas realizadas–, pero eso será otra historia. Esperemos contarla también en clave positiva.