«En Burkina me sorprendió la falta de conocimiento de los derechos, eso implica manipulación»
Llanos Rodríguez lleva más de una década viviendo muy de cerca la realidad de millones de personas en África. A través de su ONG CIM Burkina impulsa diferentes proyectos en el ámbito educativo de la infancia y en el empoderamiento de la mujer. Ha explicado a NAIZ la labor que realiza.
¿Qué relación tiene con Burkina Faso? ¿Cuándo fue la primera vez que fue ahí?
Desde hace décadas llevo una vida vinculada al activismo social en diferentes frentes. En Valencia trabajé muchos años a nivel individual con personas migrantes, y en 2008 se me presentó la oportunidad de viajar a Burkina Faso acompañando un proyecto de un par de amigas de la Universidad Politécnica de Valencia. Fue un viaje de tres semanas, pero aquello me atrapó mucho, y al año siguiente cogí una excedencia en mi trabajo y me fui seis meses a Burkina a colaborar con una asociación local de mujeres.
¿Cuál es la situación de las mujeres y las niñas y niños de Burkina Faso?
Burkina Faso está en los últimos puestos del índice de desarrollo humano que mide la ONU teniendo en cuenta la esperanza de vida, la renta per cápita, el índice de analfabetismo... Aun así, la situación es muy diferente en las ciudades o en las zonas rurales. En los pueblos el analfabetismo es altísimo, especialmente entre la gente mayor. También el analfabetismo es mucho mayor entre las niñas que entre los niños, porque la mayoría de las niñas en el ámbito rural se dedican al cuidado de la familia, a buscar agua, etc., y apenas reciben educación.
En 2012 crea junto a otras compañeras la ONG CIM Burkina. ¿Por qué decidieron crear esta organización?
La idea nació mientras viví aquellos seis meses en Burkina. Me llamó mucho la atención la falta de conocimiento de la gente local sobre sus derechos más fundamentales y esto es así debido al analfabetismo. La gente no sabe que tiene derechos, lo que implica la manipulación más impune.
Primero, comenzamos a trabajar en el tema de las becas escolares con el fin de evitar la exclusión de las niñas y niños sin recursos. Poco a poco fuimos creciendo y fuimos abarcando otras proyectos en el ámbito de la educación, como la financiación de infraestructuras escolares (aulas, pozos, letrinas, entre otros).
Actualmente apoyamos proyectos de cooperación relacionados con la educación y a la vez proyectos con mujeres, como el empoderamiento o emprendimiento femenino, o la lucha contra la mutilación genital femenina...
En el ámbito de la mujer, impulsamos proyectos que trabajan en el empoderamiento y lo hacemos apoyando a una asociación local de mujeres muy potente.
¿Cuáles son sus objetivos? ¿Qué tipo de proyectos llevan a cabo?
Hacemos mucho hincapié en el tema de la educación. Entendemos la educación como base de cualquier tipo de desarrollo y democratización de un país, un derecho fundamental para hacer hincapié en el respeto, el trabajo en equipo… fomentar y cultivar el espíritu crítico desde la infancia.
En el ámbito de la mujer, impulsamos proyectos que trabajan en el empoderamiento y lo hacemos apoyando a una asociación local de mujeres muy potente. Esta asociación, entre otras muchas cosas, gestiona una escuela de formación profesional de diferentes materias, como informática, peluquería, tintado de telas, costura, formación en derechos... Es una formación de tres años, y cuando acaban se les da un kit de instalación para que puedan iniciar un pequeño negocio y les permita ser independientes y que el matrimonio sea una opción y no una necesidad.
También apoyamos financieramente el trabajo de estas mujeres en la sensibilización sobre los matrimonios precoces y/o forzosos, los embarazos en el ámbito escolar, la lucha contra la mutilación genital femenina, etc. Es una lucha titánica, en la que aún queda mucho recorrido y en que las mujeres locales hacen un trabajo extraordinario.
Asimismo, apoyamos a la cooperativa de mujeres Mousso Faso, para mejorar las condiciones de trabajo de las cultivadoras de chufa mediante la mecanización, la utilización de equipos de protección individual (EPI) o creación de infraestructuras.
¿Cuál es el modo en el que trabajan?
Quiero dejar constancia de que todos los proyectos de CIM Burkina los lleva a cabo la población local. Los proyectos nacen a iniciativa local, se ejecutan de manera local y por gente local. Siempre. Nosotras nos encargamos de buscar la financiación para llevar a cabo sus proyectos. Hacemos un seguimiento de ellos para ver que los fondos van a donde tienen que ir y luego poder justificar antes los financiadores. Eso es todo. Huimos de caer en el “síndrome del salvador blanco” o ejercer una injerencia neocolonialista. No somos quiénes para decirles lo que tienen que hacer o cómo hacerlo. En cualquier caso, la situación en Burkina es difícil, pero es una sociedad fuerte y va avanzando poco a poco.
Somos una entidad pequeña pero tenemos a gala la transparencia y la austeridad. No tenemos sueldos, somos todas voluntarias y no hay gastos para dietas, viajes ni alojamientos. Todas tenemos nuestro trabajo al margen de CIM Burkina, y cuando viajamos a Burkina Faso lo pagamos de nuestro bolsillo.
Nuestro objetivo es también la sostenibilidad de los proyectos, es decir, que al final puedan ser autogestionados sin colaboración externa.
¿Cómo consiguen la financiación para estos proyectos?
Por un lado, gracias a las personas socias, quienes eligen qué cuota pagar y con qué periodicidad hacerlo. De este modo llegamos a todos los bolsillos. Por otro lado, presentamos proyectos concretos en convocatorias a subvenciones, bien sean de entidades públicas o privadas. Para recibir la subvención exigen bastantes condiciones y experiencia, y aunque nos costó “entrar en la rueda” hemos conseguido bastantes subvenciones para diferentes proyectos y seguimos en ello.
El documental Tigernut: la patria de las mujeres íntegras’ denuncia una trama bastante lamentable que muestra de manera clara las consecuencias del expolio sistemático en los países del sur.
En 2017 salió a la luz el documental ‘Tigernut: la patria de las mujeres íntegras’, que destapó una supuesta trama internacional de corrupción y abusos de compañía europeas que exportan la chufa de África. ¿Qué nos encontramos en este documental?
El documental denuncia la mala praxis de empresas que, entre otras cosas, explota a las trabajadoras, llegando incluso a no pagar cosechas a las agricultoras, tal como ellas mismas comentan. Una trama bastante lamentable que muestra de manera clara las consecuencias del expolio sistemático en los países del sur. Es un caso muy concreto, pero es una muestra de lo que sucede en general con las empresas occidentaless.
La empresa valenciana Tigernut Traders le denunció a usted y a los otros dos directores del reportaje...
Tras presentar el documental, el director Andoni Monforte y las colaboradoras Eva Fernández y yo recibimos una querella por vía penal, que hemos tenido encima hasta hace unos meses. Finalmente, la denuncia se ha desestimado en todas las instancias judiciales, y hasta cinco jueces han desestimado el caso. Los jueces han ratificado que el documental es de claro interés público y, además, defiende el consumo responsable y pone en evidencia lo que supone el abuso y el expolio en los países del sur.
Hasta ahora el documental no es público, está colgado en internet, pero con contraseña. Aun así el documental se ha emitido en diferentes festivales, incluso internacionales, en estos últimos años y hasta ha recibido varios premios. Ahora que el proceso judicial ha concluido, el documental pronto quedará liberado y todo el mundo lo podrá ver.
Estamos asombradas de la acogida y el éxito que ha tenido. La verdad es que el documental toca muchos palos: corrupción, estafas, migraciones, feminismo, explotación, terrorismo, expolio, consumo responsable, comercio justo... Es un documental muy directo que llega y gusta a la gente.
¿Qué mensaje haría llegar a la sociedad? ¿Y a las instituciones?
A la sociedad quiero transmitir un mensaje muy claro: En tanto que somos consumidores, tenemos que ser muy conscientes de lo que hacemos. No nos hacemos idea de la repercusión que un euro gastado en Europa tiene en otras partes del mundo. Animo a todas las personas a que miren de dónde vienen los productos que compran, y a consumir, en la medida de las posibilidades, productos de comercio justo o en comercios de proximidad. A las instituciones les pido que exijan el cumplimiento de la ley de etiquetaje y que hagan una apuesta por el consumo responsable y el comercio justo.