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El calor extremo amenaza a los trabajadores y a la economía de EEUU

Tres millones de trabajadores sufren cada año en EEUU al menos una semana laboral con temperaturas superiores a los 37,7 ºC. De seguir los actuales patrones climáticos, a mediados de siglo, unos 18,4 millones de personas trabajarán más de una semana en esas condiciones extremas.

 Irma Gómez trabajando el pasado 4 de octubre en Lamont, en California (Frederic J. BROWN/AFP)
Irma Gómez trabajando el pasado 4 de octubre en Lamont, en California (Frederic J. BROWN/AFP)

Irma Gómez trabaja desde hace casi una década en las plantaciones del valle central de California y nunca ha vivido un año tan caliente como este. Ha visto morir a un compañero mientras recogían hojas. Se desplomó y falleció.

«Preocupa, le podría pasar a cualquiera de nosotros», dice Gómez, que en este día de otoño lleva una mascarilla para protegerse del humo de los incendios forestales, una densa neblina ocre que cubre el cielo.

El aumento de las temperaturas amenaza cada vez más a los trabajadores en Estados Unidos, poniendo en peligro su salud y también su labor. Una afección que podría conllevar grandes consecuencias económicas, según dos estudios recientes.

Un informe del Centro de Resiliencia de la Fundación Adrienne Arsht-Rockefeller, un laboratorio de ideas con sede en Washington DC, advierte de que el país ya pierde unos 100.000 millones de dólares anuales debido a la disminución de la productividad por el calor.

Y, si no se toman medidas para frenar el calentamiento global, las pérdidas alcanzarán los 200.000 millones de dólares en 2030 y los 500.000 millones en 2050, señala el estudio.

Un trabajador en Miami. (Chandan KHANNA/AFP)

«Cuando uno está más lento y necesita descansos para tomar bebidas frías y resguardarse en la sombra, produce menos», resume Kathy Baughman McLeod, directora del Centro de Resiliencia.

«Si esos trabajadores toman descansos y no son compensados por ello, eso tiene implicaciones para su bienestar económico», apunta.

Gómez, de 37 años, sabe bien lo que supone el efecto del calor en su sueldo. Al no poder hacer jornadas de ocho horas, este verano recibió 1.700 dólares por mes, 700 menos que en el mismo periodo del año pasado. Para ella, la diferencia equivale a un mes de renta.

«Miles de lesiones»

Con un verano que registró récords de calor en algunas regiones del país, las pausas en las jornadas se han vuelto más frecuentes. Y la situación va a empeorar, tal como alerta la Union of Concerned Scientists.

Tres millones de trabajadores sufren cada año en Estados Unidos al menos una semana laboral con temperaturas superiores a los 37,7 ºC, en las que el calor los pone en peligro.

De seguir los actuales patrones climáticos, para mediados de siglo, unos 18,4 millones de personas trabajarán más de una semana en esas condiciones extremas, lo que implica más descansos para proteger la salud.

«Todo el mundo, independientemente del trabajo que tenga, va a notar los efectos de esa caída de la productividad», señala Dahl. No en vano, esas personas «plantan y cosechan nuestra comida, entregan nuestros paquetes, mantienen nuestros edificios, carreteras y puentes».

Un obrero de la construcción en MIami. (Chandan KHANNA/AFP)

Trabajar con mucho calor entorpece los movimientos. Provoca cansancio, confusión, desmayos y, en los casos más graves, un aumento de la temperatura corporal puede ser mortal.

«Estimamos que, solo en California, las altas temperaturas pueden estar causando miles de lesiones laborales anualmente», asevera el economista Jisung Park, profesor de la Universidad de California, en Los Ángeles.

Proteger a los trabajadores

Los dos estudios coinciden en que la prioridad es reducir rápidamente las emisiones de gases de efecto invernadero para limitar el aumento de las temperaturas.

Pero, a la espera de conseguirlo, abogan por cuidar a los trabajadores. «Esto se resume en darles tres cosas: agua, sombra y descanso», apunta Dahl.

«El calor mata a más estadounidenses que cualquier otro fenómeno climático», recuerda Baughman McLeod.

Trabajadores en los campos de Lamont. (Frederic J. BROWN/AFP)
Trabajadores en los campos de Lamont. (Frederic J. BROWN/AFP)

Ambas especialistas ven necesaria una ley federal que contemple, además de medidas de protección, que los descansos sean pagados. «El objetivo es que los trabajadores no tengan que elegir entre su salud y sus salarios», indica Dahl.

En setiembre, la Casa Blanca anunció que estudiará una regulación para proteger a los trabajadores, pero el proceso toma tiempo. California, Minnessotta y Washington son los únicos estados del país con normas al respecto.

En días de mucho calor, las empresas están obligadas a ofrecer agua y sombra a los trabajadores. Y en caso de temperaturas extremas, deben detener totalmente el trabajo. En el campo, una alternativa para evitar esto es que los trabajadores cosechen de noche o de madrugada. Pero eso les impone otros desafíos.

Gómez, por ejemplo, pierde jornadas cuando no consigue encontrar a quién cuide a su hija menor de madrugada. Ahora se siente aliviada de haber dejado atrás las temperaturas estivales, pero teme el futuro: «Es preocupante, no sabemos cómo será el año que viene».