Una decisión prefectoral con fecha de 9 de noviembre confirma el cierre definitivo del sendero del litoral entre la salida de Ziburu (cruce con Zokoa-Urruña) y el dominio de Haizabia, a la entrada de Hendaia.
La medida sucede a precedentes decisiones de restringir temporalmente el paso de senderistas, tras los derrumbes ocurridos en el acantilado en el otoño-invierno de 2020.
De hecho, la pasada primavera se optaba por el cierre temporal hasta finales de verano de una zona que recibe cada año a miles de senderistas.
El 2 de setiembre, a la espera de informes suplementarios de los expertos del organismo público CEREMA, la Prefectura optaba por prolongar hasta el 31 de octubre esa prohibición de paso que afecta a un tramo de la ruta que discurre por los límites de las localidades de Ziburu, Urruña y Hendaia.
Ahora la Prefectura concluye que no se cumplen las condiciones de seguridad y habla de un riesgo importante de que se produzcan derrumbes imprevistos en la zona de los acantilados.
«El informe definitivo del CEREMA establece que el acantilado junto al que discurre el sendero del litoral se encuentra fuertemente afectado por la erosión marina acrecentada por la acción permanente de las inclemencias metereologicas y el oleaje marino», justifica la delegación estatal.
Derrumbe tras el paso de Belharra
Cabe recordar que el 31 de octubre de 2020 se produjo el derrumbe de una parte del acantilado, lo que obligó a adoptar una primera medida de cierre en el camino de la costa labortana.
De un solo golpe, treinta metros de terreno se derrumbaron entonces sobre el mar. Solo la suerte quiso que en el momento en que se produjo el hundimiento no hubiera nadie. Y es que apenas unas horas antes, una multitud se había agolpado en la zona para observar la mítica ola Belharra.
El objetivo de las perforaciones geológicas que se han venido realizando desde marzo de 2021 era proporcionar un informe lo mas completo posible a las autoridades locales sobre la situación, cara a adoptar las decisiones futuras, tanto con respecto al sendero -finalmente clausurado hoy- como a la carretera colindante -cuyo trazado ha sido parcialmente alejado de la costa, de forma provisional-.
En sus siete kilómetros de recorrido junto al mar la RD912, vía de comunicación gestionada, como el propio sendero, por el departamento de Pirineos Atlánticos, soporta un trafico medio de 9.000 vehículos al día que aumenta a 16.000 en los picos de mayor afluencia de vehículos, en verano.
El plan anti-erosión de Donibane Lohizune
La clausura del sendero del litoral no es la única actuación frente al inexorable avance de la llamada erosión natural en la costa labortana.
En Donibane Lohizune han optado por poner en marcha un programa piloto, que se prolongará durante los próximos tres años, y que esta destinado a marcar una nueva pauta: no poner más bloques, rocas y otros parapetos, sino retirar la actividad humana de la zona amenazada por el avance del océano.
El mar avanza de media unos 25 centímetros al año y a ese fenómeno de zapa lenta hay que añadirle el deterioro inducido por temporales y oleajes excepciones.
La iniciativa, de la que daba cuenta el mes pasado la emisora pública France Bleu, implica planificar el paso atrás, o lo que es lo mismo, hacer recular varios camping y negocios de hostelería que tienen como quien dice los pies en el mar.
La planificación afecta a zonas como las playas de Lafitenia, Maiarko y Erromardia, pero implicaría además replantear las modalidades de acceso, en particular en coche.
Ello conllevaría establecer párkings alternativos en zonas más pegadas a la carretera y, por tanto protegidas del mar. El más importante se situaría previsiblemente en Akotze.
Con un costo de más de seis millones de euros ese plan debe dejar algunas enseñanzas que podrían aplicarse en los próximos años en otras zonas de la costa labortana afectadas por la erosión del mar.