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Glasgow

La COP26 recorre su recta final con obstáculos difíciles de superar

En la recta final de la conferencia de Glasgow, el secretario general de la ONU denuncia las promesas «que suenan huecas» en un mundo que depende de los combustibles fósiles, aunque también percibe señales «alentadoras». La negociación sigue atascada en la «financiación climática a largo plazo».

Vista general del Centro de Acción (Action Hub) de la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, en Glasgow. (Paul ELLIS/AFP)
Vista general del Centro de Acción (Action Hub) de la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, en Glasgow. (Paul ELLIS/AFP)

El presidente de la COP26, el británico Alok Sharma, reconoció ayer que aún quedaba «mucho trabajo por hacer» para llegar a un acuerdo y reclamó a los negociadores que elevaran sus esfuerzos en la cuestión de la financiación. A solo un día de que la cumbre se clausure –al menos en teoría–, se dirigió al plenario para anunciar «progresos significativos» en las últimas horas, pero subrayó la necesidad de cerrar cuanto antes los aspectos técnicos para poder limar las diferencias políticas hoy.

Después de publicar el miércoles el primer borrador del documento final, Sharma admitió que «nadie en la sala está plenamente contento» con el contenido de ese texto, pero alabó el «compromiso» de las partes para encontrar un consenso.

«Los líderes fueron claros en que querían consenso y ambición, pero en las mesas de negociación estamos teniendo problemas para hacer progresos incluso en aspectos rutinarios. Eso no puede suceder hoy (por ayer jueves)», manifestó.

Para ello, pidió a los ministros que ejercen de «facilitadores» que elaboren propuestas sobre un «objetivo colectivo cuantificado» y sobre «financiación climática a largo plazo» para que sean debatidas por las partes.

Respecto a la mitigación, o cómo mantener vivo el objetivo de limitar el calentamiento global a +1,5 grados, los facilitadores debían entregarle ayer el resultado de sus consultas para incluirlas en la nueva propuesta.

«Es el momento de venir con cualquier solución nueva o, si no, nos quedaremos literalmente sin tiempo», dijo. Su intención era reunir hoy, a las 11.00 hora local (12.00 en Euskal Herria), a todos los ministros para revisar el nuevo borrador «y resolver lo que espero sean pocas cuestiones pendientes».

Mucho más crítico con el desarrollo de la cumbre se mostró el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres: «Las promesas suenan huecas cuando la industria de las energías fósiles continúa recibiendo miles de millones de millones en subvenciones (...) o cuando hay países que continúan construyendo centrales de carbón».

Promesas insuficientes

«Los anuncios hechos aquí, en Glasgow, son alentadores, pero están lejos de ser suficientes», insistió Guterres, precisando que la brecha entre las reducciones de emisiones a las que se han comprometido los estados y lo que se necesitaría para limitar el calentamiento global a +1,5 °C «sigue siendo una amenaza abrumadora».

Según una proyección publicada ayer mismo por la plataforma científica Climate Carbon Tracker, los compromisos «sectoriales» anunciados durante la cumbre y los planes actualizados de los gobiernos para reducir emisiones de CO2 reducirían esa brecha un 24% o 25 % en el horizonte de 2030.

A punto de clausurarse esta COP, queda la duda de si los responsables políticos han interpretado correctamente las reiteradas advertencias emitidas por la comunidad científica. Y esta es la pregunta de fondo planteada ayer por más de 200 climatólogos que instan a actuar de forma inmediata y masiva contra el calentamiento global en este momento «histórico» para el futuro de la humanidad.

El secretario general de la ONU también hizo referencia a la cuestión que puede bloquear la aprobación de una declaración final: la financiación climática. En su opinión, las necesidades financieras de los países del Sur para adaptarse a los impactos del calentamiento global obedecen a «una flagrante injusticia». Apelando insistentemente a los estados a fortalecer su ambición de reducir las emisiones, reclamó que sus compromisos actuales «se hagan realidad»: «Debemos cerrar la brecha, real y profunda, de credibilidad».

Acuerdo EEUU-China

La mayor sorpresa registrada hasta el momento en el contexto de la COP26 ha sido el acuerdo bilateral que China y Estados Unidos dieron a conocer a última hora del miércoles para acelerar la lucha climática en esta década.

Los dos mayores emisores de dióxido de carbono del mundo presentaron una declaración conjunta en la que, «alarmados por los informes», «reconocen la gravedad y urgencia de la crisis climática», por lo que «están comprometidos a abordarla a través de respectivas acciones aceleradas en la década crítica de 2020».

Asimismo, responderán a través de la «cooperación en procesos multilaterales, incluido el proceso de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), para evitar impactos catastróficos».

Incluso, advierten de que sigue existiendo una «brecha significativa» entre los esfuerzos que se hacen contra el cambio climático y los que deben realizarse para alcanzar los objetivos marcados, asumiendo la «importancia vital de cerrar esa brecha lo antes posible».

Específicamente, reconocen el «importante papel» que desempeñan las emisiones de metano en el aumento de las temperaturas, por lo que consideran necesario aumentar las medidas para controlarlas y aseguran que cooperarán para lograrlo.

Lo más sorprendente de este acuerdo es que haya llegado en un momento en que sus divergencias políticas les están llevando a claros encontronazos diplomáticos en el tablero de la geopolítica. Pero también cabe recordar que el presidente chino, Xi Jinping, no tuvo problemas en participar en la ‘Cumbre de líderes sobre el Clima’ que su homólogo estadounidense, Joe Biden, organizó el pasado mes de abril de forma telemática.

Y tampoco se debe obviar que ambos han coincidido en no poner su firma en compromisos relevantes que otros países han suscrito en esta cumbre, como el de poner fin a la extracción y quema de carbón, o el de dejar de otorgar nuevas concesiones y licencias para la extracción y exploración de petróleo y gas.

Este último fue presentado ayer por una coalición de once gobiernos estatales y subestatales. La iniciativa ha partido de Dinamarca y Costa Rica; como «miembros principales» se han adherido el Estado francés, la República de Irlanda, Suecia, Gales, Quebec y Groenlandia; mientras que Nueva Zelanda, California y Portugal son miembros «asociados», e Italia se une de momento como «amigo».

En esta ‘Alianza más allá del petróleo y el gas’ (BOGA, en inglés) no están los grandes países productores de petróleo, como EEUU, Rusia, Arabia Saudí, Irak, Canadá o Noruega. Pero, como declaró Andrea Meza, ministra de Ambiente y Energía de Costa Rica, «este es solo un punto de partida» y, aunque «quizás no haya muchos países» en la coalición, «hay que lanzar este tema».

Por su parte, Dan Jorgensen, ministro danés del Clima, dijo que «la era de los combustibles fósiles debe terminar, pero no terminará porque no haya más petróleo bajo tierra, sino porque los gobiernos decidirán hacer lo que deben: salir de la producción de petróleo y gas».