El preso político vasco Gregorio Vicario Setién fue ingresado ayer en el hospital de León, procedente de la prisión de Burgos, donde se encuentra recluido, para ser intervenido quirúrgicamente para la colocación de un bypass coronario.
Según ha informado Etxerat, el preso de Durango ya venía padeciendo episodios de dolores en el tórax y «el primer aviso» relacionado con su dolencia cardíaca tuvo lugar en mayo de 2020, cuando se encontraba en la cárcel de Topas. Entonces, tras una revisión hospitalaria, fue de nuevo devuelto a prisión. Una vez que fue trasladado a la cárcel de Burgos, fue llevado a Urgencias por dolores y mareos en enero y febrero de 2021. El pasado mes de marzo tuvo una consulta de cardiología, toda vez que el 17 de junio le confirmaron que estaba en la lista de espera para la realización de una prueba de esfuerzo.
Etxerat explica que Gregorio Vicario fue sometido a la citada prueba el pasado 26 de octubre en el Departamento de Medicina Nuclear del Hospital de Burgos, donde le detectaron una isquemia severa de gran extensión. Dada la gravedad de su estado, el pasado 3 de noviembre le realizaron un cateterismo y le colocaron un stent.
Además de la dolencia cardíaca recientemente detectada, Etxerat recuerda que el preso durangarra tiene prácticamente perdida la visión del ojo derecho, debido a una oclusión de la vena central de dicho ojo, y que «su estado es irreversible».
Vicario ha pedido varias veces ser trasladado a una prisión de Euskal Herria, pero siempre han rechazado su petición. La última vez, en julio pasado, la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias decidió mantenerlo en Burgos, contra el criterio de la cárcel castellana. Ante su delicado estado de salud, el preso de Durango ha solicitado que se adelante la reunión de la junta de tratamiento que debe analizar su situación.
Se suma a la lista de 19 presos con enfermedades graves
Gregorio Vicario, de 64 años, no estaba incluido en la lista de presos gravemente enfermos, que con él suma ya 20 nombres. Fue detenido en el Estado francés en 2001 y entregado provisionalmente al Estado español para ser juzgado; en 2016 fue entregado definitivamente. Lleva 20 años en prisión. Forma parte del grupo de más de 50 presos y presas vascas a quienes el Estado español no les computa el tiempo de condena cumplido en el Estado francés, por lo que le resta por cumplir aún alrededor de 22 años de cárcel.
«Es momento de poner fin a las dobles penas», ha reclamado Etxerat, que ha denunciado que «como a muchos otros presos vascos, la larga estancia en prisión en condiciones muy adversas, sumada a la edad, acarrea al preso de Durango un deterioro progresivo de su salud».
Tras enviar «un abrazo y todo nuestro apoyo a Gregorio Vicario y toda su familia en este momento delicado», ha instado a la administración penitenciaria a que «adopte soluciones humanitarias inmediatas y tendentes a la excarcelación o la prisión atenuada para Gregorio Vicario, así como a los otros 19 presos vascos que padecen enfermedades graves».
Además, Sare Durango también ha mostrado su preocupación por esta situación y han convocado una concentración para el próximo jueves, 18 de noviembre, en el pórtico de Andra Mari, en solidaridad con el preso durangarra.