Si alguien tiene sobrado oficio en Hollywood para acometer la revisión de un clásico intocable, desde el respeto y el tratamiento renovador a la vez, ese es Steven Spielberg. Da igual que nunca antes haya hecho un musical, porque a lo largo de su carrera ha demostrado que no hay género que se le resista. Por fin ha sido capaz de romper el bloqueo que existía con respecto a ‘West Side Story’ (1961), la película de Robert Wise y Jerome Robbins, ganadora de diez Óscar, y que parecía del todo insuperable.

Pero sesenta años de historia pesan mucho en una industria que en aquel entonces todavía no había superado sus prejuicios raciales, por lo que Spielberg ha sabido aprovechar el nuevo lenguaje del integracionismo social para actualizar la obra original. Por dicho motivo ha desechado el viejo guion cinematográfico de Arthur Laurents, yendo directo al montaje escénico de Broadway, fiel a la partitura y las canciones respectivamente compuestas por Leonard Bernstein y Stephen Sondheim. Canciones inmortales como ‘María’, ‘America’, ‘I Feel Pretty’, ‘Tonight’ o ‘Somewhere’ han contado con nuevos arreglos del músico de bandas sonoras David Newman, mientras que la dirección orquestal ha corrido a cargo de Gustavo Dudamel. Y, lo más importante, las espectaculares y coloristas coreografías de baile son obra de de Justin Peck.

Para el reparto se hizo un casting con treinta mil aspirantes, del que salió vencedora Rachel Zegler para el papel estelar de María, con sus 17 añitos y gracias a su origen colombiano. Desde el principio se destrerró el llamado ‘whitewashing’, y en el siglo XXI ya no hay blanqueado para los papeles auténticamente latinos, con la inclusión de un personaje aforamericano.

Del elenco de la antigua adaptación cinematográfica Rita Moreno es la única superviviente, con un nuevo papel acorde a su avanzada edad y diciendo adiós al de Anita.