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Misión: evitar el desperdicio de comida

Rexcatering es un proyecto de la Fundación Residuo Cero dedicado a evitar que los excedentes de comida de comedores comunitarios, como los de colegios u hospitales, acaben en la basura. Es uno de los proyectos incluidos en el Banco de Casos Prácticos de la Agencia Vasca de la Innovación-Innobasque.

Rexcatering es un proyecto de la Fundación Residuo Cero dedicado a evitar que los excedentes de comida de comedores comunitarios.
Rexcatering es un proyecto de la Fundación Residuo Cero dedicado a evitar que los excedentes de comida de comedores comunitarios.

Según la FAO, una tercera parte de la producción mundial de alimentos se desperdicia. Un derroche, tanto de comida como de los recursos necesarios para producirla, ante el que cada vez hay más conciencia y, gracias a la innovación, también más soluciones. Una de ellas es la propuesta por la Fundación sin ánimo de lucro Residuo Cero a través de su proyecto Rexcatering, que hace posible que los excedentes diarios de comedores de colegios, centros de trabajo u hospitales esquiven el cubo de la basura.

Hablamos de comida en perfecto estado. Comida que si ese día hubiese habido más comensales se habría servido sin ningún problema, pero que, a falta de éstos, se convierte en un sobrante. La solución más sencilla para evitar el desperdicio debería ser la solidaridad, ofrecérselo a personas con pocos recursos. Un gesto que, precisamente por tratarse de comida ya preparada y lista para servir, tiene sus riesgos; quien quiera donar alimentos debe estar seguro de que su tratamiento es el adecuado en todo momento ya que es él quien legalmente se responsabiliza de los posibles problemas que una mala conservación pueda ocasionar al consumidor final. De modo que, por triste que resulte, no todo el que puede y quiere donar alimentos está en disposición de hacerlo.

Y es ahí donde la fundación galdakoztarra ha recurrido a la innovación para ofrecer una alternativa segura al desperdicio. Para empezar, en la metodología desarrollada para recoger los alimentos con todas las garantías higiénico-sanitarias. El proceso arranca en la propia cocina en la que se prepara la comida. Allí, y desde el mismo recipiente en que se ha elaborado cada plato, el excedente se pasa a recipientes individuales que se termosellan, etiquetan e introducen en un abatidor que garantiza su perfecta conservación durante su posterior traslado, que se hace en neveras portátiles. Para no generar nuevos residuos en el proceso se emplean recipientes y papel film compostables. Dado que uno de los objetivos de la iniciativa es la concienciación, en los colegios esta labor la realizan los propios alumnos ayudados por el personal de cocina y después de recibir formación sobre manipulación de alimentos.

El destino de la comida ‘rescatada’ son las ‘neveras solidarias’, que forman parte de otro proyecto de la fundación, que en 2014 instaló en las calles de varios municipios frigoríficos en los que tanto los comercios locales como particulares podían dejar comida a disposición de quien lo necesitara. Hoy esas neveras son en realidad máquinas expendedoras gratuitas y es en ellas donde reaparece la innovación. Gracias a una ‘app’ expresamente creada para este proyecto, las etiquetas de cada envase contienen información sobre su fecha de caducidad o posibles alergénicos, pero también generan nuevos datos. Así, cada vez que alguien extrae un recipiente de la máquina, ésta traslada esa información a quienes preparan la comida para los colegios, hospitales o centros de trabajo donde se recogió, que así pueden saber, por ejemplo, en qué menús se producen más excedentes.

El proyecto se puso en marcha los colegios Aratz Ikastetxea y Langile Ikastola de Hernani, gracias a los que desde mayo han rescatado 1.200 raciones, lo que permite a sus responsables estimar que son capaces de recuperar entre un 7% y 10% de la comida que se produce. Hoy son ya media docena los centros educativos de Hernani, Azpeitia y Plentzia que colaboran con la iniciativa e incluso han instalado las máquinas de ‘vending’.

Xabier Vallina, Residuo Cero Fundazioa

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