La estrategia de Boris Johnson en Reino Unido para enfrentar la pandemia ha sido fuertemente cuestionada. Su decisión de eliminar las restricciones en verano se pone como el ejemplo claro de qué no hay que hacer. Sin embargo, ahora que Lakua ha renunciado no ya a rastrear, sino a contabilizar siquiera los positivos leves, no está de más entender cómo funciona el sistema de detección en Gran Bretaña y el potencial de la herramienta a la que la CAV ha renunciado. Seguramente así se entienda por qué allá llevan dos semanas más con ómicron y siguen contando casos.
Lo primero a tener en cuenta es que en Reino Unido los test de antígenos son gratuitos. Es más, te los llevan a casa. El Sistema de Salud Británico, el NHS, ha desarrollado un portal informático a través del cual un ciudadano puede solicitar unos test de autodiagnóstico. Normalmente, le llegará al día siguiente un paquete de siete.
Que los test se envíen a casa es, de hecho, lo más lógico. Porque las personas infectadas deben quedarse en su domicilio y los que sospechan estarlo, en caso de que puedan hacerlo, tampoco deben salir por prudencia.
Frente a esta idea, el mensaje que mandan las autoridades en Hego Euskal Herria no es el más correcto. A ser posible, una persona que cree estar infectada no tiene que ir a una farmacia –un espacio sanitario, de primera necesidad y muy sensible– a comprarse un test.
Remarcar esta idea del autoconfinamiento con envíos domiciliarios de test gratuitos, sin duda, supone un acierto.
La ventaja del portal de internet de la NHS es que los test que se han enviado en la caja vienen con un código de barras. Así, una persona que da positivo en la prueba puede indicarlo en la misma web o, directamente, sacar una foto del resultado positivo y el código que viene en cada test.
Es decir, lo que Osakidetza dice que no es capaz de hacer, los ciudadanos británicos lo pueden ejecutar directamente ellos a través de internet. Si bien, allá aún se requiere una segunda prueba de confirmación más precisa, como la PCR.
Llevar este control también es útil para tomar muestras aleatoria y hacer una secuenciación masiva para determinar variantes. No es casual que fueran los primeros europeos en saber que ómicron estaba circulando o en detectar la «cepa británica».
Notificar directamente los positivos desde la página web del NHS tiene otra ventaja, porque hay que dejar un modo de contacto, que luego lo facilita todo. Así, una persona con resultado positivo recibe casi de inmediato en su email las pautas de comportamiento que debe adoptar (unas indicaciones que en Hegoalde parecen cada vez más difusas).
No se limitan al email. A los positivos les llaman desde los call centers de rastreo para poder identificar a más infectados o para verificar que, realmente, su caso no se está agravando.
Porque el seguimiento de los casos es otra parte que en Hego Euskal Herria se ha abandonado. Los positivos son enfermos y su cuadro se puede agravar conforme avanzan los días. No solo se trata de saber a quién pudo contagiar o si necesita algo para completar el aislamiento, también hay que verificar que no requiera de atención.
A todo lo indicado se añade que la aplicación de rastreo a través del móvil allá sí funciona, porque la mayor parte de la población se la descargó. Esto permite que, si una persona da positivo por un test que se ha hecho en su casa, y otra ha viajado en el mismo avión que ella, por ejemplo, reciba un aviso de que ha estado cerca de una persona enferma.
Gracias a este sistema, el nivel de test que se han ido realizando en Reino Unido quintuplica los realizados en el Estado Español. Obviamente, no ha bastado para mantener a raya la epidemia, porque pretendieron que esto compensara la decisión de retirar por completo las mascarillas. Ese fue su gran error.