Tras los casos de Unai Fano, en setiembre, y Jon Crespo, la pasada semana, la Audiencia Nacional ha revocado ahora el tercer grado también a Iñigo Gutiérrez, por lo que deberá volver a la cárcel que dejó atrás hace apenas tres semanas por decisión de Instituciones Penitenciarias. Así lo ha confirmado Etxerat.
La resolución conocida este lunes y a la que ha tenido acceso NAIZ incide, como en el caso de Crespo, en que «no ha pedido perdón a las víctimas». Se trata de un requisito que no consta en el entramado legal pero ha sido introducido por la Sección Primera de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional y lo ha hecho suyo el Juzgado Central de Vigilancia Penitenciaria (también adscrito a la AN) tanto en el caso de Crespo como en el de Gutiérrez.
«También deben hacerse constar los elementos negativos o de inadaptación: tipo de delito especial gravedad de los hechos, delito que exige un elevado grado de planificación, pertenencia a organización criminal, alarma social, cuantía de la condena impuesta, ausencia de permisos que permitan valorar su adaptación y escaso efecto intimidativo de la condena», añade el JCVP en su auto.
En Aranjuez, por unanimidad
Se da la circunstancia de que el tercer grado fue propuesto por unanimidad por la Junta de Tratamiento de la cárcel madrileña de Aranjuez, y en consecuencia asumido por la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias dependiente del Gobierno español.
Se hizo público el 30 de diciembre, aunque no se llevó a efecto hasta pasadas unas semanas. Llevaba aparejado el traslado a Euskal Herria, por lo que el reencarcelamiento se producirá en una prisión vasca; la que haya asignado el Gobierno de Lakua, que tiene ahora la competencia.
La Fiscalía de la Audiencia Nacional recurrió ese tercer grado y el Juzgado Central establece ahora que su criterio debe estar por encima del de la Junta de Tratamiento de Aranjuez, pese a admitir este como unánime en su exposición.
Para el juez José Luis Castro, el escrito del preso de Algorta sobre su voluntad de reintegración «no refleja una petición expresa de perdón a las víctimas de la organización terrorista ETA» dado que «se constituye en mera manifestación de empatía con su dolor, pero no una clara y transparente petición de perdón».
Izadi, en la calle sin padre y madre
En términos humanitarios, el caso tiene una gravedad extra porque Gutiérrez es el padre de Izadi, cuyo caso ha tenido gran repercusión hace más de un año en Euskal Herria gracias la campaña de denuncia de su situación.
El tercer grado permitía que Izadi estuviera con su padre en la calle desde que el pasado 23 de enero la niña cumplió tres años y por tanto tuvo que abandonar la cárcel. Allí había convivido hasta ahora con su madre presa, María Lizarraga.
La obligatoriedad de reingresar en prisión impuesta a Gutiérrez deja por tanto a la niña en una situación que no ha conocido hasta la fecha: en la calle y sin apoyo materno y paterno.
Se da la circunstancia añadida de que a Iñigo Gutiérrez le restan cinco escasos meses para agotar la condena, lo que hace aún más incomprensible esta reversión de grado en parámetros legales y humanos. En realidad debería estar en libertad condicional por haber cumplido tres cuartas partes de condena, exactamente en 2019.
Etxerat recuerda el «cuidado de su hija» entre las razones
Etxerat ha recordado que «entre las razones por las que fue progresado a tercer grado estaba el cuidado de su hija». Y también que María Lizarraga continúa prisionera, ahora en Zaballa.
«Ante estas razones, no se entiende esta decisión de la Audiencia Nacional. Tal y como ya señalamos en los casos de Fano y Crespo, además del preso perjudicado están la familia y su entorno, en este caso una niña de tres años que necesita en estos momentos la presencia y atención de su padre, que por otro lado en aplicación de la legislación ordinaria hace tiempo que debía estar en libertad», sigue la nota.
«La AN vuelve a obstaculizar el camino hacia la reintegración emprendido por un preso vasco, en un contexto de avance hacia la resolución, la convivencia y la paz que comparte la mayoría de la sociedad vasca», concluye.