Ricardo y Javier Zabalza Elorga serán recordados el próximo sábado 26 de febrero en su localidad natal de Erratzu con un homenaje que honra la memoria de dos hermanos que fueron fusilados por los franquistas por su defensa de la justicia social.
Durante el homenaje, organizado por la propia localidad y el Ayuntamiento de Baztan a las 12.00 horas en la plaza del pueblo, se plantará un cerezo, tal y como indicó en su carta de despedida poco antes de ser ejecutado Ricardo, el mayor de los hermanos.
¿Pero quiénes fueron Ricardo y Javier Zabalza Elorga? De los dos hermanos, el más destacado en el panorama político y sindical de comienzos del pasado siglo fue el mayor.
Ricardo nació en Erratzu el 29 de enero de 1898 y tras estudiar magisterio, emigró a Argentina, donde, entre otro trabajos, ejerció de maestro en escuelas rurales. En esa república latinoamericana, «se gestó su experiencia militante a través del sindicalismo, que era una potente corriente de protesta, organización y lucha obrera ubicada entre el anarquismo y el Partido Socialista», señala el historiador y profesor de la UPNA Emilio Majuelo, autor del libro ‘La generación del sacrificio. Ricardo Zabalza 1898-1940’, editado por Txalaparta.
Regresó en 1930 y tras la proclamación de la Segunda República española, se convirtió en vicepresidente de la Federación de Nafarroa del PSOE y secretario de la Federación Provincial de Sociedades Obreras de la UGT. En marzo de 1933, fue elegido secretario provincial de la Federación de Trabajadores de la Tierra (FTT) del sindicato.
En las elecciones a Cortes de noviembre de ese último año, fue uno de los candidatos de Nafarroa por el PSOE y aunque resultó el más votado de esa formación, no obtuvo acta de diputado.
En el campo sindical continuó su ascenso al ser elegido secretario general de la FTT en enero de 1934 y unos pocos meses más tarde, el 5 de junio, coordinó la huelga general campesina, que buscaba mejorar las condiciones del proletariado agrícola.
Sin embargo, «la derrota de esa movilización supuso el desmantelamiento organizativo de esa enorme federación sindical», explica Majuelo. Entonces se produjo «la desorganización, la censura, el cierre de locales y prensa, y la detención de miles de afiliados y militantes campesinos de la FTT-UGT».
Ricardo Zabalza intentó refugiarse en Ipar Euskal Herria, de donde era originaria su madre, pero en octubre de 1934 fue detenido y entregado por la Gendarmería a las autoridades españolas, que lo encarcelaron en enero de 1935, aunque salió de prisión meses después.
Retomó su labor al frente de la FTT y viajó por Andalucía y Extremadura, creando unos vínculos que hicieron que en las elecciones estatales de 1936 se presentara como candidato del Frente Popular por Badajoz. Consiguió el acta de diputado y desde esa responsabilidad, intervino activamente en el debate en torno al proyecto de ley sobre el rescate de las tierras comunales.
La sublevación militar de julio de 1936 le sorprendió en Madrid, donde los generales golpistas encargados de tomarla se resistieron al Gobierno republicano en el Cuartel de la Montaña. Ante el inminente ataque a esa instalación del Ejército, «fue enviado por la ejecutiva del PSOE para tratar de que no hubiera desmanes por parte de los asaltantes, enardecidos ante las noticias del triunfo del golpe de Estado en Marruecos», señala el historiador especialista en su vida.
Con una misión bastante parecida, en septiembre de 1936, Zabalza fue nombrado gobernador de Valencia por el presidente del Ejecutivo español, Francisco Largo Caballero. Se trataba, «como así hizo, de controlar las acciones e iniciativas de grupos revolucionarios que, más allá de las directrices gubernamentales, actuaban mediante acciones violentas que el gobierno obrero de Largo Caballero repudiaba», explica Majuelo.
Pero cuando este Ejecutivo fue sustituido en mayo de 1937 por el comandado por otro socialista, Juan Negrín, Zabalza dejó de ser gobernador de Valencia. Entonces se centró en los problemas a los que debía hacer frente la FTT en plena guerra para impulsar la organización de cooperativas agrícolas.
Como detalla el profesor de la UPNA, «el cooperativismo fue una herramienta en la resolución de problemas socio-económicos puesta en práctica a lo largo de la época contemporánea y que Ricardo Zabalza tuvo muy presente siempre en su actividad político-sindical, particularmente cuando, iniciada la Guerra Civil, se puso en marcha en la zona leal a la República».
Explica que se trató de un «profundo proceso de transformación social que tuvo en las colectivizaciones y en la extensión del cooperativismo su máxima expresión. Desde su secretaría general de la FTT de la UGT, fue el máximo impulsor de dicha experiencia en un momento en el que la zona republicana necesitaba recursos para mantener el nivel de abastecimiento de subsistencias tanto en el frente como en la retaguardia».
En marzo de 1939, trabajó con denuedo en organizar la evacuación de militantes socialistas y de sus familias en Alicante ante la llegada de la tropas franquistas. Se trataba de «una ‘bolsa’ repleta de civiles, militares, militantes y cargos políticos republicanos esperando poder huir de aquella encerrona», detalla Emilio Majuelo. «A pesar de la imprecisión que ronda sobre lo acaecido durante los sucesos de aquellos días, sabemos que Ricardo Zabalza pudo huir, pero ahuyentó esa decisión tras ayudar a reorganizar aquel marasmo de gente impotente», añade el historiador.
«Un hombre con temple» ante la muerte
Finalmente, «fue detenido, encarcelado, trasladado a Madrid, torturado y juzgado por un tribunal militar fascista» el 2 de febrero de 1940. En ese proceso, su presencia en el asalto al Cuartel de la Montaña de Madrid en 1936 «le pasó factura», ya que «fue directamente acusado dirigir dicho asalto al reducto golpista». Ricardo Zabalza terminó siendo condenado a muerte.
A pesar de que sabía lo que le aguardaba, demostró una vez más ser «un hombre con temple» y «siempre estuvo tranquilo, como lo atestigua la numerosa correspondencia mantenida durante el tiempo que media desde abril de 1939 hasta febrero de 1940, con compañeros, familiares y amigos», indica Majuelo.
La noche anterior a su fusilamiento, ya en capilla, «escribió un buen número de cartas entrañables, particularmente la dedicada a su hijo Abel, que, con poco más de un año, había podido llegar hasta Orán junto a su madre».
Esa misiva es «un texto que define ajustadamente la personalidad de Zabalza. Siguió siendo pedagogo, amable, comprensivo y razonable con su único hijo, del que se despidió con la emoción de saber que había defendido la justicia social y un mundo mejor para los oprimidos. Un texto realmente inolvidable que debiera leerse recurrentemente para entender las razones políticas y morales de aquellos luchadores por un mundo mejor», añade el experto en su vida. El destinatario de esa carta, su hijo Abel, estará presente en el homenaje de Erratzu.
Ricardo Zabalza fue fusilado el 24 de febrero de 1940 en la prisión de Porlier en Madrid. Así se ponía fin «a la enorme experiencia de lucha social y política que mantuvo en su vida promoviendo organización social, estudio y lucha allá donde estuvo», concluye el profesor de la UPNA.
La represión franquista se cebó con Zabalza incluso después de muerto. El 3 de marzo de 1940, una semana después de haber sido ejecutado, fue condenado por el Tribunal de Responsabilidades Políticas de Iruñea por el papel que había desempeñado durante la Segunda República.
En una sentencia en la que, curiosamente, se señala que se encuentra «en ignorado paradero» y que no ha comparecido ante el tribunal a pesar de haber sido citado a través del Boletín Oficial de Nafarroa, se le sanciona a pagar al Estado «por vía de indemnización de perjuicios» la cantidad de 25.000 pesetas. Asimismo, se le impone «la sanción de relegación a las posesiones africanas por tiempo de doce años».
Su hermano Javier, también fusilado
Con su ejecución, Ricardo seguía el destino de su hermano Javier, que «fue asesinado al poco de iniciarse el golpe de Estado por unos conocidos jaqueses en Escó, muy pocos días antes de que contrajera matrimonio en París con Dominique Langlois», comenta el historiador.
Majuelo considera que el caso de Javier Zabalza Elorga, nacido el 26 de junio de 1903, resulta «paradigmático de lo que fue la generación de las décadas de 1920 y 1930 del siglo pasado». Realizó estudios de odontología, pero, «como el resto de sus hermanos, tuvo una enorme dedicación a su formación personal en contacto con la realidad del momento».
También era militante socialista y además, «pintaba, tocaba el piano, fue radioaficionado y logró con otros amigos de Jaca (donde residían varios Zabalza en los años 30) ver imágenes de televisión, que lograron instalar de manera artesanal», desgrana el historiador.
Asimismo, Javier era «amante de los rallys automovilísticos, entusiasta por el progreso técnico, particularmente con el relacionado con su profesión; organizador de sociedades deportivas como Ícaro de vuelos sin motor, impulsor de cooperativas de casas baratas…».
Una inquietudes que le terminaron costando la vida, como a su hermano Ricardo. Dos historias vitales que Emilio Majuelo repasará el día 24 en la charla que ofrecerá en la sociedad Etxelert de Erratzu a partir de las 20.00 horas.
Será dos días antes de que un cerezo se convierta en memoria viva del compromiso con los oprimidos de Ricardo y Javier Zabalza Elorga.