«Lucho por un reconocimiento judicial de que mis padres murieron por amianto»
Los padres de Vanesa Godino fallecieron a causa de un cáncer pleural provocado por el amianto. Tras tres años de burocracia, este miércoles ha comenzado el juicio por la muerte de él.
Vanesa Godino se describe a sí misma como la hija menor de una familia obrera santurtziarra. Tanto su madre como su padre fallecieron a causa de un mesotelioma pleural, un cáncer pulmonar provocado por la inhalación de amianto. Vanesa, junto con sus cinco hermanos, ha iniciado un proceso judicial contra Aceros Olarra y Altos Hornos de Bilbao, empresas siderúrgicas donde su padre estuvo expuesto al amianto mientras trabajaba entre 1965 y 1990, con el fin de conseguir el reconocimiento del motivo de las muertes. NAIZ recoge su opinión justo después de la primera vista en el Juzgado de lo Social de Bilbo, de donde sale visiblemente conmovida.
Su padre desarrolló labores de peón de fundición en Aceros Olarra y después trabajó como albañil en el departamento de mantenimiento de Altos Hornos de Bilbao. Sin embargo, su madre era ama de casa. ¿Cómo enfermó?
Mi ama también estuvo expuesta, de forma indirecta, al amianto a través de la ropa de trabajo. Es decir, esa ropa salía de la fábrica, mi padre la llevaba a casa y mi madre era quien la lavaba. Aunque tuviésemos lavadora, esas prendas, según las manchas que tenían, se sacudían y se lavaban a mano antes de meterlas a la lavadora. Con lo cual, si tú sacudes esas prendas que están impregnadas de amianto, esas fibras quedan en el ambiente.
Entonces, ambos, tanto de modo directo como indirecto, estuvieron expuestos al amianto y los dos fueron diagnosticados de la misma enfermedad: el mesotelioma pleural, que es una de las tres enfermedades y uno de los dos tipos de cáncer que produce el amianto. Ambos fallecieron por la misma causa.
Inicialmente, enfermó mi ama en el 2012 y en su día, como ella era una ama de casa que no tenía vida laboral, no teníamos cómo demostrar que había sido una persona que había estado en contacto con el amianto.
Siete años después, tuvo que fallecer mi padre de la misma enfermedad para poder relacionar, encajar la pieza del puzzle que nos faltaba y demostrar que el contacto había existido de la misma manera, aunque no pudiésemos demostrarlo con una vida laboral. En el caso de mi aita, sí que había tenido una vida laboral y sí que estuvo expuesto durante muchísimos años.
Además de la misma enfermedad y la vida laboral, existe un informe de Osalan, que indica cuáles fueron sus funciones y avala cómo estuvo expuesto clarísimamente. Y lo que es más importante, un reconocimiento de enfermedad profesional emitido por el IMS (International Medical Services), por la seguridad social, que reconoce que esa exposición existió y que su enfermedad fue derivada de su actividad laboral.
¿Esa ropa no la tenían que lavar las empresas empleadoras?
No existía un protocolo. Estamos hablando de los años 60, 70 y 80, donde el producto era muy utilizado, se sabía de la nocividad, porque desde la OMS ya se habían emitido documentos alertando sobre esa toxicidad, pero como no existía una prohibición como tal, se seguía utilizando.
Desconozco si posteriormente, a partir de 2001 [año de prohibición del amianto en el Estado español}, cuando existe un reconocimiento de su toxicidad, las empresas comienzan a tener protocolos y medidas de seguridad. Pero en aquellos años el amianto era un aislante bueno, bonito, barato y el más utilizado por las empresas.
¿Cómo es el amianto? ¿Es un elemento que se puede oler o percibir?
Son unas fibras microscópicas que inhalas, no puedes percibir, y que tu organismo no tiene la capacidad de desecharlas. Es como si en un ambiente existe polvo; son ese tipo de partículas que inhalas de manera inconsciente.
Además, no sabías que estabas inhalando algo tóxico porque no te avisaban. La toxicidad existía, pero tú, como trabajador, no tenías la información que te avisaba de que era tóxico.
De hecho, hoy en día existen empresas que se dedican exclusivamente a retirar amianto. Si en un edificio que van a demoler se detecta la presencia del amianto, hay una empresa que se dedica a hacer esa retirada con unas medidas de seguridad asombrosas. Entonces entiendes cómo puedes llegar a enfermar si no has tomado esas medidas anteriormente, porque tu exposición ha sido diaria y clarísima.
¿Cuáles son las características del mesotelioma pleural que provoca?
El mesotelioma, a día de hoy, no tiene cura. Todos los tratamientos son paliativos; para hacer la vida más fácil al enfermo, por así decirlo. Entonces, desde que se diagnostica sabes cuál va a ser el final.
«Es una enfermedad muy dura, solo tienes tratamiento paliativo. Yo, que lo he vivido con los dos, no lo deseo a nadie»
Es una enfermedad muy dura que cursa con disnea, es decir, fatiga. Sientes que te ahogas y que no puedes hacer nada. Además, tienes derrames pleurales, líquido en el espacio que está destinado al área de extensión de los pulmones, y eso causa muchísimo dolor.
Digamos que esa pleura se hace rígida y no deja expandirse a los pulmones bajo la sensación continua de que te estás ahogando, y no puedes hacer nada para evitarlo. Por lo tanto, es una enfermedad muy dura y lo único que tienes es un tratamiento paliativo para intentar que tu final sea el menos doloroso posible. Yo que lo he vivido con los dos, no se lo deseo a nadie.
¿Qué diferencias ha habido entre el caso y proceso judicial de su madre, en 2012, y el de su padre, en 2019?
En el caso de mi madre, los médicos nos dijeron que el mesotelioma lo causó el amianto y nosotros comenzamos a estudiar qué medidas legales podíamos tomar. Pero insisto, como no tenía una vida laboral no pudimos hacer nada.
Sí que es cierto, que siete años después, desde la misma consulta de un hospital de Cruces, hubo un diagnóstico certero de que era esa enfermedad y se activó un protocolo automáticamente. Desde Osakidetza comunicaron a Osalan que había una posible enfermedad profesional por la actividad laboral previa del paciente.
Posteriormente se realizó un informe con técnicos de Osalan, a través de una entrevista con el enfermo. Ese informe se envió al IMS y es el IMS el que con esos datos y otros documentos certifica si ha habido una exposición o no y reconoce si ha habido una enfermedad profesional o no.
Desde ese ámbito y en el tema de cuidados paliativos ha habido cambios a mejor. Mi ama no tuvo esa opción. Mi aita tuvo la posibilidad de, en los últimos 20 días, en los que la enfermedad en casa era insostenible aunque estuviese hospitalizado a domicilio, tener unos cuidados paliativos. Entonces, eso alivia y facilita, de cara a la familia y al enfermo, que ese final sea lo más llevadero posible dentro de lo dura que es la enfermedad.
Por lo tanto, sí que ha habido cambios a mejor. Legalmente, nosotros iniciamos el proceso judicial con mi aita en 2019 y estamos en el 2022. Aquí sí que me gustaría hacer hincapié en las trabas y dificultades que ponen.
«Con un diagnóstico y reconocimiento tan claro, las familias no tendríamos que vernos en ningún proceso judicial»
¿Como cuáles?
Por ejemplo, con un diagnóstico tan claro como un mesotelioma y un reconocimiento del IMS, donde lo reconoce como una enfermedad profesional, automáticamente las familias no tendríamos que vernos en ningún tipo de proceso judicial, que es una carga emocional tan dura para las familias.
Si existen informes de hospitales públicos que certifiquen esa enfermedad y encima la IMS lo reconoce como una enfermedad de ocupación laboral, no habría que pleitear ni pelear nada. Automáticamente tendría que haber ese reconocimiento.
¿Debería existir una bolsa de indemnizaciones como en Ipar Euskal Herria?
Eso es. Por eso ese fondo de compensaciones es tan importante, porque facilita este trámite para no hacerlo tan duro. Todavía queda muchísimo por hacer en esa pelea legal. Lo ideal sería que existiera ese fondo de compensación y que automáticamente las familias pudiesen recurrir a él, porque hay muchas víctimas que no tienen a quién reclamar.
Yo tengo unas empresas a quienes reclamar aunque una de ellas a día de hoy no continúe con su actividad. Sin embargo, hay muchos pequeños talleres que bajaron la persiana hace años, la enfermedad aparece a los 40 y la víctima no tiene a quién reclamar. Entonces, es fundamental ese fondo de compensación y que se faciliten los trámites. Es ahí donde queda mucho por hacer todavía: que en el momento en que haya un diagnóstico de Osakidetza, que la enfermedad esté diagnosticada y que exista, además, un reconocimiento de enfermedad profesional, no haya que pelear nada.
Que la jurisprudencia y los procesos sean automáticos serviría para no tener que ir a un juicio con toda esta documentación y todas las pruebas a tu favor, y tener que escuchar como en todo caso dicen que es «un posible». Siempre hablan de «presunción» cuando hay una certeza de que la enfermedad existió.
Hay dos empresas denunciadas y la defensa, en vez de defender que esa exposición no existió, ha sido tirar piedras del tejado de una empresa a otra con la intención de «paga tú, no yo», con eximir responsabilidades.
En el momento en el que entramos en la parte médica no les es suficiente. No les es suficiente un diagnóstico de un centro público que es Cruces, donde certifican y además cuenta, como es en nuestro caso, con un antecedente que es el de mi madre, con la misma enfermedad. No les es suficiente que, además, los hijos estemos bajo un protocolo de vigilancia.
«Pueden pasar 30 ó 40 años de periodo de latencia, ¿quién me dice a mí que no pueda desarrollar la enfermedad?»
¿Respecto a esto, durante cuántos años han podido estar usted y sus hermanos en contacto indirecto con las fibras a través de sus padres?
Años… Pero el problema que tiene el amianto es que no es algo inmediato. Tú lo inhalas y el periodo de latencia es tardía. Pueden pasar 30 o 40 años y es después de esos años de exposición cuando la enfermedad se desarrolla. Entonces, ¿quién me dice a mí, que he estado expuesta igualmente, que pasados esos años no lo pueda desarrollar? Por eso ahora insisten en que los hijos estemos bajo ese protocolo de vigilancia, porque somos posibles víctimas.
¿Cómo se enfrenta una a dos empresas tan potentes?
Yendo con tu verdad. A mí no me da miedo, por así decirlo. Supe desde el primer momento que les tenía que hacer justicia. Lo consulté con mis hermanos, todos estuvimos de acuerdo y todos hemos ido a una. Lo que queremos es que reconozcan que ese peligro ha existido y que mis padres han fallecido por ese motivo. Por lo tanto, me da igual a quién me enfrente porque lo que estoy contando es mi verdad [se le entrecorta la voz].
Mi verdad es esa: las muertes de dos personas, que son mis padres, y por esa causa. Contra eso creo que no hay empresa grande que pueda, porque la verdad tiene un camino.
Según el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones del Estado español, el año pasado se notificaron otros siete casos de cáncer pleural provocados por el amianto por Hego Euskal Herria. ¿Qué le produce escuchar que se siguen dando casos?
Es la punta del iceberg. Como comentaba antes, el periodo de latencia es tardío. Por lo tanto, hay casos que están saliendo, pero hay casos que están por salir. Precisamente, por esa tardanza en desarrollarse la patología. Entonces, no me llama la atención porque soy consciente de que eso va a seguir pasando.
¿Es miembro de ASVIAMIE?
Sí. Quería recalcar la labor que hace la asociación. Cuando inicialmente te ves metida de lleno en este tema para las familias es absolutamente desconocido. Evidentemente, has oído hablar de ello, pero desconoces su toxicidad y lo que puede originar. Entonces, cuando quieres moverlo, no sabes por dónde tirar. En la asociación encuentras la orientación y el apoyo emocional de personas que también han pasado por lo mismo.
¿Qué les diría a las familias que se encuentran con un miembro enfermo por amianto?
Tan respetable es una postura como la otra. Es igual de respetable es la postura de querer luchar y dar voz como la de la familia que teniendo la información decide, al menos legalmente, no pelear.
Al final, la única manera que nos dejan para conseguir ese reconocimiento de la justicia es denunciar y solicitar indemnizaciones. Pero esto no es una lucha económica. Nada me va a devolver a mis padres y no lucho por un dinero. Lucho por un reconocimiento de un juez o una jueza donde diga que, efectivamente, esa exposición existió y que la muerte de mis padres es por el amianto: esa es mi pelea.