Un jurado federal ha declarado este martes culpables de crimen de odio motivado por racismo a los tres hombres blancos que mataron al afroamericano Ahmaud Arbery, de 25 años, mientras hacía jogging en su vecindario de Brunswick (Georgia, EEUU). Estos hombres ya fueron condenados a cadena perpetua en una corte estatal.

Travis McMichael y su padre, Gregory McMichael, de 36 y 66 años, junto con su vecino William ‘Roddie’ Bryan, de 52, podrían recibir ahora otra sentencia por cadena perpetua y multas por el cargo federal de delito de odio.

Durante el juicio, que ha tenido lugar en Brunswick, los fiscales intentaron demostrar que los tres hombres mataron a Arbery por ser negro, ya que no lo veían «como un ser humano», según han recogido medios locales. Además, varios testigos aportaron mensajes en redes sociales en los que los tres mostraban desprecio hacia los negros.

La defensa ha asegurado que los McMichael y Bryan persiguieron al joven para detenerlo y llevarlo ante la Policía porque sospechaban que había entrado sin permiso en una casa en construcción.

Los tres hombres fueron hallados culpables en noviembre pasado y condenados a cadena perpetua en enero por la muerte en febrero de 2020 de Arbery, a quien «cazaron» y mataron con una escopeta mientras hacía ejercicio.

La muerte de Arbery fue encubierta por la Policía y el fiscal durante varios meses, hasta que a principios de mayo se filtró en internet un vídeo que grabó uno de los implicados con su teléfono móvil y que mostraba cómo el joven fue interceptado por los McMichael, quienes, tras perseguirlo y acorralarlo en su camioneta, le dispararon a quemarropa con una escopeta.

La investigación pasó entonces a manos del Buró de Investigaciones de Georgia (GBI), que en solo días ordenó la detención de los tres hombres, uno de los cuales, Gregory McMichael, era un expolicía del condado de Glynn e investigador de la Oficina de la Fiscalía en la localidad.

La muerte a tiros de Arbery, junto con la de los también afroamericanos George Floyd en Mineápolis (Minesota) y Breonna Taylor en Louisville (Kentucky), desataron una ola de indignación y protestas exigiendo justicia racial en todo EEUU.