Víctor Esquirol
Crítico de cine

«El acontecimiento»

Debido al maravilloso panorama que nos ha dejado el mundo festivalero, puede decirse, con mucha esperanza e ilusión, que ‘El acontecimiento’, flamante vencedora de la Mostra de Venecia, es la primera película que llegará a nuestras salas ya con un círculo cerrado formidable. Al principio se estrenó ‘Titane’, de Julia Ducournau (reina en Cannes), después vendrá ‘Alcarràs’, de Carla Simón (reina en la Berlinale), y más adelante, crucemos los dedos, será el turno de Alina Grigore (reina de Zinemaldia) y su “Blue Moon”.

Así que cuando ‘El acontecimiento’ desembarque en nuestra cartelera, lo hará en un mundo en el que la última Palma de Oro, el último León de Oro, la última Concha de Oro y el último Oso de Oro estarán en posesión de una mujer. Cuatro cineastas jóvenes, además, cuyas fulgurantes trayectorias confirman el punto de inflexión histórico, acelerado por la era MeToo, en el que ahora mismo nos encontramos. A todo esto, no lo olvidemos, Chloé Zhao sigue siendo también la última gran triunfadora de los premios Oscar, gracias a ‘Nomadland’, pero es que además Nikyatu Jusu se erigió, hará solo unas semanas, como nueva sensación de Sundance con su ópera prima, ‘Nanny’. Todas mujeres, y esto para nada huele a cuota, sino a justicia. Echando la vista atrás, ni falta hace decir que esto era impensable; inconcebible, si se prefiere.

‘El acontecimiento’, precisamente, nos hace retroceder hasta un punto muy oscuro del pasado; un momento que ahora parece muy lejano, pero que por desgracia, no lo es tanto. Estamos en Francia, en el año 1963, para ser más exactos. Allí, una joven estudiante a la que se le presenta un futuro deslumbrante, ve como este se esfuma en un abrir y cerrar de ojos. Los planes que había ido labrando con tanto esmero y dedicación, tienen que reescribirse desde cero; borrarse, vaya.

Una fiesta, un baile, un flechazo con un chico… y se acabó. Cuando ha querido darse cuenta, su vida ha cambiado, precisamente porque otra vida está creciendo en su interior. Como sucedió en ‘4 meses, 3 semanas, 2 días’, de Cristian Mungiu, o más recientemente en ‘Nunca, casi nunca, a veces, siempre’, de Eliza Hittman, la narración (aquí puntualizada por el angustioso recuento de semanas cumplidas en el proceso de gestación) se empapa por un contexto que es puro terror. Esto es, el aborto como delito penal; como tabú social.

Por ahí se mueve (y se esconde) Audrey Diwan, pero con un agravante: si en los otros dos casos citados las respectivas protagonistas contaban con el inestimable apoyo de otra mujer (esa mejor amiga; esa prima que era más bien hermana), aquí el personaje central se enfrenta a la condena de los demás desde la más insufrible soledad. El aparato cinematográfico incide visualmente en ella, fijando su –plena– atención en la actriz principal, una Anamaria Vartolomei descomunal, que lleva la abrumadora carga que se le ha puesto encima, con el oficio y la contundencia de la veterana más consagrada.

La joven intérprete es innegablemente el argumento más sólido de una película que marca la práctica totalidad de sus planos en su impresionante mirada: la del ataque de pánico al que inevitablemente lleva la asfixia, pero también la de la determinación empujada por el instinto más primario, o sea, por el más poderoso. Al fin y al cabo, ‘El acontecimiento’ es, muy a su pesar, y se mire como se mire, una película sobre la supervivencia. Adaptando la traumática obra auto-biográfica de Annie Ernaux, la propuesta convierte el primer plano en el indignante recordatorio de un pasado al que, por decencia humana, hay que mirar a la cara. Esta es, conviene recordarlo, solo la segunda película de Audrey Diwan como directora, una artista curtida como guionista (ocho películas llevan su firma como autora del texto, la mayoría de ellas, por cierto, thrillers de alta intensidad), pero súper-dotada, no hay duda, en la puesta en escena.