Lo que antes era una bendición, ahora supone un mal trago. Osasuna vuelve a ejercer de anfitrión, algo que no termina de asimilar en el presente curso. Ni siquiera la remodelación de El Sadar, que se presuponía iba a traer consigo un incremento de apoyo desde la grada, ha contribuido a evitar que la escuadra navarra sea ahora mismo el segundo peor conjunto casero, empatado con el colista Levante y superando únicamente al Cádiz, que también está en descenso.

El problema añadido para remediar esta situación es que el estadio iruindarra recibe este sábado a un Villarreal que llega lanzado. Los de Unai Emery aterrizan en Iruñea imbatidos en sus últimos seis compromisos, en los que solo han cedido dos empates, frente al Real Madrid en Liga y Juventus en Champions.

El preparador rojillo, Jagoba Arrasate, ha mantenido al mismo once en las últimas tres jornadas, pero las derrotas ante Atlético y Real, le obligan a realizar cambios, como él mismo ha reconocido en la antesala del choque. La idea es buscar alternativas que, sobre todo, le den al equipo un mejor rendimiento y efectividad ofensiva, no descartándose una variación en el dibujo táctico.

Y es que es muy probable que el conjunto navarro mute a un 4-4-2, en el que Chimy Ávila abandonaría el carril derecho –ese puesto lo ocuparía Kike Barja– y pasaría a ocupar una posición más centrada, por detrás de Kike García, que sería otra de las novedades, en detrimento de un Budimir que no está teniendo la puntería de la pasada campaña. También gana enteros la inclusión de inicio de Javi Martínez, aunque ello supondría el sacrificio de alguna de las vacas sagradas que hasta ahora han sido insustituibles para Arrasate.

Aunque le ganó en La Cerámica en la primera vuelta, el Villarreal es uno de los peores adversarios que le pueden tocar en liza ahora mismo a Osasuna y un equipo al que se le ha dado bastante bien últimamente El Sadar, obteniendo tres victorias amarillas en los cuatro últimos desplazamientos que ha realizado.

El conjunto rojillo necesitará estar muy acertado en la presión y preciso en las combinaciones, pues el Villarreal se caracteriza por disponer de una capacidad técnica envidiable para romper líneas y por una velocidad de sus futbolistas de ataque mortal tras pérdida.

A excepción del lesionado de larga duración Areso, el cuadro local dispone de toda su plantilla, a diferencia de su contricante, que cuenta con las bajas de Coquelin, Peña, Gerard Moreno y Alcácer, aunque dispone de sustitutos con la suficiente solvencia como para ser un bloque muy potente, que aspirar a seguir sumando para meterse en una de las plazas europeas, de las que en estos momentos se encuentra fuera.

Arrasate: «Necesitamos un partido redondo»

A la vista del potencial de su contrincante, Arrasate no ha ocultado el hecho de que su equipo deberá realizar un partido «redondo» si quiere volver a la senda del triunfo. «El Villarreal llega en un grandísimo momento y lo que vamos a hacer es poner un once que nos va a dar posibilidades de sacar un buen resultado», ha señalado.

Respecto al negativo bagaje casero que acumula el equipo, el de Berriatua ha comentado que «tengo la sensación de que los rivales nos defienden el área cada vez mejor, entonces necesitamos alternativas y modificar cosas para buscar variantes y seguir haciéndoles daño. Es un reciclaje continuo», a la par que deben «pedir poco y dar mucho» a su afición.

«Necesitamos tener las ideas claras cuando dispongamos del balón para hacerles daño y así que el partido pueda tener dos direcciones», ha ahondado Arrasate, quien ha advertido de que el Villarreal «tiene la posibilidad de filtrar pases y ganarte en profundidad, además del balón parado. A nivel defensivo nos van a exigir mucho y necesitamos defender todos», ha insistido.

Por último, y en lo que ya está siendo un tema recurrente, el míster vizcaino se ha referido a su posible renovación, asegurando que «continúa la buena sintonía. Hemos hablado, hablamos y hablaremos, creo que no hay mucho que decir porque las situaciones colectivas están por delante de las individuales».