Dabid Lazkanoiturburu

Nueva masacre del ISIS contra la ninguneada comunidad chií en Pakistán

Mientras el mundo asiste al drama en Ucrania, la brutalidad del ISIS nos recuerda que hay otras guerras, atacando a una mezquita en pleno rezo del viernes y masacrando a una comunidad, la chií, abandonada a su suerte por el régimen paquistaní.

Heridos y supervivientes en el atentado contra la mezquita chií en Peshawar.
Heridos y supervivientes en el atentado contra la mezquita chií en Peshawar. (Abdul MAJEED | AFP)

Al menos 56 personas han muerto y otras 200 han resultado heridas este viernes en un atentado contra una mezquita de la minoría chií durante las oraciones con motivo del día sagrado del islam en la ciudad de Peshawar, en el noroeste de Pakistán.

«Hasta ahora 30 cadáveres han sido enviados al hospital», ha señalado a primera de la mañana Asim Khan, portavoz del hospital Lady Reading de Peshawar, capital de la provincia fronteriza noroccindetal pastún /Khyber Pakhtunkhwa). Luego la cifra ha subido hasta casi duplicarse según el último cómputo

La Policía había informado en un principio de una decena de muertos, incluyendo varios miembros de las fuerzas de seguridad, y unos 30 heridos, en un ataque en el que participaron varios insurgentes que abrieron fuego contra las fuerzas de seguridad.

«Al menos dos terroristas abrieron fuego contra dos policías que protegían la mezquita en la puerta y luego entraron», ha señalado el agente Gul Khan, del cuartel general de la Policía en Peshawar.

La misma fuente ha asegurado que, aparentemente, la explosión ha sido un ataque suicida, al inmolarse con los explosivos que portaban.

Ofrecidos en bandeja al yihadismo

En el hospital al que han sido trasladadas las víctimas, decenas de personas han protestado por este nuevo atentado y han denunciado la inacción del régimen paquistaní para proteger a sus familiares y vecinos.

La comunidad chií de Pakistán fue ya en el pasado blanco de ataques, con más de 2.500 muertos desde 2001, según el «Portal de Terrorismo del Sur de Asia», si bien estos atentados se han espaciado en los últimos años.

Uno de los más sangrientos se perpetró en 2019, cuando al menos 20 personas murieron, casi la mitad de ellas pertenecientes a la minoría chií hazara, y 40 resultaron heridas por la explosión de una bomba oculta en un saco de patatas en un mercado en Baluchistán, suroeste del país.

El ataque fue reivindicado por el grupo yihadista Estado Islámico (ISIS), concretamente por su sección afgano-paquistaní del ISIS de Jorasan, que considera a los chiíes apóstatas. Jorasan es un término histórico que designa a una vasta región que va desde el este de Irán hasta Pakistán, incluida Afganistán.

El pasado agosto, al menos tres personas murieron y otras 50 resultaron heridas en un atentado contra una procesión chií, con motivo del mes islámico de Muharram, en el este de Pakistán.

La violencia yihadista ha disminuido notablemente en Pakistán desde que el Ejército lanzó una operación en las zonas tribales pastunes del noroeste en junio de 2014, que más tarde amplió al resto del país. Pero la operación tuvo como objetivo a los talibanes pastunes paquistaníes del TTP, que tiene raíces comunes con los talibanes afganos pero no relaciones orgánicas en la actualidad.

No obstante, el TTP ha incrementado sus ataques contra las fuerzas de seguridad paquistaníes estos últimos meses desde la retirada de EEUU de Afganistán y la vuelta al poder de los talibanes en Kabul.

En este contexto, los chiíes son los grandes olvidados y la cabeza de turco entre un ISIS enloquecido en su milenarismo wahabí y un régimen suní que les mira con recelo y como ciudadanos de cuarta clase.