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Azovstal, el laberíntico reducto subterráneo de las fuerzas de Kiev en Mariupol

Las tropas prorrusas que combaten en Mariupol han anunciado el asalto al complejo industrial Azovstal, último reducto de las fuerzas ucranianas en la ciudad portuaria. Pero Moscú sigue intentando una rendición que evite una arriesgada operación en una enorme red de túneles y búnkeres subterráneos.

Imagen de satélite del complejo industrialn de Mariupol.
Imagen de satélite del complejo industrialn de Mariupol. (AFP)

El portavoz de las milicias prorrusas de Donetsk, Eduard Basurin, ha anunciado este martes el comienzo del asalto a la gigantesca acería Azovstal, en Mariupol, donde se han atrincherado los combatientes ucranianos del batallón ultra Azov.

Basurin ha señalado que «grupos de asalto, seleccionados especialmente para esta misión» habían comenzado la operación y «nos ayuda en ello la Federación de Rusia con su aviación y artillería».

Pero el asalto este complejo industrial, prácticamente una ciudad dentro de la ciudad, no resulta tan sencillo.

El último reducto de las fuerzas de Kiev en Mariupol, después de más de un mes de asedio y bombardeos que la han devastado, es un gigantesco laberinto con pasos subterráneos, búnkeres y profundos túneles difíciles de asaltar.

A pesar del uso constante de artillería y de los bombardeos, sus instalaciones subterráneas son supuestamente inmunes a las bombas y permiten refugiarse a miles de personas.

De hecho, está concebido durante el período de la Guerra Fría, ante la previsión de tener que proteger miles de trabajadores de la planta.

Azovstal fue creado en 1930 por la Ucrania soviética y comenzó su producción en 1933, primero de hierro y, posteriormente, de acero.

Fue ocupada por la Alemania nazi durante la Segunda Guerra Mundial y reconstruida tras la liberación de la ciudad en 1943. Fue entonces cuando se ideó este complejo con el propósito de proteger a sus 40.000 trabajadores en caso de un ataque. La planta era uno de los ejemplos de la potencia industrial y minera del este de Ucrania.

Seis plantas bajo tierra

Sus túneles se extienden hasta seis plantas bajo tierra, a la vez que permiten salidas para ataques esporádicos a los combatientes ucranianos que rechazan la rendición.

Si su asalto ya resulta muy complicado, la red de túneles supuestamente también resulta inmune a los bombardeos. Según las fuerzas ucranianas, el Ejército ruso está lanzado bombas antibúnker para intentar hacerles salir.

Además, el complejo industrial de la superficie, una gran extensión de altos hornos, almacenes, plantas eléctricas y chimeneas ofrece una protección adicional.

Pero para Rusia acabar con las fuerzas atrincheradas allí resulta clave; es el último reducto que le impide la conexión del Donbass con Crimea a lo largo del mar de Azov, proclamar una victoria en el frente sur y liberar tropas para el resto de la ofensiva.

Propuesta de rendición

A pesar de anunciar el asalto, Moscú aún espera la rendición que evite una arriesgada operación. Después del ultimátum del domingo, Rusia ha vuelto a ofrecer este martes otro plazo más a los «batallones nacionalistas» y «mercenarios extranjeros» para que depongan las armas a cambio de salvar sus vidas.

Así, ha anunciado poco después que suspendía las acciones militares y abría un corredor que permitiría a las fuerzas ucranianas que hubieran decidido rendirse abandonar la ciudad.

El Ejército ruso ha asegurado que los corredores se abrieron «por motivos puramente humanitarios» ante la «situación catastrófica» de la acería Azovstal.

«Llamamos a las autoridades de Kiev a temer sentido común y dar orden a los luchadores para detener su resistencia locura», ha señalado el Ministerio de Defensa ruso.

Pero por la noche, el Ejército ruso ha lamentado que nadie haya utlizado este corredor. A pesar de ello, ha anunciado se volverá a abrir de nuevo el miércoles a partir de las 11:00 GMT.

El Ejército ruso también ha afirmado que ha establecido tres columnas en tres calles ubicadas al norte, al oeste y al este de la fábrica de Azovstal, compuestas de cuarenta vehículos, incluidas  ambulancias, para el traslado de quienes se rindan y depongan las armas.

La semana pasada, más de mil soldados ucranianos se entregaron en Mariupol, pero varios cientos siguen atrincherados en la inmensa planta de Azovstal.

Según Moscú, entre ellos se encuentran los combatientes del batallón neonazi Azov, cuyo líder afirma que también unos mil civiles se han refugiado en estos túneles.

En el bando ruso combaten, por su parte, las tembiles milicias chechenas comandadas por su presidente, Ramzan Kadyrov.