Las películas basadas en acontecimientos reales de gran trascendencia mediática se las suelen encargar a cineastas de prestigio, por lo que no es de extrañar que ‘Arde Notre Dame’ (2022) haya acabado siendo realizada por Jean-Jacques Annaud. Al veterano autor de ‘En busca del fuego’ (1981), ‘El nombre de la rosa’ (1986) y ‘El oso’ (1988) su fama le viene de esas películas que rodó en los 80, por lo que tiene ahora una buena oportunidad de recuperar el terreno perdido cuando se encuentra cerca de convertirse en octogenario. Y el estreno nos llega justo al cumplirse los tres años de la catástrofe, cuyas imágenes dieron la vuelta al mundo. Las que nos llegaban estos días en las noticias mostraban a los celebrantes de las eucaristías de Semana Santa con cascos de obra y rodeados de andamios, en cuanto resto o vestigio de la tragedia que allí ocurrió y la lenta reconstrucción del templo.

La película, más que ir por los derroteros de la religiosidad asociada al lugar de los hechos, viene a ser una especie de 11-S francófono, con homenaje incluido a las dotaciones de bomberos y servicios de emergencia que lucharon contra el fuego y sus aparatosas consecuencias. Es lógico que sea así, dada la dimensión social de una atracción turística que acumulaba trece millones de visitantes al año. No en vano la catedral, cuya primera piedra se puso en el 1163, es uno de los grandes símbolos de París. Un icono al que se quiere devolver su reconocible fisonomía.

‘Arde Notre Dame’ (2022) quiere ser una cinta espectacular, que mezcla técnicas documentales con otras de ficción, de tal modo que las imágenes de archivo se simultanean con recreaciones en decorados de partes de la construcción que fueron devoradas por las llamas. También hay un sitio para la denuncia, mediante la cronología de una operación de salvamento que estuvo llena de fallos y accidentes de todo tipo.