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Texas ejecuta a un preso de 78 años que llevaba condenado desde 1991

El estado de Texas ejecutó este jueves a Carl Buntion, que a sus 78 años era el preso más anciano que ha enfrentado la pena de muerte en el estado y que estaba condenado por el asesinato en 1990 de un policía en Houston.

Sala de ejecución en una prisión estadounidense.
Sala de ejecución en una prisión estadounidense. (CAROLINE GROUSSAIN | AFP)

Buntion recibió la inyección letal menos de una semana antes del momento en el que está prevista la ejecución de Melissa Lucio, la primera latina condenada a muerte en Texas, que insiste en su inocencia.

La de Buntion fue la primera ejecución de este año en Texas y se produjo poco después de que el Tribunal Supremo estadounidense rechazara un último intento de sus abogados de detenerla, informó el diario local ‘The Texas Tribune’.

Antes de su ejecución en la cárcel de Huntsville, el preso se dirigió a los familiares del policía al que confesó haber asesinado hace 32 años durante un control de tráfico, James Irby.

Buntion fue condenado a muerte en 1991, pero su ejecución se ha venido retrasando durante décadas debido a largas batallas legales sobre si los jurados como el que le había examinado debían tener en cuenta elementos como la enfermedad mental o la infancia del acusado.

La infancia de Bunion fue muy dura: su padre le rompió los huesos, quebró los dientes de su madre, mató a un hombre delante de su hermano y dejó a la familia sin casa tras perder la vivienda en una apuesta; y el hermano gemelo de Bunion murió por disparos de la Policía.

Los abogados de Bunion alegaron este mes sin éxito que la edad del preso y sus décadas de buen comportamiento en el corredor de la muerte debían librarle de la pena de muerte.

«Después de vivir bajo sentencia de muerte durante más de tres décadas en un estado que mantiene a sus prisioneros del corredor de la muerte en aislamiento en solitario, Bunion ha sido castigado hasta un punto excesivo», escribieron los letrados David Dow y Jeff Newberry.

Su ejecución ha sido la cuarta en lo que va de año en Estados Unidos, después de dos registradas en Oklahoma y otra en Alabama; y se produce en un momento de fuerte expectación por los planes de Texas de administrar el próximo miércoles la inyección letal a Melissa Lucio en el mismo centro penitenciario.