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La cárcel, el hambre, la educación... explicadas por Chimy Ávila en un centro de menores

«Una cárcel te encierra pero no te mata». «El que se olvida de donde viene no sabe adónde va». «Sólo tú te pones la meta donde llegar». Son algunas de las frases de una charla del jugador de Osasuna Chimy Ávila en un centro navarro de menores. Sabe de qué habla: pasó por esa situación.

El delantero de Osasuna Chimy Ávila ha hablado de la cárcel, la pobreza o la educación, desde su propia experiencia personal, en una visita al centro de menores Berriztu, ubicado en Aranguren (Nafarroa). Una charla recogida por las cámaras con potente difusión en redes, y cuyo contenido realmente no tiene desperdicio. En ella Ávila no elude detalles de su propio pasado en Rosario (Argentina) ni tampoco esconde la polémica que suscitó su imagen vistiendo una camiseta con el retrato del líder de Vox Santiago Abascal.

Quince minutos de esa sesión han sido difundidos por Osasuna. Corresponde a Integrol, un proyecto de la Fundación Osasuna «para utilizar el fútbol como motor de cambio en las vidas de adolescentes en riesgo de exclusión social».

Cuando uno de los jóvenes le pregunta a Chimy Ávila por qué ha decidido acudir a «este reformatorio», el futbolista explica que «yo estaba en el sitio en que estaban ustedes pero en peor situación», por la dureza de «las cárceles en Sudamérica». Les cuenta que tres semanas antes de cumplir la mayoría de edad «se me acusó de un robo», por lo que estuvo internado «desde los 18 a los 20. Hoy día tengo muchos amigos que han muerto dentro de la cárcel. Me tocó estar en la de menores y la de mayores. Háganme todas las preguntas que quieran porque yo les entiendo».

Estas son algunas de sus conclusiones sobre la prisión: «Una cárcel te encierra pero no te mata. Solamente ustedes saben lo que pasa por la cabeza de noche, porque la noche es lo peor. Las lágrimas vienen cuando estás en una habitación solo».

Aboga por no renunciar a ese pasado, sino por tenerlo presente y utilizarlo como palanca, porque «el que se olvida de donde viene, no sabe adónde va». «Los presos no tienen sueños apagados, los tienen en pausa. No dejen que les maten los sueños», dice en otro momento de la charla, en realidad un coloquio con estos menores de muy diferentes procedencias.

«Yo no vengo a trabajarles sus cabeza. No vengo a hacerles de sicólogo ni a quererles rehabilitar, la cabeza de ustedes y el sicólogo son uno mismo. Cuando se cierran las puertas, quedan ustedes, nadie más», explica Ávila. Y les alerta sobre el exterior: «Ahí fuera va a haber mucha gente que les va a mirar de reojo. Aquí tienen que conocerse a sí mismos». Así, a un joven aspirante a cocinero le hace ver: «Que te juzguen por una comida mala, no por lo que has hecho en el pasado».

«A los hijos no se les sobrecarga de cosas materiales, sino de educación y de cariño», dice Ávila en una de sus lecciones en este «reformatorio»

Reclama también ayuda a estas personas en riesgo de exclusión: «¿Quién se anima a darle un trabajo a alguien privado de libertad? Si no quieren que vuelva adentro, denle trabajo, no se lo pongan fácil», pide. Y añade a los chicos que mantengan la iniciativa: «Solo tú te pones la meta donde llegar».

Otra alusión a su propia historia por parte de Chimy Ávila tiene que ver con la pobreza que sufrió su extensa familia: «A mi madre de noche siempre la veía con dolor de panza. Luego de mayor entendí que no le dolía la panza, sino que me daba su comida a mí». De ahí extrae este aprendizaje: «A los hijos no se les sobrecarga de cosas materiales, sino de educación y de cariño. Muchos padres nos confundimos pensamos que los profesores educan a los hijos; no, la educación está en casa».

«La peor vergüenza es no asumir que te equivocas»

Hay varias alusiones a la figura de la madre en su charla: «Hay una sola persona que va a luchar por ustedes, y es su madre. Igual que sufrió cuando los tuvo». Y también tiempo para las bromas, como cuando apunta que no quiere más descendencia porque ya tiene dos hijas «y tres yernos sería demasiado, me muero».

La visita a este centro de menores por parte de Chimy Ávila hace recordar ineludiblemente el episodio de la camiseta de Vox, ocurrido hace ya casi dos años pero que dejó huella en buena parte de la afición osasunista. El rosarino insiste en lo que entonces dijo: que desconocía el contenido de esta prenda que alguien le había regalado.

«Me han juzgado de muchas maneras; me han juzgado de fascista, de discriminador… por un fallo mío, por hacer una cosa sin saberlo. Y mi mejor amigo es negro, mi ahijada es negra… [apunta en alusión a Pervis Estupiñán y su familia, excompañero en Osasuna ahora en el Villarreal]. La gente te va a juzgar por un fallo, pero nunca te va a felicitar por el cambio tuyo. La peor vergüenza es no asumir que te equivocas», remacha.