Iñaki Uriarte

Museos e idiosincrasia cultural

Este miércoles 18 de mayo, como cada año desde 1977, ICOM (International Council of Museums) organiza el Día Internacional de los Museos. Por tal motivo nuestro habitual colaborador en temas de patrimonio aporta unas reflexiones y reivindicaciones sobre su importancia.

Imagen del Palacio Olabarri (1894-1897).
Imagen del Palacio Olabarri (1894-1897). (Julián ZUBIZARRETA)

La de este miércoles es una celebración que obliga a la consideración cultural, política y social sobre esta importante faceta del conocimiento y disfrute para el ser humano, los museos. En Euskal Herria, desgraciadamente está, tanto en su concepción de sentido y contenidos, como de emplazamientos, manipulado por el poder dominante, que jamás ha destacado en su interés por la cultura, sus objetivos son otros, los mercantiles.

En un país pequeño, resulta decepcionante la descoordinación al no existir una red museística entre los diversos museos y el mayoritario desconocimiento social de su variedad y riqueza. Basta una sencilla encuesta para percibir el grado de interés y asistencia a estos santuarios artísticos. La situación se agrava cuando dirigentes políticos intervienen para mostrar su capacidad de mando, obsesión de grandeza compartida con algún director museístico y el servilismo a una evidente amenaza, que ya está causando estragos de todo tipo, la obsesión por la cuantía de visitantes y atrapar al turismo.

El lema de este año, cita: «Los museos como lugares incomparables de descubrimiento, nos enseñan nuestro pasado… para construir un futuro mejor.» ¿Se sienten aludidos los responsables de cultura? ¿Cómo es posible la renuncia a mostrar un pasado espléndido pleno de riqueza creativa?

Entre ellas la industrial, a pesar de la hecatombe patrimonial, de valiosos testimonios de un legado recibido en el Museo de la Técnica que se reivindicaba ya desde 1982 cuando se crea la Asociación de Amigos del Museo de la Técnica de Euskadi, que 1988 se registra como Asociación Vasca de Patrimonio Industrial y Obra Pública, (AVPIOP).

El 23 de octubre de 2017 la Juntas Generales de Bizkaia, a instancias de EH-Bildu, basándose en un informe que tuve la oportunidad de redactar, solicitan casi por unanimidad a la Diputación que inicie el proceso de adquisición y disposición del edificio de Grandes Molinos Vascos (1924), en el muelle de Zorrotza de Bilbo, como la arquitectura más acorde para un museo de la industria, exigencia compartida por un amplio sector social y profesional.

Otro museo imprescindible, cuya carencia es una acusación a la extirpe política que vive de la cultura, es un Museo de la Pelota. Cuando en 2006 el arquitecto Carlos López Ceballos y el escultor Antton Mendizabal realizaron en Azkoitia el monumental complejo deportivo Oteiza Frontoiak, dejaron previsto el proyecto arquitectónico del Pilotaren Museoa para situarlo en este entorno, pero nada más se ha hecho. Otra inexplicable renuncia en dos aspectos esenciales en la idiosincrasia vasca.

Es decepcionante que para ciertos museos se destinen cantidades enormes de dinero, y en cambio otro muy representativo, como Euskal Herriko Meatzaritzaren Museoa Fundazioa, en Gallarta (Abanto-Zierbena) nacido por una esforzada y reducida iniciativa popular, esté en condiciones de precariedad expositiva por falta de dotaciones.

¿Qué clase de país y con qué autoestima cultural pretende mostrar su identidad creativa Eusko Jaurlaritza? Esta irresponsabilidad se inicia analizando quiénes integran los varios y reiterativos departamentos de cultura en diputaciones y gobiernos, tanto para tan poco.

Bilbo tuvo un alcalde (1999 y 2014), José Ignacio Azkuna, que a pesar de su autoritarismo y españolismo al menos era culto frente al actual, que proponía junto con el fallecido anterior director del Museo de Bellas Artes, Javier Viar, una expansión del Museo fuera de su sede para no destrozarla ni dañar el parque anexo como se pretende ahora. Sugería el Palacio Olabarri (1897) en el Campo del Volantín, un edificio espléndido propiedad de la Autoridad Portuaria de Bilbo, al que sigilosamente, e incluso ilegalmente, se ha rebajado de nivel de protección cultural en el reciente Plan General para poder especular destrozándolo al convertirlo en hotel, el maldito efecto del turismo que tantos estragos está causando en Euskal Herria.

Pues bien, esta mansión podría tener un uso cultural sin apenas modificaciones sustanciales como Museo de la Fotografía, basado en el importante fondo histórico existente de los archivos de Eulalia Abaitua y de Pedro Telesforo de Errazquin, que se conservan en Euskal Museoa, de los propios fondos de la APB y de los acreditados fotógrafos contemporáneos, o de la Cartografía, un tema muy descuidado.

Acertaba Jorge Oteiza (‘Deia’ 02/10/991) al decir: «¡Qué tristeza para este pueblo convertir la cultura en un elemento para dar de comer a los turistas!».