Musikene: Una partitura de veinte años de recorrido
El Centro Superior de Música de la CAV está de aniversario. Por sus aulas han pasado 1263 jóvenes que ahora trabajan en prestigiosas orquestas internacionales y numerosos conservatorios y escuelas de música haciendo lo que más les gusta y que va mucho más allá de una profesión: compartir su música.
Este curso, en el que se cumplen veinte años de andadura del Centro Superior de Música de la CAV, está a punto de terminar entre exámenes, trabajos, audiciones, conciertos y una primavera calurosa que no invita a encerrarse a estudiar. Pero si en algún sitio podemos encontrar un alumnado disciplinado es en Musikene.
Porque, en palabras de su directora, Miren Iñarga, «un alumno que decide cursar estudios superiores de música es un alumno sensible, metódico y muy organizado, que ha pasado años de tener que compartir sus estudios de música con sus estudios generales, lo que le ha llevado a mucho estudio individual, a muchos sacrificios y a saber organizar muy bien su tiempo libre. Elegir la música es muy vocacional y hay que tenerlo muy claro porque es una carrera muy bonita, pero solo cuando se consiguen resultados, cuando estás sobre el escenario y la pieza que llevas tanto tiempo estudiando por fin suena como tú quieres. Mientras tanto, hay muchas horas de estudio y muchas horas de sacrificio».
Sacrificios que abrazan gustosos cada vez más jóvenes, porque de los 54 alumnos que comenzaron en ese primer año académico 2001-2002, casi sin saber dónde se metían, Musikene ha pasado a contar con 417 matrículas este curso –312 en grado y 105 en másteres y postgrado–, un crecimiento muy llamativo para una institución tan reciente que se ha logrado con un trabajo muy dinámico por parte de sus gestores.
Musikene nace en medio de la polémica –que aún hoy sigue latente– cuando, en el año 2000, el Departamento de Educación del Gobierno de Lakua, que había asumido la titularidad de los Conservatorios Superiores Municipales de Bilbo, Gasteiz y Donostia hacía apenas dos años, decidió suprimir las competencias sobre el Grado Superior a estos conservatorios para concentrar dichos estudios en un único centro, de gestión privada pero financiación pública, en Donostia. La decisión, aunque bien argumentada, no fue del agrado de muchos y conllevó no pocos litigios en los juzgados pero, a pesar de estos accidentados inicios, Musikene abrió sus puertas el curso 2001-2002 en el Palacio de Miramar como sede provisional. «Era un sitio maravilloso, romántico, histórico… pero no reunía las condiciones ni los legales para ser un Centro Superior de Música», recuerda Iñarga. «Era muy pequeño y, además, como edificio histórico, no se podían cambiar puertas, ventanas, ni ningún otro elemento. La verdad es que lo sufrimos mucho».
La solución, tan provisional como la sede, pasó por el alquiler de aulas en la Escuela de Música de Egia, en la Escuela del Coro en Easo y algunas clases por las tardes en el Instituto Benta Berri. «Cuando hacíamos la planificación de horarios del alumnado teníamos que tener en cuenta el tiempo de desplazamiento, porque tenían una clase en Easo, otra en Egia, otra en Miramar…».
A estas dificultades materiales hay que sumar el reto que ha supuesto para la entidad adaptarse a una ley educativa tras otra. Cuando Musikene surgió se estaba implantando la LOGSE al tiempo que se graduaban los últimos titulados del Plan del 66, pero pronto llegó la LOE (2006) y su Plan Bolonia. «Tuvimos que hacer una adaptación de los planes de estudio de nuestras titulaciones con los criterios básicos que imponían el Ministerio y la nueva Ley, trazando unos nuevos planes adaptados a la filosofía de Musikene; es decir, cumplir con la nueva legislación vigente –que, por supuesto, también traía cosas buenas e interesantes para las enseñanzas artísticas–, pero teniendo mucho cuidado de no perder la identidad que nos había venido guiando desde los inicios de Musikene».
Esos planes de estudios fueron bastante ambiciosos, pero se han demostrado efectivos puesto que, pese a la LOMCE de 2013 y a la LOMLOE de 2020, siguen vigentes actualmente. «Nos decidimos por una gran oferta de asignaturas optativas, con un abanico muy amplio que abarca desde asignaturas más desinhibidas como danza o teatro, hasta otras más especializadas que profundizan en técnicas musicales, en periodismo o en idiomas», explica con orgullo la directora, «y atendemos con especial dedicación a que, en cada instrumento, en cada especialidad, se contemplen todas las necesidades que ese instrumento en concreto va a tener para el mundo profesional y la inserción en el mundo laboral del alumno». Por si fuera poco, el currículo se completa con otro paquete de asignaturas de conocimientos generales alrededor de la música, de la filosofía o de la estética para no dejar de lado la formación humanística integral del alumnado.
Establecidos en la nueva sede
Pero si algo ha supuesto un hito en estos veinte años de historia de Musikene ha sido la construcción de la nueva y definitiva sede. Tras quince años de incomodidades, el nuevo edificio, situado en pleno campus de la UPV-EHU y diseñado por el estudio bilbaino GAZ Arquitectos, se estrena en 2016. La construcción, de fuerte y personal carácter, no solo destaca por el llamativo aspecto de sus fachadas, recubiertas de chapa lisa lacada en negro brillante o reluciente dorado, inspiradas en los resplandecientes acabados de los instrumentos musicales, sino también por su geometría, que con tres incisiones de cortes rectos maximiza la entrada de luz a todos los espacios al tiempo que aprovecha al máximo la superficie, y por un interior que por fin da respuesta a las necesidades de un centro musical y cuya joya es un auditorio versátil con capacidad para 420 personas y un escenario capaz de albergar una orquesta y un coro, y que además puede dividirse mediante mamparas móviles en tres salas independientes. «Venir a este edificio ha supuesto para nosotros un cambio sustancial. Que ahora estemos todos en un mismo centro y que este reúna las condiciones adecuadas ha propiciado tener más proyectos. Ahora Musikene es un agente cultural y un agente dinamizador de primer orden en Euskadi. El año pasado tuvimos casi 300 eventos culturales en el auditorio, lo cual también es una oportunidad de que los alumnos retornen a la sociedad lo que se está invirtiendo en su formación y que aquello que hacen en las aulas traspase a la ciudadanía. Además, estar insertos en el campus universitario es otro aliciente más. Por fin estamos en el lugar que nos corresponde», se entusiasma Iñarga.
Esta importante mejora se ha traducido también en una ampliación de la oferta educativa. En los últimos cinco años se ha implantado la oferta de másteres en enseñanzas Aartísticas con el de estudios orquestales, los de interpretación clásica y jazz, el de mediación, gestión y difusión de proyectos socioeducativos y el de Ccreación contemporánea, que han atraído a muchos alumnos tanto de toda Europa como del otro lado del charco gracias a un profesorado de alto prestigio y a interesantes proyectos europeos, convenios y relaciones con entidades culturales tanto del entorno como internacionales. «Musikene se ha convertido en un centro conocido y referente. Se ha ganado una fama de centro responsable con buena atención al alumnado, buen plan de estudios, buenos profesores… y estamos muy orgullosos de haber conseguido todo eso en solo veinte años, que para una situación educativa no es nada», finaliza.