El Baskonia ha cometido esta tarde en Madrid el peor error que puede cometer y el que más difícilmente le perdonará su parroquia, el de dejarse llevar, o al menos trasladar esa imagen, con el agravante de hacerlo ante un rival históricamente tan motivador como el Real Madrid. Reconocer la diferencia entre ambas plantillas –incluso con las ausencias balncas– es una cosa, renunciar a competir en cuanto tus primeros triples no entran y no tengas otro plan, es otra muy diferente y las sensaciones han sido incluso peores que el 83-71 final. El Baskonia es hoy un equipo cansado, más quizá mental que físicamente, y el partido del martes en Zurbano puede ser más largo que esta anodina temporada.
La puesta en escena baskonista no ha sido nada buena, deshilachándose por dentro, incapaces de parar a Tavares en la zona. Con los dos equipos bastante desacertados en el tiro, la propuesta de Laso de buscar el juego interior ha sido bastante más efectiva que el pick&shoot de Spahija, con ínfimos porcentajes de tiro azulgranas.
Con todo el verdadero agujero de un Baskonia que por momentos ha dado la sensación de jugar a una velocidad inferior que sus rivales ha estado en el rebote, incapaz de cerrar el suyo en defensa. Pinceladas de Fontecchio o Wetzell han permitido al Baskonia no descolgarse definitivamente, pero todas estas deficiencias, unidas a una defensa endeble y alguna actuación individual ciertamente decepcionante como la de Giedraitis ha hecho que el marcador, diez puntos por debajo (40-30) haya sido prácticamente lo mejor de un Baskonia dececpionante. Con un 2/12 en triples, 25-18 en reobtes (11 ofensivos del Madrid), 3 faltas de Baldwin sin sacar nada de provecho a las carencias en la posición del Madrid y 7 pérdidas no se puede esperar mucho más.
De mal en peor
Y como todo lo que no mejora, y Spahija no parece tener argumentos para hacerlo mejorar, empeora, la segunda parte ha sido absolutamente prescindible y deprimente, porque pocas cosas habrá más duras para un seguidor Baskonista que ver deambular a su equipo de esta manera, contra quién y contra un Real Madrid que, más allá de Tavares, tampoco se ha mostrado excesivamente brillante.
Baldwin, ofuscado tras un estúpido campo atrás, se ha borrado con la cuarta falta y toda la segunda parte ha sido un auténtico sufrimiento que puede resumir a la perfección una temporada tan frustrante y anodina como la presente. La aportación de Marincovic ha sido, sin duda, lo mejor de una tarde para olvidar.