Este martes se cumplen 54 años años de la muerte de Txabi Etxebarrieta en Benta Haundi (Tolosa), después de que el militante de ETA acabara a su vez con la vida del guardia civil José Antonio Pardines. Y el aniversario llega con noticia: la familia ha podido finalmente acceder a la autopsia, ocultada durante más de medio siglo en el archivo militar de El Ferrol, y confirmar así su sospecha de que fue rematado en el suelo tras un golpe y un primer disparo que lo hirieron.
De ello han dado cuenta Javier Buces, experto de la sociedad Aranzadi que ha analizado esa autopsia, y el profesor de la UPV-EHU Eneko Etxeberria en una comparecencia realizada este mediodía de martes en Donostia. Aranzadi y la UPV-EHU han realizado su informe sobre dos bases: el trabajo de identificación de víctimas de violencia de motivación política en el municipio de Tolosa y la solicitud de los familiares para estudiar los hechos.
Los «relatos municipales» publicados por el Gobierno de Lakua en 2016 definían este caso como de «insuficiente clarificación» y con «versiones contrapuestas». La oficial puede resumirse en lo manifestado por Gaizka Fernández Soldevilla, director del Centro de Documentación del Centro Memorial para las Víctimas del Terrorismo,: «A la hora de describir el enfrentamiento de Venta-Aundi, casi todos los medios de comunicación reprodujeron o parafrasearon la nota de la Comandancia de la Guardia Civil, que hablaba de que como consecuencia de los servicios montados, una pareja de la indicada unidad, consigue localizar a los dos asesinos, sobre las siete de la tarde, y al tratar de identificarlos, nuevamente hacen fuego sobre la fuerza, abalanzándose uno de los guardias sobre ellos y después de sostener una tenaz lucha cuerpo a cuerpo se vieron obligados a hacer uso de las armas para contener la agresión, consiguiendo herir a uno de ellos quien, trasladado urgentemente al Hospital de Tolosa, falleció momentos después».
Así lo recogió, por ejemplo, ‘Abc’, que remarcaba el «cuerpo a cuerpo». En esa versión oficial se daba a entender que se había producido un único disparo.
La familia siempre sospechó de ello y reclamó la documentación, pero no ha podido acceder a ella hasta pasado medio siglo de los hechos ocurridos el 7 de junio de 1968. Y es que otras versiones apuntaban la tesis de que Txabi Etxebarrieta hubiera sido rematado tras quedar inconsciente al golpearle la cabeza contra una pared.
Efectivamente, la autopsia ahora conocida confirma esta tesis. El cadáver del joven militante de ETA (falleció con 23 años) presentaba una herida inciso contusa en la región occipital de la cabeza, coincidente con el golpe en el muro, pero también dos heridas por arma de fuego.
La primera entra por la región intercostal y sale por la espalda. Y la segunda es la más relevante puesto que se produce por la espalda y desde una corta distancia, lo que indica que fue rematado tras quedar malherido. En este caso no hay orificio de salida, la bala quedó dentro.
Solicitud de reconocimiento
Así las cosas, la familia Etxebarrieta ha presentado solicitud de reconocimiento como víctima de vulneración de derechos humanos en el procedimiento abierto para ello por el Gobierno de Lakua. Aitziber Ibaibarriaga ha indicado que ya han prestado su testimonio ante la comisión de valoración y están a la espera de respuesta: «Creemos que este informe va a tener importancia, para la familia desde luego lo es. Siempre hemos tenido claro lo que ocurrió y este informe nos da la razón».
En palabras del director del proyecto de investigación, el doctor Buces, «el caso resulta paradigmático entre los fallecimientos sin esclarecer a manos de agentes policiales». Y de todos los datos analizados «se desprenden altas probabilidades de una vulneración directa del derecho a la vida de Txabi Etxebarrieta».
Para Eneko Etxeberria, el análisis apunta a que Etxebarrieta fue víctima de una ejecución extrajudicial: «La conclusión es que aunque hubiera habido un enfrentamiento, no explica el disparo en la espalda, no hay explicación coherente para ello».
A partir de esta conclusión y del trabajo realizado, Etxeberria ha considerado que «todavía hay posibilidad de poner en marcha una investigación oficial» pese a los 54 años transcurridos. Cree que también se podría analizar si se trata de un delito de lesa humanidad y en consecuencia cabe activar algún proceso judicial. Y en tercer lugar, recomiendan el reconocimiento a la víctima y la reparación a su familia.
Investigación controlada por la GC
Uno de los aspectos en que ambos han incidido ha sido la tergiversación de la investigación. «No hubo un juez imparcial, el proceso lo llevó adelante un comandante de la Guardia Civil, no se contempló ninguna alternativa, todo está muy dirigida a confirmar la versión de la GC. Y no se tomó en cuenta el disparo por la espalda», ha dicho Etxeberria.
Buces ha insistido en que «la Guardia Civil es la que hace la investigación» y «sus declaraciones son totalmente contradictorias». Frente a ello, los testimonios de testigos, algunos de la época y otros recogidos en años recientes (2019) corroboran que Etxebarrieta estaba en situación de indefensión y no realizó ningún disparo.
Otro dato importante: testigos vieron al médico forense discutiendo con la Guardia Civil. Para el experto de Aranzadi, puede tener que ver con ello que la autopsia de Etxebarrieta sea muy breve y el del guardia civil Pardines, por contra, extenso y detallado.