Vivir con un creciente riesgo de catástrofe nuclear o avanzar hacia un mundo libre de armas de destrucción masiva. Esta es la disyuntiva planteada por el diplomático austríaco Alexander Kmentt, presidente de la primera conferencia del Tratado de Prohibición de Armas Nucleares (TPNW, en su siglas en inglés), que se celebra esta semana en Viena.
«Vemos ante nuestros ojos lo frágil y lo precario que es un sistema de seguridad construido sobre la disuasión nuclear. Es una amenaza permanente», destaca el embajador.
No hay manos adecuadas
«El TPNW es la primera prohibición completa de las armas nucleares en el derecho internacional y se basa en la lógica de que no hay manos adecuadas para las armas equivocadas, como ya lo dijo (el exsecretario general de la ONU) Kofi Annan en 2012», recuerda.
Los cerca de 150 países que no tienen armas nucleares se sienten amenazados por la existencia de éstas en manos de tan solo nueve Estados.
Según la Campaña Internacional para la Abolición de las Armas Nucleares (ICAN), ganadora del Nobel de la Paz en 2017, Rusia, EEUU, Gran Bretaña, Estado francés, China, India, Pakistán, Israel y Corea del Norte almacenan un total de 13.080 ojivas nucleares.
Ninguno de esos países se ha adherido al acuerdo, entrado en vigor el año pasado y ratificado hasta ahora por 61 naciones. Kmentt espera que se sumarán muchas más. Unas 90 participan en la conferencia vienesa que se abre mañana martes, tras un evento previo hoy y dedicado al impacto humanitario de las armas atómicas.
La encrucijada nuclear
Estamos ante «una bifurcación en el camino», analiza el diplomático austríaco ante las renovadas políticas de defensa favorables a fabricar más y nuevos tipos de armas atómicas.
Una nueva carrera armamentista nuclear sería ir «en la dirección equivocada», insiste.
«Estos problemas los estamos viendo de forma especialmente flagrante en estos momentos», cuando afrontamos "los mayores riesgos atómicos desde el apogeo de la Guerra Fría", subraya.
Al mismo tiempo, el experto se muestra esperanzado de que los temores que despierta precisamente «ese discurso más fuerte» a favor de la opción nuclear refuercen los argumentos en pro del desarme.
«Tenemos que ser muy responsables y no perder de vista el objetivo de un mundo sin armas nucleares», concluye.
Boicot de las potencias
La OTAN y todas las potencias nucleares rechazan el TPNW y boicotean su conferencia, si bien algunos socios de la Alianza, como Alemania y Noruega, asisten en calidad de observadores.
«El hecho de que los Estados que tienen armas nucleares se opongan con mucha, mucha fuerza al tratado, me demuestra el potencial transformador de la argumentación en la que éste se basa", comenta el presidente de la conferencia internacional.
En definitiva, explica, se trata de reconocer que «existir permanentemente, día tras día, con la amenaza de las armas de destrucción masiva no puede ser una base responsable y sostenible de la seguridad internacional».
El riesgo de las armas tácticas
Alerta particularmente del gran riesgo de escalada que desencadenaría el uso de las armas nucleares «tácticas», de menor potencia que las estratégicas y desarrolladas precisamente para aplicarlas a pesar de su impacto igualmente muy devastador.
«Es extremadamente arriesgado. Ese discurso despreocupado que tenemos ahora desde algunos rincones sobre el posible uso de las armas nucleares (tácticas), es altamente irresponsable», denuncia.
¿Fracasa la doctrina de la disuasión?
La perspectiva del eventual uso de tal arsenal revela que «todo el cálculo de la disuasión nuclear (es decir, que no es necesario llegar a usar la bomba atómica) ya no funciona», sentencia.
Además, son muchos los riesgos de una catástrofe desencadenada por errores humanos, malentendidos, averías técnicas o accidentes.
«Se probará que el sistema de disuasión nuclear se basa en muchos supuestos e implica muchos riesgos, y que los efectos de estas armas son aún más graves de lo que la mayoría de la gente cree», indica Kmentt.
Largo camino
«Desde nuestro punto de vista, no hay más alternativa que tratar de señalar con urgencia otro camino. Es posible. Al fin y al cabo, es una construcción puramente humana», recuerda.
«A diferencia del cambio climático, podemos resolver la cuestión de las armas nucleares con relativa facilidad. Es sólo una cuestión de voluntad política», lo que debería facilitar las cosas, afirma.
Eso sí, admite que lograrlo es «muy difícil», como lo demuestra el fracaso de todos los intentos habidos en los últimos 80 años.
«Pero al final, no hay alternativa. Confiar en que no ocurrirá nada en los próximos 80 años es simplemente ingenuo. Ya sabemos demasiado sobre las veces que la humanidad ha evitado por poco, y sólo por suerte, una catástrofe nuclear. Y estos son sólo los casos que conocemos», destaca.
«Es un largo proceso, también lo sabemos», sentencia Kmentt.