Quemó, durante todo el día siguió quemando, pero a otro ritmo y generando mucho menos peligro. La noche del lunes y las primeras horas de la mañana fueron muy buenas. Pequeñas neblinas humedecieron las hierbas y refrescaron campos y cerros, haciendo más difícil que prendieran. Luego, el calor que llegó conforme avanzaba el día hizo que parte de esa frescura desapareciera. Y lo peor llegó a última hora, con un viento sur muy fuerte, que superó los 50 km/h, avivando fuegos en zonas ya quemadas.
Esas primeras horas de la mañana dieron tiempo a los bomberos para avanzar mucho, pues fueron las más tranquilas. Desde que el fuego en Izarbeibar y Erreniega perdió su peligrosidad el lunes por la tarde, todos los medios aéreos se centran en el frente de Galipentzu y en atajar cualquier reinicio del fuego en los frentes de Orbaibar (muy apaciguado desde el amanecer), Uxue y San Martín de Unx. Ese fue el verdadero punto de inflexión.
Mientras que el lunes era devastador ver aparecer humaredas en el horizonte sin que nadie hiciera nada, ayer los helicópteros rociaban agua a poco humo que se detectara. Los hidroaviones, con descargas mucho más potentes, atacaban mientras el frente. Y ese enorme trabajo se notó después, cuando las condiciones fueron a peor.
Ya no había, además, ese pánico a que las llamas entraran en Sabaiza, pues de haber prendido ese mar de pinos la magnitud de la catástrofe bien pudiera haberse doblado. Esto permitió también centrar los esfuerzos en frenar los focos principales. El despliegue total fue de 1.100 efectivos y 17 medios aéreos. El mayor que ha habido nunca y al que hay que sumar la labor esencial de los agricultores para hacer cortafuegos y de los vecinos que se quedaron para guiar por las pistas y vigilar las zonas susceptibles de reavivarse.
Desde Medio Ambiente adelantan que se tardará en concretar el dato de las hectáreas afectadas, porque abarcan distintos tipos de bosques, zonas de matorral y cultivos. Han lanzado la cifra redonda de 10.000. No en todos los sitios quemó igual. Algunas zonas tendrán recuperación y otras están perdidas. Y los técnicos que deben valorar seguían trabajando codo con codo con los bomberos. Esa gente, cuando termine su vigilancia, tiene que descansar.
La desolación se apreciará a lo largo de la NA-132, una de las carreteras más bellas de Nafarroa hasta que llegó el fuego. Une Erriberri con Uxue, con Lerga y Abaiz, con Eslava y la ciudad romana de Santa Kriz (quizás la Nemanturissa que marcó Ptolomeo entre Iaca y Pompelune), y que se adentra hacia el pueblo medieval de Galipentzu, para luego bajar a las hermosas localidades de Kaseda y Aibar, ya a los pies del Aragón.
Estas son tierras altas en las que, además, hay importantes viñedos, algunos de ellos centenarios. Estas vides han sido de lo que mejor ha aguantado las llamas, tanto por estar verdes y retener la humedad, como porque los agricultores tienen sus fincas labradas y sin apenas hierba. Eso, al menos se ha salvado.
Esperanza de tormenta
A cierre de esta edición, la evolución pintaba favorable, aunque persistían «grandes incertidumbres», según indicó el vicepresidente, Javier Remírez. Para cuando se lea esta crónica, se habrá despejado la fundamental incógnita. El director de la Aemet en Nafarroa, con quien GARA habló a última hora, indicaba que se avecinaba una gran tormenta, que dejaría mucha agua, probablemente en esa zona. «Pero ya sabemos cómo son las tormentas. Cae una tromba aquí y, cientos de metros más allá, no ven una gota», sentenciaba Peio Oria.
En cualquier caso, el día de hoy sí será mucho más fresco y húmedo. Y aunque haya un momento de mayor sequedad a mediodía, desde las cuatro de la tarde soplará el cierzo. Este viento norte bajará la temperatura, aumentando la humedad y dificultando que esos rescoldos que seguro quedan adentro de algún árbol inicien nuevos fuegos antes de apagarse. Dará oportunidad a los equipos de extinción de hacer su trabajo y, con algo de suerte, a terminarlo. O en eso confiaban bomberos en el terreno.
La otra buena noticia es que los vecinos de Arzoz, Artazu, Girgillao, Biguria, San Martín de Unx y Uxue ya pudieron regresar a casa. A los de Orbaibar, Eslaba, Lerga y Galipentzu les toca esperar algo más.