El veto de Turquía presiona a la vez a la OTAN y Rusia en Siria
El veto de Turquía a la entrada de Finlandia y Suecia en la OTAN está siendo la herramienta con la que Ankara presiona a la vez a EEUU y sus aliados occidentales y a Rusia para que apoyen una nueva invasión en el norte de Siria

Vamos a limpiar Tel Rifaat y Manbij», dos localidades situadas al oeste del Éufrates, anunció a principios de mes el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, como prólogo a una operación «paso a paso en otras regiones» del norte de Siria contra el autogobierno kurdo.
Ankara no solo reclama a Suecia y Finlandia la extradición de activistas kurdos o que levanten la prohibición de la venta de armas para desbloquear su ingreso en la OTAN sino que exige, en general a los miembros de la Alianza, que respalden esta operación.
A la vez, utiliza el mismo veto en otra dirección: como presión a Rusia para que avale la misma ofensiva si quiere que mantenga el bloqueo a Helsinki y Estocolmo, que sus aliados tratan de vencer.
La cumbre de la OTAN en Madrid es uno de los escenarios en los que Ankara juega este juego. Erdogan se reunirá hoy con su homólogo finlandés, Sauli Niinistö, y con la primera ministra sueca, Magdalena Andersson, en presencia del secretario general de la Alianza, Jens Stoltenberg.
La Presidencia turca, sin embargo, advirtió contra el exceso de optimismo tras una reunión de alto nivel ayer entre funcionarios finlandeses, suecos y turcos.
Stoltenberg trató con Andersson posibles soluciones para levantar el veto turco, pero también se mostró cauteloso. «Cuando diferentes países están involucrados en el proceso, ninguno puede prometer en nombre de los demás si se llegará a un acuerdo y cuándo», advirtió. «Lo único que puedo prometer es que estamos trabajando lo más duro e intensamente posible para encontrar una solución lo más rápido posible. No haré promesas ni especularé sobre plazos específicos», añadió, subrayando que «la cumbre nunca fue una fecha límite. Pero consideró la presencia de todos los líderes de la OTAN «una oportunidad para avanzar». «Un aliado, Turquía, ha expresado preocupaciones específicas de seguridad y debemos tenerlas en cuenta», señaló Stoltenberg.
Ambigüedad rusa. En una conferencia de prensa con su homólogo turco, Mevlut Cavusoglu, el pasado 7 de junio, el ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Sergei Lavrov, utilizó un discurso similar al del secretario general de la OTAN, afirmando que Moscú otorga gran importancia a «las preocupaciones legítimas de Turquía en Siria».
Sin embargo, el enviado especial de Rusia para Siria, Alexander Lavrentiev, señaló el pasado 15 de junio que la posible operación militar de Turquía en Siria es un «acto imprudente, ya que puede causar una escalada y desestabilización» y descartó que Moscú vaya a hacer la vista gorda ante la nueva operación militar turca a cambio de la posición de Ankara sobre la adhesión de Finlandia y Suecia a la OTAN. También Estados Unidos ha advertido del riesgo de la operación turca. Las posturas contradictorias de Rusia han servido en el pasado para respaldar algunas de las acciones turcas en Siria y ponerles a la vez ciertos límites, donde además tiene que respaldar al Gobierno de Damasco y a sus aliados iraníes.
Desde 2016, Erdogan ha ordenado varias ofensivas en el norte de Siria con el objetivo es reemplazar a los kurdos con poblaciones árabes desplazadas por el conflicto y por milicias pro-turcas.
En marzo de 2018 sus tropas y grupos islamistas tomaron el control de la ciudad de Afrín. La última operación, en octubre de 2019, tuvo como objetivo Ras al-Ain y Tal Abyad, y provocó el desplazamiento de decenas de miles de personas.
En las últimas semanas el Ejército turco recuerda su amenaza sobre el terreno y el lunes bombardeó varias aldeas al norte de Manbij con armas pesadas y cohetes mientras sus drones sobrevuelan Tel Rifat constantemente.
A su vez, la amenaza turca sirve a los rusos para presionar a las fuerzas kurdas para que colaboren con el Gobierno sirio y entreguen a Damasco el control de territorios, como ya han hecho en algunas de las localidades en el punto de mira turco. O incluso para integrar sus unidades en el Ejército sirio, diluyendo las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), la alianza que lideró la lucha contra el ISIS y por el autogobierno kurdo.
De esta forma, la amenaza de Turquía ha vuelto a poner al autogobierno kurdo en el filo de la navaja en el juego de las potencias en Oriente Medio, donde se mezclan los ecos de la guerra de Ucrania, los intereses rusos y estadounidenses y también la influencia de Irán.
Según el medio “Al Monitor”, las milicias iraníes que combaten junto al Ejército sirio han establecido una «sala de operaciones militares» denominada “Rayo del Norte”, con el objetivo de coordinar las operaciones frente a la anunciada nueva invasión turca.
Este grupo incluiría, además de las milicias iraníes y pro iraníes, a las fuerzas del Gobierno sirio de Bashar Al-Assad y a las fuerzas kurdas de las YPG, así como oficiales rusos y de la Guardia Revolucionaria iraní. “Al Monitor” asegura, citando a una fuente militar anónima de las FDS, que Irán formó esta sala de operaciones presionando a Damasco y Moscú y al PKK. Su objetivo sería proteger las ciudades de mayoría chií de Nubl y al-Zahraa, ubicadas cerca de las líneas de contacto con las áreas controladas por los grupos yihadistas respaldados por Turquía, y que correrán peligro si Ankara sigue expandiendo el territorio ocupado en el norte de Siria.
Esta sería la línea roja de Teherán, cuyo ministro de Exteriores, Hossein Amir-Abdolahian, también dijo «comprender las preocupaciones de seguridad de Turquía» y que la operación que prepara Ankara «pueda ser necesaria». A las FDS se les presenta de nuevo el dilema de colaborar con Damasco y Teherán poniendo en riesgo el autogobierno implementado en las zonas que liberó del ISIS o combatir solos contra la invasión turca y arriesgarse además a una limpieza étnica.
En las anteriores operaciones turcas, Rusia y Estados Unidos, pese a que colaboraban con las FDS, toleraron, retirando sus tropas, las invasiones turcas en las operaciones Rama de Olivo (2016) o Manantial de Paz (2019).
Ante los recelos por los precedentes, las mismas fuentes señalan que el PKK ha presionado a las FDS para aceptar esta alianza y permitan la entrada de fuerzas iraníes y del régimen sirio en sus áreas de control.
Sin embargo, los portavoces oficiales de las FDS no han confirmado estos movimientos y el director de la oficina de medios ha negado la formación de una sala conjunta para coordinar operaciones conjuntas con milicias iraníes.
Aunque señaló que ya han admitido la posibilidad de coordinarse con el régimen sirio para detener la ofensiva turca, rechazó la supuesta oficina de coordinación.
La nueva estrategia contra Moscú eleva la fuerza rápida a 300.000 efectivos
Los líderes de la OTAN decidirán mañana en la cumbre de Madrid transformar su fuerza de reacción rápida, que actualmente cuenta con 40.000 efectivos e incrementarla «muy por encima» de los 300.000 efectivos de alto nivel de preparación y con modernos medios tecnológicos para hacer frente a Rusia, a la que tratarán como «una amenaza». «Los aliados dejarán claro en Madrid que ven a Rusia como la mayor y más directa amenaza para nuestra seguridad», afirmó el secretario general de la Alianza, Jens Stoltenberg, al presentar los ejes de una cumbre que, aseguró, «será un punto de inflexión». En el Concepto Estratégico actualmente en vigor, adoptado en 2010, los aliados califican todavía a Rusia como un «socio estratégico».
«Al hacer esto, estamos brindando una disuasión creíble cuyo objetivo no es provocar un conflicto, sino evitar que Rusia o cualquier otro adversario potencial ataque a un país aliado. Estoy convencido de que el presidente Putin comprende las consecuencias de un ataque a un país de la OTAN», insistió. Stoltenberg precisó que la Alianza reforzará algunos de los grupos tácticos desplegados en la parte oriental de la Alianza, hasta el nivel de «brigada», es decir convertirán los actuales batallones en unidades tácticas con entre 3.000 a 5.000 efectivos. Actualmente cuenta con ocho grupos tácticos en Lituania, Estonia, Letonia, Polonia, Rumanía, Hungría, Eslovaquia y Bulgaria. También confirmó que los líderes de los países de la OTAN reforzarán el apoyo militar a Ucrania.
Estimó que estas medidas son «la mayor revisión de nuestra defensa colectiva desde la Guerra Fría», pero tendrá un alto precio. Para la OTAN, el compromiso de los aliados de dedicar el 2% de su PIB al gasto militar en 2024 es «solo un suelo, no un techo», es decir, el mínimo que les exige. Solo nueve de los 30 miembros han alcanzado este objetivo en 2022 (Grecia, EEUU, Polonia, Lituania, Estonia, Gran Bretaña, Letonia, Croacia y Eslovaquia).
Por otro lado, indicó que Ceuta y Melilla no están contempladas textualmente en el «espacio OTAN» para el que está garantizada la defensa colectiva en su artículo 5, por lo que quedan al albur de una decisión política que tiene que ser tomada por consenso por todos los aliados «basándose en lo que importe en ese caso particular».

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