Itziar Ziga
Entrevista
Gracia Trujillo
Activista feminista queer

«Los activismos queer han avivado la llama del feminismo»

Trujillo es sociologa, historiadora, profesora en la Universidad Complutense y activista feminista queer desde finales de los 90. Acaba de publicar un nuevo libro que pretende ejercer de guía para responder a las dudas sobre «lo queer». Nos adentramos con ella en su obra.

Gracia Trujillo en la presentación del libro ‘El feminismo queer es para todo el mundo’.
Gracia Trujillo en la presentación del libro ‘El feminismo queer es para todo el mundo’. (Idoia ZABALETA)

Bollera combativa, criada en la okupa feminista madrileña Eskalera Karakola, propagadora queer, investigadora de genealogías torcidas y mundos extraordinarios que están en este, madre poliamorosa y profesora de Sociología en la Universidad Complutense, Gracia Trujillo acaba de publicar ‘El feminismo queer es para todo el mundo’, una guía apasionada, certera y documentadísima para situarse en nuestras encrucijadas actuales contra el patriarcado, en las mediáticas y en las importantes. Es tan para todo el mundo que ya va por la segunda edición.

Entrevisté a Gracia una preciosa mañana de mayo, en ese barrio conflictivo llamado Lavapiés. La tarde anterior en Barcelona, los mossos habían cargado contra las activistas que se manifestaron frente a la presentación de un libro convenientemente tránsfobo, que se opone a la imprescindible autodeterminación de género prevista en la Ley Trans, promocionadísimo por los grandes medios. No me da la gana de teclear el título.

José Errasti, uno de los coautores de ese libro, dijo que la protesta era «antidemocrática, totalitaria e irracional», ¡toma ya! Cuando ves a la policía pegando a gente y dices, vale, ¿de qué calaña eres?

Están azuzando todos estos discursos de odio y, además, desde una posición victimista. Qué peligroso. Yo me estoy leyendo el libro ahora y es totalmente acientífico, no solo defiende todo lo que ya está más que refutado por organismos internacionales sobre identidades de género y personas transexuales, sino que no ofrece ideas basadas en evidencias empíricas.

Esa publicación se está difundiendo un montón porque es muy sencillo de leer, y no exige ningún pensamiento crítico. Y nosotras estamos, desde este otro lado, buscando que la gente piense, con planteamientos incluso contra-intuitivos, como por ejemplo cuando decimos que el sexo también es una construcción social. Es mucho más fácil defender estas ideas tan populistas que basan el sexo en coño/polla.

«Dicen que somos como un caballo de Troya dentro del feminismo, pero yo creo que lo que pasó en los 90 es que lo queer nos supuso un empujonazo

El recorrido que hace por nuestras genealogías queer en su libro da mucho subidón político…

Me gusta que lo digas... es un subidón para nuestra autoestima colectiva ver todo lo que hemos recorrido ya, todo lo que hemos ido logrando, a base de manis, de manifiestos, de pelearnos con la policía y de hacer mil cosas, mil fiestas también. Nos llamábamos queer en los 90 como señal de disidencia, de radicalidad, de rabia en el contexto de la crisis del VIH-SIDA. Creo que todo este sector TERF (transexcluyente) del feminismo y, por supuesto, la ultraderecha, juega mucho a la desmemoria, les interesan todos estos borrados de nuestras genealogías para poder construir un relato que les favorece.

Dicen que somos como un caballo de Troya dentro del feminismo, pero yo creo que lo que nos pasó a la generación que estábamos empezando a militar, como decíamos entonces, en los 90, es que lo queer nos supuso un empujonazo, hizo que mucha gente se sumara a la lucha feminista. Y, después, la campaña internacional Stop Patologización Trans 2012, nos reactivó muchísimo. Es decir, los transfeminismos, los feminismos queer e interseccionales han avivado la llama del feminismo, y la alegría de estar en la lucha feminista.

Cuando hablamos de interseccionalidad, rebatimos esa idea-trampa, tan burguesa, blanca, occidental, capacitista y cis-hetero, de que el feminismo debe centrarse en combatir las opresiones de género, porque son las que nos unen a todas las mujeres del mundo…

Esto lo viene diciendo un sector del feminismo desde los años 70, también es verdad que entonces tuvieron que hacer frente a la izquierda que decía que la clase era lo prioritario y el género venía después. A partir de los 80, empezaron a salir un montón de voces disidentes, de cuerpos, de vidas, que dicen: oye, compañera, aquí no me veo. Como Gloria Anzaldua, bollera, chicana, pobre, racializada: la outsider de las outsiders. Pero un sector feminista ha continuado con esta dinámica excluyente, acumulando puestos de poder en las instituciones, y ahora ya se han polarizado aún más.

Esto viene de no reconocer las diferencias. Somos diferentes porque nos atraviesan un montón de cosas y tenemos que mirar a los lados, a las compañeras y decirles: oye, ¿y tú que tal estás?, para que no se quede nadie fuera. Hay que plantearse que algo estamos haciendo mal si nos estamos dejando a tanta gente fuera.

El problema no son las diferencias, sino las jerarquías que se establecen entre ellas, y en la cima de una pirámide cabe muy poca gente. ¿Por qué desde los feminismos queer nos oponemos a las políticas de integración, tolerancia, diversidad?

Me costó bastante arrancar el libro, no quería comenzar con una cosa tan clásica como «queer significa...». Y decidí ir al corazón del asunto que es el ataque a la normalidad y a la naturalidad. Lo queer pone en jaque la idea de la normalidad: quién es normal y quién no lo es, quiénes lo deciden, qué es una familia normal y cuál no, qué es una sexualidad normal y cuál no. Y hablamos de diferencia, no de diversidad; la diversidad conlleva un discurso liberal que no nombra nada, y que les ha venido genial a las instituciones, porque no entra a ninguna cuestión que tiene que ver con las relaciones de poder, con las desigualdades, con las violencias.

¿Por qué las queers hablamos tanto de poner el cuerpo en nuestras luchas feministas, como si se pudiera no ser cuerpo?

Hemos hablado mucho, y tenemos que seguir haciéndolo, de sexualidades, deseos, placeres... Cuando decimos que ponemos el cuerpo, estamos diciendo que hacemos una política encarnada, que aquí estamos con nuestras subjetividades, identidades, cuerpos, vidas. No podemos separarlo. Cuerpos hemos sido siempre, otra cosa es que no nos quisieran ver, o que cuando lo hicieran nos violentaran. En al ámbito educativo, los cuerpos diferentes siempre han estado ahí. Y en el fondo, sí que se habla de cuerpos, se habla de los cuerpos cisheteronormativos, blancos, payos… Y se trata a las criaturas desde la presunción de heterosexualidad.

«Hay toda una izquierda que sigue diciendo que las luchas queer son simbólicas y que estamos alejadas de la realidad, como si viviéramos entre unicornios»

A pesar de cómo quieren encajonarnos, lo queer y transfeminista no es una movilización aparte centrada en unas pocas demandas marginales, sino que lo atraviesa todo…

Con todo lo que hemos recorrido, mucha gente sigue asociando a lesbianas, gays, transexuales y bisexuales con la demanda del matrimonio. Y dicen, encima, «ya os podéis casar, ¿qué más queréis?». Entre las demandas transmarikabollo, también están el cierre de los CIES, derogar la Ley de Extranjería, la política de vivienda, acabar con los fondos buitres, la sanidad pública, que aquí en Madrid nos las están desmantelando… Y somos herederas de las genealogías anti-militaristas, anti-punitivistas y anti-carcelarias del feminismo. Pero hay toda una izquierda que sigue diciendo que las luchas queer son simbólicas, culturales, y que estamos alejadas de la materialidad y de la realidad, como si las personas queers viviéramos entre unicornios. Y, ahora, hay toda una estrategia deliberada por parte de un sector del feminismo de confundir al personal. Yo digo, por qué lo llaman queer cuando quieren decir autodeterminación de género, que es contra lo que se oponen de la Ley Trans.

Aquí no hay un análisis ni de las teorías ni de los activismos queer, ojalá tuviéramos con ellas un debate político profundo. Nos están vendiendo la moto de que hay un debate ideológico y no es cierto, lo que hay es un ataque brutal hacia todo un feminismo autónomo, interseccional, inclusivo, superpotente, que está en la calle en los últimos años. Yo creo que se han rearmado tras la huelga feminista masiva del 8 de marzo de 2018.

Las barbaridades que están diciendo sobre las mujeres trans son imperdonables.

Son discursos de odio, eso ahora mismo no lo podrían decir de las bolleras.

‘El feminismo queer es para todo el mundo’, un homenaje a Bell Hooks.

Falleció cuando escribía el libro… Yo quería escribir algo que llegara a toda la gente que esté interesada en conocer esto de lo queer. Y, por supuesto, están incluidos todos los varones y toda la gente que quiera sumarse. Nos quieren hacer volver al debate sobre el sujeto político del feminismo: mira, feministas son todas las personas que se quieran sumar a la lucha feminista, ¡estamos como para rechazar a gente!