Se le ve más moreno de lo habitual después de estos dos años de parón festivo obligado.

Es que me ha sentado divinamente. Estos dos años me he tomado unas vacaciones como Dios. He dejado al clon al cargo de la capilla siempre que he podido y me he hecho unas escapadicas para cargar pilas cada vez que ha sido posible y los confinamientos han dejado.

¿Estuvo en Salou cuando el lío del megabrote?

Aunque ya tengo unos años y no formaba parte de la chavalería estudiantil que se desplazó en masa desde aquí, digamos que no andaba muy lejos, pero que me echaron un capotico para volver de incógnito sin tener que pasarme por Forem. Que conste que no tenía síntomas y que la gente que se pasó a visitarme esos días podía estar bien tranquila.

¿No tenía miedo de que en sus viajes le pudieran reconocer con esa estampa tan particular y chivarse de su ausencia?

Los sanfermines son conocidos a nivel mundial, pero igual yo, que curiosamente soy el origen del asunto, no lo soy tanto. Así que por esos mundos de Dios me han confundido con un pastor por mi báculo, con un cocinero exótico por la mitra o con un catador de marihuana por la postura de los dedicos en alto.

¿No ha echado en falta las fiestas?

Por supuesto y eso que alguna misa no me faltó a pesar de que en la calle no había el mambo habitual. Que coreen tu nombre miles de gargantas, sobre todo el día del txupinazo, mola mucho, pero sin fiestas, he notado un importante bajón de ‘devotos’. Me he sentido como Santa Bárbara, que solo se acuerdan de ella cuando truena. Pero me he consolado preparando algunas barbacoas con el amigo San Lorenzo, que es un gran experto de la parrilla.