«Del carbón o del petróleo se puede obtener muchas cosas sin necesidad de quemarlos»
Ingeniera Química y doctora en Tecnologías del Medio Ambiente, Teresa Valdés-Solís es una reconocida divulgadora y una excelente conferenciante, como mostró en Donostia, donde intervino en el curso “La domesticación de la energía” de la UPV-EHU. Habló del fin de la era de los combustibles fósiles.
Llevamos tiempo anunciando el fin de la era de los combustibles fósiles, pero las emisiones no acaban de reducirse y el nivel de CO2 no deja de fijar máximos históricos según el Observatorio de Mauna Loa. ¿No nos lo acabamos de creer o la transición es complicada?
Creo que nosotros en Europa vamos mejor, sí estamos tomando medidas, reduciendo las emisiones y aumentando mucho la influencia de las renovables, pero es que a nivel global somos muchos países, muchas emisiones en estados de desarrollo muy diferentes, y ahí los combustibles fósiles siguen siendo utilizados muy mayoritariamente. Solo un 13% del consumo energético mundial proviene de fuentes renovables. En Europa afortunadamente estamos tomando medidas y mostrando un poco el camino por donde deberíamos seguir todos. Y aunque globalmente quizá se note menos de lo que debería, también es importante ser líderes, demostrar que se puede, desarrollar tecnología que sea competitiva, para que luego se implante en otros países.
En este contexto, el miércoles pasado el Parlamento Europeo dio su visto bueno a considerar «verde» las inversiones en nucleares y en gas. ¿Es hacerse trampas al solitario?
Son dos cosas diferentes. La energía nuclear es evidente que sigue utilizando combustibles fósiles, pero ahora mismo no contribuye a las emisiones de C02, y es importante porque a medio plazo va a ayudarnos a conseguir los objetivos. Lo del gas es hacernos trampas al solitario, tal cual.
¿Las energías renovables van a ser capaces de atender toda la demanda energética?
Esa es una buena pregunta, y difícil de contestar. Yo no es que sea especialista en esto, pero lo que está claro es que no podemos poner todos los huevos en la misma cesta. Tenemos muchas energías renovables a nuestra disposición, tenemos que desarrollar al máximo las tecnologías para aprovecharlas bien, debemos tener un mix energético complementario, para que en el momento en que no haya viento, que no haya sol, tengamos otras alternativas. La energía eólica, la energía solar, son energías muy desarrolladas, las conocemos bien, pero tienen el problema de la dificultad de predecir cómo van a comportarse. Pero otras energías renovables, la de las mareas, la de las olas, son intermitentes pero tienen una periodicidad; las mareas son cada ocho horas, y si aprendes a controlar bien esa energía el sistema será más estable. Y la biomasa también tiene un papel fundamental, porque cuando hablamos de hidrógeno, por ejemplo, muchas veces estamos pensando en electricidad para dar hidrógeno, pero hay otros procesos alternativos que nos permiten producir hidrógeno directamente, y este binomio de hidrógeno-electricidad puede ayudarnos a alcanzar esos objetivos.
Pero también es verdad que tenemos que ir a un cambio social, a un cambio de las condiciones de movilidad, por ejemplo, porque en Europa en los últimos treinta años hemos aumentado muchísimo el consumo en vehículos, aproximadamente un 25%. Debemos cambiar nuestros hábitos de movilidad; dejar de tener coches todos y de usarlos para desplazamientos cortos, y hay que reducir muchísimo el número de desplazamientos, los kilómetros de desplazamientos, y la forma de movernos.
«Debemos cambiar nuestros hábitos de movilidad, dejar de tener coches todos y de usarlos para desplazamientos cortos. Tenemos que que reducir muchísimo el número de desplazamientos, hay que cambiar la forma de movernos»
El hidrógeno lleva bastante tiempo en boca de todos, ¿su papel va a ser tan determinante como se afirma?
En el caso del hidrógeno hay una estrategia europea que se aprobó en 2021, que pretende que la producción de hidrógeno renovable esté en torno a un millón de toneladas en el año 2030. Con el hidrógeno pasa un poco como con la electricidad, que es un sistema que nos permite flexibilidad; se puede convertir la electricidad en hidrógeno y el hidrógeno en electricidad, lo cual nos permite compensar en un momento o en otro en función de las necesidades. Pero hay que llegar a sistemas de producción de hidrógeno que no sean extraordinariamente dependientes de la electricidad. Muchas veces se plantea que el hidrógeno se va a producir para almacenar excesos de electricidad puntuales. Por ejemplo, ahora en verano va a haber momentos en que se produzca demasiada electricidad a través de energías renovables y tengamos que parar molinos o desconectar placas porque no vamos a consumir tanto y porque no tenemos sistemas buenos de almacenamiento. Pero, por otro lado, cuantas más tecnologías tengamos disponibles para producir hidrógeno a partir de otras fuentes, como puede ser la biomasa, tendremos un sistema mucho más robusto.
De hecho, el hidrógeno puede ser más o menos limpio en función del precursor utilizado para producirlo, hay hidrógenos de todos los colores... El objetivo sería avanzar lo máximo posible hacia ese hidrógeno verde, ¿no?
Claro, pero cuando pensamos en hidrógeno verde estamos pensando en hidrógeno producido con agua y electricidad renovable, y hay otras alternativas. Por ejemplo, la fotocatálisis, que también requiere agua, pero igualmente implica la presencia de ciertos productos orgánicos en el agua, como puede ser residuos acuosos de biomasa, de alcoholes, de fermentación, restos de la industria alimentaria... materias que aumentan la producción de hidrógeno en ciertas condiciones y que pueden producirse introduciendo tecnologías basadas en la luz solar. Hay tecnologías que no dependen tanto de la electricidad y que nos dan un plus. Están en desarrollo, pero ahí estamos.
Se habla frecuentemente del uso del hidrógeno en el transporte, ¿puede utilizarse también en otros ámbitos, como la industria, el residencial...?
La verdad es que sí. En el transporte, sobre todo se está planteando para larga distancia; mercancías de larga distancia, transporte marítimo, avión... De hecho, en Europa el objetivo es que el 12% de la energía utilizada en el transporte se haga con hidrógeno. En el ámbito residencial, en un sistema como el de ahora, que está basado en el gas natural en la mayor parte de los sitios se podría cambiar a hidrógeno y tener nuestros pequeños sistemas de conversión propios de hidrógeno a electricidad, a calor, en función de las necesidades de las viviendas. Esa sería también una opción viable.
En su exposición mencionaba la necesidad de ayudar a los sumideros naturales, ¿cómo puede hacerse?
Por un lado, podemos mejorar la composición de los suelos, para que retengan más carbono, para que cuando las plantas se mueran no se reemita todo ese C02. Es un poco imitar a la naturaleza, en el sentido de lo que ha hecho durante millones de años convirtiendo los árboles en carbón y los microorganismos en petróleo, hacer lo mismo en plazos más cortos y con la ayuda de la tecnología. Hay estudios en algunos centros de investigación de EEUU que intentan cambiar esa composición con modificaciones genéticas de las plantas, de forma que generen muchas más raíces, y que a la vez esa estructura de raíces más desarrollada permita mejorar las condiciones del suelo y que las plantas sean más productivas. Parece de ciencia ficción, pero son investigaciones que tienen sentido.
Estamos en un mundo global, con muchas diferencias de desarrollo tecnológico entre países, y en el tema de la captura de CO2 o de la reducción de emisiones tenemos que aferrarnos a todas las opciones que tengamos. Y luego están las tecnologías más «convencionales» de captura de C02, las tecnologías que se desarrollaron de la mano de la purificación del gas natural aún se considera que pueden tener capacidad para reducir las emisiones, y pueden ser soluciones en casos concretos.
Finalizaba su intervención en Donostia afirmando que es necesario cambiar el chip respecto a los combustibles fósiles, ¿a qué se refería?
Esto es algo que nos decían los profesores de la facultad hace veintipico años, cuando yo estudiaba: estamos usando el carbón y el petróleo como combustible, quemándolos, sin tener en cuenta que a partir de estos materiales podemos conseguir muchísimos otros que nos facilitan la vida. Hay un montón de productos químicos que se se fabrican a partir de carbón, petróleo, gas natural o sus derivados, productos farmacéuticos, de la industria, alimentarios, de cosmética, bienes electrónicos...
Todas esas materias primas que quemamos no las empleamos para generar otro tipo de riqueza, y es mucho más inteligente utilizarlo como materia prima que simplemente como combustible. Seguiremos usando estos materiales, pero esperemos que a medio plazo no como combustible, sino como fuente de otros productos.